Así fue como Warren Beatty se convirtió en la estrella más rutilante de su generación

El actor protagonizó un momento para la historia en la pasada ceremonia de los Oscar, una anécdota en una carrera plagada de éxitos que rememora en su primera entrevista en profundidad en 25 años.

Warren Beatty

Es primavera y Warren Beatty se encuentra inmerso en el proceso de montaje de La excepción a la regla, la primera película que ha dirigido desde Bulworth (1998), cinta que también protagonizó y cuyo guion es suyo. Se trata de su primera entrevista en profundidad en 25 años.Beatty es uno de los actores más famosos de la segunda mitad del siglo XX; sus antiguas amantes son legión y se le considera uno de los cineastas de mayor éxito de Hollywood. Se convirtió en una estrella de cine antes que nadie: antes que Redford, Dustin, Pacino; antes incluso que su buen amigo Jack Nicholson. A lo largo de su carrera de actor, director, guionista y productor, que abarca casi seis décadas, Warren Beatty ha recibido 14 nominaciones al Oscar y ha logrado el galardón al mejor director, gracias a Rojos (1981). Su nombre aparece en los diarios de Andy Warhol y de JFK y en un sinfín de autobiografías de celebridades. Aunque puede transcurrir una década entre sus largometrajes, cuando ven la luz se convierten en acontecimientos culturales. Ahora, vuelve a subirse a la palestra con La excepción a la regla, el rumoreado reestreno de Bulworth y el inminente quincuagésimo aniversario de Bonnie y Clyde.Después de una semana jugando al gato y al ratón y de varios encuentros postergados, estoy a punto de abandonar toda esperanza de llegar a ver al señor Beatty y preparo el equipaje para marcharme de Los Ángeles. De pronto, el actor me manda un travieso mensaje de texto: “¿Dónde co** está? ¡Llevo segundos y segundos esperándole!”.Bajo a toda velocidad al vestíbulo del hotel Montage de Beverly Hills; Beatty está fuera, en su coche, aparcado en la calle de enfrente. Con 79 años, sigue siendo apuesto, esbelto y carismático. Aunque su cabello a lo Kennedy ya tiene canas, él sigue caminando a grandes zancadas, como los atletas. No bebe ni fuma, y se ha cuidado mucho a lo largo de las décadas. “Si ve usted alguna foto en la que aparezco fumando —dice mientras subimos en coche por un desfiladero—, estaba actuando. Lo que sí me gusta mucho es el olor del humo de los puros”. El mismísimo Fidel Castro, a quien le entusiasmóRojos, le envió una caja de habanos. “Eran increíbles. Me fumaba uno por la noche, después de la cena, y me quedaba hablando hasta las cuatro de la mañana”.Llegamos a su casa, impresionante desde un punto de vista arquitectónico, situada por encima de Mulholland Drive y diseñada por él. “Llevo muchísimo tiempo sin conceder una entrevista”, me explica Beatty mientras la verja se abre y llegamos al camino de entrada que lleva a la vivienda. Lo sigo hasta el salón.Allí vive junto a su mujer desde hace 24 años, la actriz Annette Bening, y dos de sus cuatro hijos. (Inspira ternura ver cómo les manda mensajes de texto a sus cuatro vástagos: Stephen, Ben, Isabel y Ella. Beatty les envía novelas cortas; ellos responden con una única palabra: “Sí”).

Warren Beatty, fotografiado para Vanity Fair.

