Una mujer que luchó para adoptar a tres hermanos

Fabiana Donati es mamá de Joana hace 9 años; a Brian y Marisol los rescató de unos padres abusivos y hoy viven juntos«En insistir no me gana nadie», dice Fabiana Donati para ponerle un título a su lucha. Una lucha que culminó con poder darle su apellido a su hija adoptiva Johana y salvar de unos padres abusivos a dos de sus hermanos biológicos. Hoy, ellos cuatro forman una hermosa familia, y la lucha pasa por poder darles la mejor calidad de vida posible.

Viven en una casa de dos ambientes en San Isidro, donde falta espacio pero sobra cariño. Fabiana duerme en un sillón en el living y sus tres hijos en la única habitación. La Fiscalía de Estado de San Isidro le dio en comodato una casa más espaciosa que no tiene herederos, pero les faltan los recursos para arreglarla.Joana (18), Brian (17) y Marisol (15) estuvieron varios años en el hogar Familias de Esperanza. Un día una vecina de Fabiana pasó por la puerta de su casa con varios chicos de ese hogar que nadie sacaba a pasear. «Eran como 10. Y Johana, que tenía 5 años, me agarró la mano. Era toda negrita y redondita. Y le dije a mi amiga: el fin de semana que viene la saco yo», dice recordando el momento fundacional de esa relación que sólo fue creciendo en incondicionalidad.

Un cambio de vida

Fabiana nunca quiso ser madre. Pero sin darse cuenta, Johana ya la había elegido. «Yo la sacaba los fines de semana, las fiestas y las vacaciones. Y también los veía a los hermanos. Pasaron cuatro años así. Finalmente, un día les dictaron la situación de adopotabilidad y la jueza me llamó para decirme que Johana quería que fuera su mamá. Yo ni siquiera estaba anotada para adoptar», cuenta con la misma sensación de desesperación y adrenalina que tuvo en ese momento.»Justo me había ido a vivir a San Martín de los Andes y la mandaron en avión allá. Llegó toda contenta. Fue re feliz allá. Estuvimos tres años y después nos volvimos», dice Fabiana.



Durante todo ese tiempo, Joana seguía en contacto con sus dos hermanos que habían sido dados en adopción a un matrimonio. Y ambas tenían la sensación de que algo no estaba funcionando bien. «Cuando volvimos a San Isidro los chicos empezaron a venir a casa, a quedarse a dormir. Un día el más grande me dijo que no quería volver porque los maltrataban», cuenta Fabiana.Ahí empezó su primera lucha. Su peregrinar por los juzgados reclamando por el bienestar de estos chicos; sus peleas con la jueza encargada de la causa; sus discusiones con los padres adoptivos. Hasta que ganó la partida. «Yo salía llorando del juzgado. Y Johana no estaba tranquila sabiendo que sus hermanos la estaban pasando mal. Un día la causa pasó al juzgado de Marcos Paz y las asistentes sociales me citaron para hablar. Les contamos todo y la jueza me dijo que los chicos se iban a un hogar o se iban conmigo», agrega Fabiana.

El segundo sí

Fabiana junto a sus tres hijos, en San Isidro
Fabiana junto a sus tres hijos, en San Isidro. Foto: Emiliano Lasalvia

Y de nuevo dijo que sí. Aunque vivía en una casa de dos ambientes, se había quedado sin trabajo y los chicos no tuvieran colegio. «De repente había tres adolescentes en mi casa. Yo no tenía nada. Por suerte los vecinos empezaron a ayudarnos. Fue intenso. Cuando estás ante una situación así ponés primera y después pensás», dice Fabiana.La adaptación les costó a todos, pero de a poco las cosas se fueron acomodando. Los chicos empezaron a ir al colegio Nacional San Isidro, a integrarse y a disfrutar del estar juntos de nuevo. «Ellos estaban felices. Eran como cachorros. Se agarraban, se tocaban, se reían. Se iban a dormir todos juntos a carcajadas. Fue alucinante», agrega.Finalmente, después de un extenso papeleo, Fabiana logró adoptar a los tres hermanos. Y a partir de su experiencia, se convirtió en una ferviente impulsora de la adopción de chicos más grandes y grupos de hermanos. «Hay que promover mucho esto. Creo que en la adolescencia hay un punto justo en el cual podés cambiarles la vida. O los salvás o se pueden perder. No hay ningún espacio u hogar para los chicos de más de 16 años. Y cuando los chicos salen, están perdidos, no saben para donde agarrar», dice esta mujer que disfruta de que la llamen mamá.Hoy comparten salidas a museos, a Marisol le encanta la música, Brian es un fanático del ajedrez y Joana acaba de terminar el colegio. «Yo no me puedo imaginar ahora sin los chicos. No sé cómo hacía antes. Yo no pensaba tener hijos y tuve una adolescencia muy conflictiva. De alguna manera esta experiencia me ayudó a sanar mi propia historia», concluye Fabiana.

Necesitan plata para refaccionar su nueva casa

En este momento están en plan de refaccionar la casa para poder hacerla habitable. Tienen que hacerle toda la instalación de gas y luz, pintarla, y arreglar las paredes y el techo.»Lo bueno es que está cerca del colegio y que los chicos pueden seguir con su rutina. Por suerte los vecinos ayudan mucho pero necesitamos más donaciones de plata y también personas que puedan ayudar con la mano de obra o la donación de materiales», pide Fabiana.

Como colaborar

FB: Para Que Los Hermanos Sigan Juntos(011) 156-457-5848[email protected]Fuente: La Nación