Evo, mito y engaño

Emilio Martínez*Texto leído en la presentación del libro “Evo, mito y engaño”, realizada anoche en el Museo de Historia de Santa CruzCarlos Valverde Bravo saltó a la fama internacional como el develador del caso de tráfico de influencias entre el presidente boliviano Evo Morales y su ex amante, Gabriela Zapata. Una danza de millones que los jefes del Estado Plurinacional procuraron ocultar con la culebronización del tema, reduciéndolo a las minucias de la crónica rosa.El sismo político desatado confirmó las dotes de investigador de nuestro autor, aunque también le granjeó presiones inquisitoriales que lo llevaron a buscar resguardo en tierra argentina.Es desde esta expatriación temporal que Valverde acometió un estudio en profundidad sobre los mecanismos culturales y de propaganda utilizados por el régimen para la construcción del mito de Evo Morales, culto a la personalidad funcional a la concentración hegemónica del poder y a las ambiciones de perpetuidad de las camarillas palaciegas. Si en Argentina el relato estuvo basado en la heroización de un “Nosotros” generacional, en referencia a los Montoneros presentados como “jóvenes idealistas” retornando en una suerte de revancha histórica, en Bolivia se promovió un “Nosotros” étnico, un Gran Retorno o Pachakuti de 500 años donde el indigenismo radical buscó invisibilizar a las mayorías mestizas.Sobre ese “Nosotros” los relatos colocaron siempre a un “Yo” como encarnación última, ya fuera la dinastía Kirchner o Evo en el caso que nos ocupa. Si la demolición del relato llevada a cabo por intelectuales argentinos independientes tuvo un rol importante para evitar que el vecino país siguiera el rumbo trágico de Venezuela, puede decirse otro tanto del trabajo de desmitologización emprendido por Valverde, que apunta sus dardos a la piedra basal del nuevo autoritarismo encabezado por el caudillo del Chapare: la construcción de un perfil super-humano del conductor del Estado, operación que a lo largo del siglo XX y comienzos del XXI hemos visto repetirse en distintas latitudes y bajo regímenes de coloración ideológica diversa, pero invariablemente antidemocrática. Valverde no ha escrito estas páginas desde el papel del opositor, ya que no profesa ninguna militancia, sino desde el rol del periodista crítico que enfrenta el imperativo ético de desmontar la mentira, sobre todo aquella que conspira contra la libertad, condición misma para el ejercicio de su oficio.Cuando las nubes liberticidas se hayan disipado en el cielo de nuestra América, este libro figurará sin duda entre las obras que contribuyeron a la reconstrucción de las instituciones republicanas.*Escritor y periodista