No obstante, después de que nos instalemos cómodamente en su biblioteca, el actor se queda callado. Quizá porque soy un extraño: quienes le conocen bien aseguran que es el más locuaz de los hombres. Advierto que elige las palabras con cuidado. La situación comienza a ponerse algo incómoda, así que hago acopio de valor y pregunto: “¿En qué está pensando?”. Beatty entrecierra los ojos: “Intento averiguar si puedo confiar en usted”.Después, recorremos en coche la avenida adornada con palmeras que hay detrás del hotel Beverly Hills para ir a cenar. Cuando Beatty va a entrar a un restaurante California Pizza Kitchen, ubicado en la parte menos glamurosa de Wilshire Boulevard, una mujer que está saliendo del establecimiento le reconoce enseguida: “¡Oh, Dios mío, es usted mi actor favorito!”. “Y usted mi actriz preferida”, contesta rápidamente el intérprete. Warren Beatty ha seducido al mundo, y da la impresión de que el mundo sigue enamorado de él.Posteriormente, cuando le pregunto qué es lo mejor de ser famoso, responde: “Le hice la misma pregunta a Jodie Foster, porque ella lleva siéndolo desde los ocho años. Me dijo: ‘Tener acceso a las cosas’. Y acierta. Cuando coges el teléfono, te contestan las llamadas”.La excepción a la regla, cuyo estreno en España está previsto para febrero de este año, se ha presentado como una cinta biográfica sobre el excéntrico multimillonario Howard Hughes, pero en realidad se centra en dos enamorados que aspiran a estar juntos y que se ven inmersos en el laberinto de Hollywood, todo ello ambientado durante la represión sexual de la década de los cincuenta. Beatty interpreta a Howard Hughes en un papel secundario.El cineasta explica: “No es un biopic, aunque en la cinta Howard es un personaje importante. Quería contar la historia de una chica que ha sido la reina de la Fiesta de la Primavera de Winchester, Virginia [Marla Mabrey, a quien da vida Lily Collins], y de un chico metodista de Fresno [Frank Forbes, interpretado por Alden Ehrenreich] que ha recibido las mismas influencias religiosas en las que a mí me educaron. Quería contar su historia y abordar el tema del dinero y la misoginia en el Hollywood de finales de los años cincuenta”.No suele asociarse a Beatty con la culpa y la represión de raíz puritana, pero ese fue el mundo en el que creció en la Virginia conservadora de las décadas de los cuarenta y los cincuenta, contra el que se ha rebelado durante toda su vida. A él y a su hermana, la actriz Shirley MacLaine, los criaron unos padres baptistas sureños. Aun así, imperaba en la familia cierto talante bohemio. La madre era profesora de interpretación; el padre, director de un instituto de enseñanza secundaria; también bastante aficionado a contar historias y un bon vivant. Beatty reconoce que estaba convencido de que si mantenía relaciones sexuales con una chica tenía que casarse con ella; también recuerda que el entrenador de fútbol americano del instituto le dijo, mientras contemplaba a las animadoras que estaban en la banda: “No cargues la batería si no piensas encender las luces”, un consejo que también recibe Frank Forbes en la película. Beatty perdió la virginidad a los 20 años.Sin embargo, el papel de Howard Hughes le viene a Warren como anillo al dedo. Al magnate, un hombre solitario y obsesionado con los detalles, que fue piloto, innovador ingeniero aeronáutico y dueño del estudio cinematográfico RKO, se le consideraba uno de los hombres más misteriosos de Hollywood. Allí corrían también numerosos rumores sobre él, sobre todo en sus últimos años, en los que estuvo hospedado en la planta superior del hotel Desert Inn de las Vegas, viviendo como un ermitaño, rodeado de un plantel de sumisos empleados mormones.Al igual que Hughes, Beatty ha estado alejado de la escena pública cierto tiempo, se ha negado a conceder entrevistas y se ha tomado varios años libres entre una cinta y otra. En Hollywood, el mayor miedo consiste en no trabajar. No obstante, en el caso de Beatty es el trabajo lo que le genera angustia, pues le da un sinfín de vueltas a todos los detalles del proceso de filmación.



