De cada siete hojas de coca…

Adolfo Oso MierChistologo

En Bolivia, al parecer, se destinan siete hojas de coca  para hacer un mate que combata el mal de altura y con las diez mil toneladas restantes se hace cocaína, cosa que puede ser un poco más un poco menos, pero con  la coca se hace mucha cocaína, mucha política, mucha plata, mucha corrupción y su industrialización en ingentes cantidades, es un cuento chino pero made in Bolivia.

Hay un oficialista que aporta a esta preocupación mundial, afirmando que en Santa Cruz es donde más coca se consume pero eso no nos convierte en opositores afirmando “que la hoja sagrada sería para fines ilegales”.



Para despejar toda duda, no estaría mal que haya un bono donde cada ciudadano reciba los 50 kilos que le tocan por piocha, para tapar con coca las goteras de nuestros techos.Es cierto que el norte argentino se acullica, que a lo mejor menonitas, chinos y cualquier extranjero haya aprendido a acullicar pero negar que producimos coca en el Chapare para la cocaína, es como afirmar que Donald Trump, es un buen tipo que come tacos mexicanos.Nos van a hacer creer que miles de personas pisan coca, para hacerla polvo y así, evitar la elaboración de la pichicata.Hay un chiste viejo que ilustra nuestra realidad. Un próspero industrial tuvo la brillante idea de elaborar un manjar; haciendo pasta con lenguas de colibrí. Obviamente el precio era descomunal y para obtener mayor rendimiento, tuvo que mezclar la lengua del colibrí con la carne de caballo. ¿Y en qué proporción? Fue la pregunta de rigor; un colibrí, un caballo.Para mí, la única hoja sagrada es la Gillete. Mi primera afeitada fue con esa marca, marca tan fuerte que nunca se dijo hoja de afeitar, sino “la gillete”. Pasé desde que la afeitada empezaba con una brocha que sacaba espuma y con ella se cubría la piel para ser rasurada, hasta la que usa ahora Neymar.Perdonen que me emocione, pero no había travesura más grande que afeitarse con la máquina de papá que, en sus inicios, al menor descuido te hacía un tajo. Mi madre me ponía clara de huevo a mi sangrante herida y terminaba el drama. No es lo mismo que la coca. Ni con huevo de peta vamos a frenar una producción de la droga maldita.