LaMia y la Bolivia desinstitucionalizada

cayo-salinas-000Cayo Salinas “El fútbol, que solo debe darnos alegría, hoy nos da una inmensa tristeza” decía en mi twitter en el amanecer del día 29. El avión que transportaba a jugadores de fútbol, entrenadores, dirigentes, periodistas y tripulación, se estrellaba con un saldo fatal. La final de una competencia deportiva que pintaba épica, dio paso al dolor, luto y a la constatación palmaria de que en Bolivia las cosas no están bien. Y no me refiero a problemas internos en el orden político, económico, social o judicial que por cierto son inmensos y que tienen su propia dinámica, sino más bien, a la presencia del país dentro el contexto internacional y a la imagen que se tiene de él en el exterior, habida cuenta de que episodios de esta magnitud, son los que sirven para calificar la solidez institucional de un Estado.Basta ya por tanto, de la muletilla esa de que por estar Evo en la Presidencia, somos ejemplo y virtud inmaculada para todos. No es así. Debemos demostrar que somos capaces de ser un Estado serio y responsable, siendo precisamente eso, serios y responsables a la hora de conducir las entidades del Estado y el Estado mismo.¿Cómo entonces no sentir impotencia cuando oímos por las redes televisivas internacionales que desde el primer momento en que ocurrió el accidente aéreo, las autoridades aeronáuticas colombianas cuestionaron la seriedad de sus pares bolivianas ante un hecho que parece inminente, esto es, no había suficiente combustible? Que un avión se estrelle por falta de aquél –como parecen indicar los hechos que esperan ser corroborados técnicamente– es cuando menos catastrófico e insultante, porque desnuda una total ausencia de credibilidad, algo que en este siglo es vital.Me lo contaba un muy buen amigo piloto. Un avión debe tener gasolina para volar de A a B más el 10 por ciento del tiempo que representa esa distancia en combustible, lo que es conocido como “combustible de contingencia”, más la posibilidad de vuelo de B a C donde C es el aeropuerto alterno, y más 30 minutos adicionales. Ésa es la forma –me dijo– cómo debe cargarse y volar un avión. Acotó que el combustible de contingencia es utilizado para salir de la ruta ya sea por mal tiempo, para colocar antihielo a los motores o a las alas o cuando no dejan subir al avión al nivel óptimo de eficiencia de consumo de combustible lo que obliga a que deba quedarse por debajo de dicho nivel. Por esta razón, ese 10 por ciento nunca puede ser obviado, lo que contrasta aparentemente con la situación del avión de LaMia que solo tenía combustible para llegar de A a B.Termino aquí: antes a que la noticia sea divulgada por otra fuente, el presidente Morales informó que el Director de LaMia fue su piloto, lo que ha abierto un abanico de interrogantes incluido el que se haya hecho uso arbitrario de una relación sin que aquél lo sepa. No sabemos si vuelos pasados también fueron autorizados a despegar con condiciones mínimas de seguridad, e incluso si se hizo mal uso de nexos políticos aprovechando la precariedad de algunas entidades estatales. Por tanto, el mundo hoy nos mira con recelo. El no saber no es excusa para evadir una autocrítica severa sobre la forma cómo se está conduciendo el Estado. Se ha priorizado cuoteo corporativo antes que capacidad a la hora de administrar algunos entes estatales y se los ha cooptado por afanes políticos sin disimulo. Eso es desinstitucionalización. El agua es un ejemplo claro y ahora, lo de LaMia, parece ser el inicio de un largo etcétera.Los Tiempos – Cochabamba