Siempre está ocupado, siempre escribe, pero durante las últimas dos décadas también ha estado atareado educando a los “cuatro pequeños satélites” que viven en su casa, tal como describe a sus vástagos, cada uno de ellos con una cultura, una lengua y unas costumbres propias. Estos se han desarrollado de forma espléndida bajo el cuidado de dos progenitores célebres, cuya fama no les impresiona. “Uno de ellos vio hace poco su primera película de Warren Beatty, Rojos, y declaró que ‘le había gustado bastante”, cuenta el actor. Con dos adolescentes todavía en casa, da la sensación de que viven en un hogar gobernado por los hijos para los hijos.Desde el año 1991, ha habido más nacimientos que largometrajes, cosa que a Beatty no le supone el menor problema; de hecho, le encanta. “Creo que he tenido la gran suerte de no estar obligado a rodar película tras película por motivos económicos, por lo que he podido vivir y también hacer cine. En ocasiones, la vida ocupa el primer plano, que es lo que ha pasado al tener cuatro hijos, de modo que ha sido mucho más maravilloso de lo que podría haber imaginado cuando era más joven”.“Warner Bros. estuvo varios años tratando de que hiciera una cinta sobre Howard Hughes —a quien se le daba muy bien crear misterio sobre sus relaciones personales—, sobre el lugar en el que estaba y sobre quién era, sin perder cierto nivel de libertad”, explica Beatty. La película también es una carta de amor a todo lo malo y a todo lo bueno de una Norteamérica que aún dominaban hombres como el magnate.La idea de La excepción a la regla surgió de un episodio de hace 40 años, cuando Beatty estuvo en el hotel Beverly Hills para mantener un discreto encuentro con una joven cuyo nombre no revelaremos. “Yo siempre he sido reservado, pero ahí estaba. No quería que me vieran en ese momento, hace muchísimos años, en ese hotel —cuenta con una sonrisa oblicua—. Fui a ver a esa persona y, mientras avanzaba por el pasillo, me fijé en una puerta abierta en la que había dos hombres de pelo rapado que miraban un televisor. Pensé: ‘Vaya. Prensa sensacionalista’. Al día siguiente, al marcharme, había otros dos tipos que vigilaban desde la misma puerta, y me dije: ‘Mala señal”.Presentó una queja en recepción. “¡Lamento que hayan permitido que los tabloides espíen a mi amiga!”, exclamó. Y le contestaron: “¿Nos puede guardar el secreto? Esas personas no trabajan en ningún tabloide, sino para el señor Hughes, que tiene siete suites y cinco bungalós”.

A Beatty le picó la curiosidad. ¿Por qué el huraño magnate necesitaba todas aquellas habitaciones? Al cabo de un rato, “¡empezó a interesarme más por qué me interesaba ese detalle, y no tanto Howard Hughes!”, añade con una carcajada.Pero no siempre se codeó con las altas esferas de Hollywood. De hecho, esta antigua estrella de fútbol americano no tenía intención de convertirse en actor. “Dejé la Northwestern University al cabo de un año —recuerda Beatty—, y me fui a Nueva York a tocar el piano en un pequeño bar de la calle 58; no sabía si volver o no. Alguien me dijo: ‘Deberías ir a ver a Stella Adler [famosa profesora de actores]. Le ha dado clase a Marlon Brando’. Contesté: ‘¿Y esa quién es?’. Yo no era más que un paleto jugador de fútbol de Virginia. Tuve suerte. Era muy joven”.El actor se mudó a Hollywood en el momento en el que la antigua estructura de los estudios estaba desapareciendo y firmó un contrato de cinco películas con la Metro-Goldwyn-Mayer.Seis semanas después de su llegada a la meca del cine, el dramaturgo William Inge y el director Daniel Mann lo abordaron y le preguntaron si le interesaba aparecer en la nueva obra de Inge para Broadway, A Loss of Roses. El intérprete regresó a la Gran Manzana para participar en el proyecto. La obra fue un fracaso, pero Elia Kazan lo vio y le dio el papel de Bud en Esplendor en la hierba, de 1961.

Aldren Ehrenreich, coprotagonista de Warren en su última película.

