Reflexiones sobre la Seguridad Ciudadana

Rolando Fernández Medina*Concluyendo el año, observamos con angustia y temor que la inseguridad ciudadana se campea en nuestra sociedad con carta de ciudadanía; siguen aumentando los hechos de violencia delincuencial, y lastimosamente, sin respuestas eficaces que permitan un mayor y mejor control de este fenómeno social, que tiende a agravarse en forma sistemática. Al delito urbano, ordinario o común y de bagatela, el de todos los días y en cualquier lugar de la ciudad, se agregan paralelamente, los accidentes de tránsito, la delincuencia juvenil, violencia doméstica, violaciones, consumo de drogas en los colegios, ingesta de alcohol descontrolada, y los más graves, el delito organizado o crimen organizado, como modus vivendi delincuencial, con una presencia incalificable en cuanto a sus objetivos; hablar de sicarios, ajustes de cuentas, tráfico de drogas, trata de personas, robo de vehículos, es parte de los comentarios citadinos, de los reportes policiacos y de las noticias de los medios de comunicación que nos informan y muestran escenas sangrientas de crímenes horrendos cometidos por delincuentes nacionales y extranjeros, que en forma permanente nos “visitan” o están radicados en nuestros predios. Se elaboran planes de seguridad, mayor logística policial, capacitación de policías en tareas complejas de alta criminalidad, se nota y se ve a diario el esfuerzo policial, sin embargo, la delincuencia sigue golpeando y dañando a la comunidad cruceña. ¿Hay fallas en los planes?, ¿Debilidad del Estado? ¿Se ejecutan operativos siguiendo la línea de un diagnostico técnico que nos haya permitido identificar, mapear y enfrentar estos problemas?, ¿Los operadores del sistema penal están actuando correcta y legalmente? ¿Las cárceles rehabilitan a los privados de libertad? ¿Fronteras permisivas? ¿Impera el sentimiento de impunidad? Las autoridades competentes están cumpliendo su rol? ¿Los presupuestos para la prevención e interdicción contra el delito son suficientes? ¿Existe coordinación entre nuestras autoridades? ¿La sociedad civil organizada participa en estas problemática? ¿Se efectúan auto-controles que permitan tener los conocimientos necesarios para conocer una evaluación de los resultados obtenidos de los diferentes planes y programas de seguridad a nivel local, departamental y nacional? Los cuestionamientos suman y siguen.Siguiendo una metodología práctica, partiremos de un punto de inflexión, el diagnóstico, que nos permite conocer e identificar las causas, y no solo restringir las consecuencias; se impone un “escaneo social”, el cuerpo social está enfermo y para curarlo debemos conocer la patología que causa la enfermedad. Esta información facilitaría que las decisiones que se tomen sean las pertinentes, y que permitan elaborar simultáneamente políticas públicas que eviten improvisaciones que facilitan a la delincuencia ganar más espacio en sus actividades ilícitas.Además, debemos contar indubitablemente, con planes integrales, que contemplen políticas socio-económicas, educativas, culturales, preventivas y de interdicción, y que permitan interactuar a la sociedad, eternamente olvidada, con las autoridades y no ocurra como hasta ahora, que se elaboran planes lejos de nuestras miradas y ajenos a nuestra realidad. Es conveniente mantener esas diferencias, con la integración ciudadana, a fin de evitar o reducir este fenómeno de la inseguridad a manipulaciones políticas o económicas.El tema es complicado y complejo; en seguridad no se puede bajar la guardia, es una labor de todos los días, la delincuencia no duerme, tramar y consumar delitos es su modus operandi, y además, debemos tomar en cuenta que el delito es multi-causal, que debe ser enfocado por equipos multidisciplinarios de profesionales y no asignarle esta carga tan pesada solo a la Policía Boliviana. Se debe practicar aquello que prescribe la Constitución Política del Estado respecto a la distribución de competencias: la Seguridad Ciudadana es una competencia concurrente, se ejerce de forma concurrente por el nivel central del Estado y las entidades territoriales autónomas. La Ley del Sistema de Seguridad Ciudadana establece porcentajes económicos a los Gobiernos Departamentales y Municipales, sin dejarles margen para integrarse a los planes de seguridad, ¡qué paradoja!, la concurrencia solo es económica. El centralismo restringe a los entes autónomos la participación en seguridad, ¿quién lo entiende? En nuestro caso, todos reclamamos a la Gobernación y Municipalidad por su tenue labor, y creemos deben involucrarse decididamente en esta problemática social. Esperemos cambios de fondo en este campo, de actitud, compromiso, dejemos de ser contemplativos y no esperemos que el centralismo solucione nuestros problemas, tomemos iniciativas. Nuestra suerte debe estar en nuestras propias manos. Ese es el gran desafío que debemos asumir lo antes posible. A manera de reflexión y sin intención de ser alarmista, vemos que esta tarea sigue pendiente e inconclusa, que debe ser realizada con mayor responsabilidad, compromiso y recursos financieros. La ciudad se expande y la delincuencia crece en sus diversos matices; desde hurtos rateros, robos agravados, asaltos a las salidas de los bancos, linchamientos, hasta asesinatos, que ponen en riesgo y peligro permanente nuestras vidas y bienes.Es predecible que se avizora un futuro oscuro de mayor intranquilidad. La ciudad de los anillos esta azotada y prácticamente cercada por la delincuencia. Aumentan las depredadores y también las víctimas, se impone una cruzada urgente de la sociedad civil y los diferentes niveles de gobiernos para extirpar este cáncer social, que está provocando un estado de paranoia, de miedo y espanto y luto, hoy estamos más asociados al peligro que a la seguridad, que no nos permite vivir en sosiego en esta hermosa y prodigiosa tierra llanera que nos ha regalado la naturaleza. ¿Quo vadis Santa Cruz de la Sierra?*El autor es policía y abogadoFuente: Muro de Rolando Fernández en Facebook