En medio de los elevados índices de delincuencia de los casi 40 asentamientos de la ciudad, este servicio, atendido por los propios habitantes, ha sido fundamental para el tratamiento de muchos pacientes.
La diferencia entre la vida y la muerte
En un caso de emergencia, donde cada segundo cuenta, el conocimiento que estas brigadas tienen de los barrios -donde no hay señalización de calles y los GPS son de poca ayuda– es fundamental para el tratamiento a tiempo de los pacientes, y en ciertas ocasiones incluso, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.Al respecto, Marina Joski, del Movimiento Popular por la Dignidad (MPLD), señala que las cinco ambulancias con las que cuentan atienden un promedio de entre 700 y 800 pacientes al mes. «Esto es muchísimo y tenemos un promedio de llegada entre 3, 7 u 8 minutos, lo cual también es un éxito increíble», añade.
¿Discriminación?
A pesar de sus beneficios, esta iniciativa tiene en su contra el origen mismo de su existencia, que sus miembros definen como la «criminalización» de la salud. Según Pablo Vitale, de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia, es un «tratamiento discriminatorio» no solo con los servicios de salud, sino en relación al resto de los demás servicios públicos que «se prestan en la ciudad de una manera; y de forma muy diferente y deficitaria en las villas».Conseguir que el Estado comprara las ambulancias costó a estos vecinos años de lucha. Es un logro y lo reconocen. Pero todavía falta el reconocimiento institucional que los financie y los ponga a la par de otros servicios.Fuente: actualidad.rt.com