El recuerdo de la sensación de culpa y la represión de su adolescencia seguía en su interior, lo cual explica en parte por qué resulta tan desgarradoramente convincente en el personaje del torturado y joven Bud, enamorado de la trágica Deanie Loomis (a quien encarna Natalie Wood) en Esplendor en la hierba y también explica por qué ahora ha retomado este tema. El largometraje supuso el pistoletazo de salida de la carrera cinematográfica de Beatty. Con 24 años se convirtió en una estrella, lo cual tendría que haber sido el pasaporte para conseguir todos los papeles, pero el que él quería, el de Paolo, el gigoló italiano que aparece en La primavera romana de la señora Stone (adaptación de una novela de Tennessee Williams), no lo consiguió. “Me dijeron que me iban a pagar 20.000 dólares, y yo estaba listo para empezar. Pero después me contaron: ‘Lo sentimos, pero Tennessee Williams tiene poder de decisión sobre el reparto, y opina que quien haga el papel tiene que ser italiano. No va a aceptar a un norteamericano’. Y pensé: ‘¿Hay algo que pueda hacer?”.El intérprete llamó a la agente del dramaturgo, Audrey Wood, quien le dijo: “Tennessee está en Puerto Rico, la verdad es que anda un poco deprimido. También padece unas úlceras de estómago que se le han agravado por culpa del estreno de la obra”.En aquella época Beatty nunca había estado en Italia y creía que todos los italianos eran muy morenos. “Compré un producto que acababa de salir y que se llamaba Bronceador Masculino. Me embadurné de Bronceador Masculino. Conseguí lo que consideraba que era una especie de traje de chulo, ajustado a mi talla y todo, cogí un avión a Puerto Rico y me dirigí al Caribe Hilton”. El actor se presentó en el casino para buscar al dramaturgo. Estuvo espiando a Tennessee, quien se hallaba encorvado delante de una mesa de blackjack. “Tomaba leche, por lo de las úlceras. Era un error, pero era lo que la gente hacía en esa época”, rememora.Beatty le pidió a un camarero que le llevara un vaso de leche, una bandeja y un cuaderno, en el que escribió: “Lo que usted diga. Paolo”, y mandó que se lo entregaran todo a Williams. “El camarero se quedó perplejo, pero accedió”.Distraído, el dramaturgo cogió la nota y la leyó. Se dio la vuelta y miró en dirección a la puerta, hacia donde le señalaba el camarero. “Tennessee me vio y dijo: ‘Vale, has conseguido el puto papel”.Muchas personas han animado a Beatty a que entrara en la política, incluso a que compitiera por la presidencia; esto se lo seguían sugiriendo en 1991. Aunque nunca ha optado a ningún cargo público, la política le apasiona. En 1972 apoyó a George McGovern cuando este presentó una fallida candidatura con la que se enfrentaba a Richard Nixon para alcanzar la presidencia.En este ámbito, Beatty casi siempre ha actuado con discreción. Demasiado cauto, quizá, y demasiado celoso de su vida privada, el cineasta ha acabado negándose a desempeñar cualquier cargo público. En 1976 no quiso participar en las primarias de Nuevo Hampshire contra Jimmy Carter. “Tiene que haber alguien mejor”, esa ha sido siempre su respuesta a quienes lo han instado a presentarse. Su explícito rechazo a ciertas medidas que propuso el gobernador Arnold Schwarzenegger le granjeó la enemistad de este culturista y político. Sin embargo, a pesar de haber sido demócrata toda la vida, a Beatty le caían bien los Reagan, sobre todo Nancy. Recuerda que, cuando les proyectó Rojos a Ronald y Nancy, el presidente y ex estrella de cine le dijo: “Empieza a dar la impresión de que solamente hay una industria: la del espectáculo”.De Warren Beatty se ha dicho que es “un samurái del sexo” y “un modelo de discreción”. Según se comenta, en una breve lista de sus amoríos se encuentran (por orden alfabético) Isabelle Adjani, Brigitte Bardot, Cher, Julie Christie, Joan Collins, Goldie Hawn, Diane Keaton, Elle Macpherson, Madonna, Michelle Phillips, Diana Ross, Barbra Streisand y Liv Ullmann.También tuvo una breve cita con Marilyn Monroe. El actor Peter Lawford le invitó a su casa de Malibú, donde se iba a celebrar una velada de tacos y póquer, y allí estaba Monroe. “Nunca había visto nada tan bello”, recuerda Beatty. La intérprete le propuso que dieran un paseo por la playa, cosa que hicieron. “Aquello fue más tierno que romántico”. De nuevo en la casa, él tocó el piano y Marilyn se sentó en el borde del instrumento, con un atuendo tan ceñido que Beatty notó que no llevaba ropa interior.—¿Cuántos años tienes? —le preguntó la actriz.—Veinticinco —contestó él—. ¿Y tú? —añadió con descaro.—Tres. Seis —dijo ella, como si no quisiera juntar los dos números.Para entonces ya les habían servido los tacos; esa noche nadie jugó de veras al póquer. Warren advirtió que Marilyn estaba un poco achispada por el champán, antes incluso de que anocheciera.

Lilly Collins y Alden Ehrenreich, protagonistas de

Al día siguiente lo llamó Harold, hermano del productor Walter Mirisch. “¿No te has enterado? —le preguntó—. Ha muerto Marilyn Monroe”. Beatty fue una de las últimas personas en verla con vida, un episodio que solo narra a regañadientes. Es verdad que es una de las personas más discretas de Hollywood, en una ciudad y una industria que viven sumergidas en sus propios cotilleos.Beatty tuvo otro encuentro con un célebre seductor, el dramaturgo Noël Coward, en el hotel Savoy de Londres. El consumado artista de las tablas le preguntó al intérprete:—Querido muchacho, ¿ha probado usted alguna vez la homosexualidad?—No. En este momento no doy abasto —respondió con diplomacia, como siempre.—Pues la verdad es que debería. Es maravillosa.Beatty refuta gran parte de lo que se ha escrito sobre él, sobre todo en lo referente a sus relaciones amorosas. “Se han afirmado sobre mí muchísimas cosas que son inventadas”.El actor idolatra a Elia Kazan y cree que le debe su carrera profesional, pero incluso el director se equivocó en su libro Elia Kazan, mi vida al afirmar que Warren y Natalie Wood iniciaron su romance durante la filmación de Esplendor en la hierba; dicha relación comenzó un año después, según Beatty. En otra biografía, su autor promocionó el libro “citando un número delirante de relaciones con mujeres (12.775). Si nos paramos a analizar la cuestión, ahora llevo 24 años casado y nunca he escondido que viví una juventud muy marcada por la religión y que no empecé con este tema hasta tarde, con 20 años. ¡De manera que tendría que haber estado con unas tres o cuatro personas por día, ninguna de ellas repetida jamás!”. Descontando 24 años de buen comportamiento, esto supondría en torno a 342 mujeres al año. Quizá acierta el actor al citar a Napoleón: “La historia es una serie de mentiras sobre las que hay un consenso general”.Sobre la cuestión de negar los rumores, opina: “Es mejor no responder, porque entonces entras en un toma y daca. Devuelves la pelota. Y quienes están explotando la mentira pueden utilizarla de nuevo, así que cobra una relevancia tres veces mayor. Este es un tema que para mí está muy pasado”. Desde luego, a su matrimonio no parecen haberle afectado esos rumores falsos.»Annette es una mujer muy singular”, asegura David Geffen. Este coloso del entretenimiento conoce a Beatty desde hace más de cuatro décadas. “Hace falta tener mucha seguridad para casarse con Warren, que es un marido y un padre extraordinario, y que antes fue un extraordinario donjuán”.Warren y Annette se conocieron en 1991, cuando él le dio a ella el papel de la famosa joven de vida alegre Virginia Hill en Bugsy. La primera vez que la entrevistó, le dijo: “Quiero que sepas que no te voy a tirar los tejos”. No obstante, al acabar el rodaje, el actor se dio cuenta de que rompería su promesa. Llamó a Mike Nichols, quien había dirigido a Beatty en Dos pillos y una herencia y a Annette en A propósito de Henry y Postales desde el filo, para contarle que se iba a casar con “la actriz Annette Bening”; Nichols le comentó: “Bueno, hay una cosa que deberías saber de ella… —Un largo silencio—. Es perfecta”. Cuando le pregunto a Beatty qué haría si llegase a descubrir que su mujer ha tenido una aventura con otra persona, contesta: “Me desmayaría. Y después, al despertarme, intentaría ser moderno”.Hablo con Annette una tarde, justo antes de que se vaya al gimnasio, y le pregunto cómo es su marido como director. “Es extraordinario, porque se esfuerza muchísimo. Lo cual resulta cierto en casi todas las personas con talento”, me contesta. “Todos los que han colaborado con él saben que le encantan los actores y que los respeta, y también respeta su inteligencia”. Reconoce habérselo pasado en grande durante el rodaje de La excepción a la regla. “Improvisábamos; hacíamos una toma y él nos decía: ‘Vale, haced lo que queráis’. ¡Eso me chifla! Cuando te rodea una buena infraestructura, improvisar es todo un placer”.Lily Collins, la intérprete de 27 años que dejó impresionados a Warren Beatty y a todo el mundo en Blancanieves (Mirror, Mirror), largometraje de 2012, es hija del batería de Genesis y estrella de pop Phil Collins. Su personaje en la película, Marla, se pasa la vida esperando a que Howard Hughes le haga una prueba de cámara, cosa que le causa gran desconfianza a su madre, Lucy Mabrey, a quien encarna Bening.—No llegamos a hacer una audición, solo pasamos un mes viéndonos y charlando. Creo que Warren me estuvo haciendo la audición en esos encuentros, y eso forma parte de su brillantez. Sabe lo que busca —cuenta Collins.Marla resulta ser un personaje con carácter, que le planta cara a su estricta y entrometida madre. “Me parece que esto es muy propio de él, porque le encantan las mujeres fuertes. No hay duda de por qué Annete es su esposa; ¡es una mujer de lo más increíble, intelectual, valiente y elocuente, y eso le encanta!”.Beatty conoció a Alden Ehrenreich en 2009, después de verlo en su primera cinta, Tetro, dirigida por Francis Ford Coppola, cuando el joven solo tenía 19 años. Su audición para La excepción a la regla duró cinco años, más incluso que la de Lily. “Durante los primeros dos no me dejó leer el guion, así que me limité a conocerlo a él. Warren me estaba estudiando, en cierto modo. Creo que parecía que era demasiado joven para el papel, pero cuando lo rodamos, en 2014, ya tenía 24 años”.—Warren no tiene edad. Es eterno, vive sin miedo. Es… muy singular. No hay nadie como él  —afirma Lily Collins—.  Annette y él han fundado una familia increíble. Sus hijos son, en todos los sentidos, normales, lo cual demuestra cómo los han educado.Si Beatty fue un revolucionario dentro del ámbito sexual en la época que sucedió a las estrictas costumbres de los años cincuenta, su primer vástago lo es en la nuestra. Stephen es activista de la comunidad transgénero y está poniendo en cuestión las normas culturales en torno a la sexualidad. Con 14 años declaró que se encontraba en el proceso de reasignación de género y se cambió el nombre, que de Kathlyn Elizabeth pasó a ser Stephen Ira. Poeta y escritor, publicó en la web WeHappyTrans un artículo titulado Respuesta a siete preguntas, centrado en su identidad sexual. Impresiona la desenfadada inteligencia del joven, que consigue resultar ameno, erudito y elocuente, todo a la vez. —Es un revolucionario, un genio, y también mi héroe, como lo son todos mis hijos —dice Beatty sobre Stephen.Ahora, sus vástagos se han hecho mayores y dos de ellos ya no viven con él. “Lo del nido vacío te lleva a decir: ‘Bueno, a lo mejor debería salir a hacer una película’. Ya lo afirmó Cocteau [citando al poeta francés Paul Valéry]: ‘Un poema nunca se termina, solo se abandona’. Pasa lo mismo con los largometrajes, con los hijos. Sigues trabajando en ellos, y sigues, pero luego tienes que dejarque vuelen”.Fuente: revistavanityfair.es