La terrible infancia de Viola Davis

La actriz Viola Davis

Viola Davis (51 años) está de moda. La actriz estadounidense acaba de ser galadornada con un Oscar por su papel en la película «Fences», que protagoniza junto a Denzel Washington. Desde hace algunos años, la intérprete se ha hecho muy popular -gracias en parte a la serie «Cómo defender a un asesino»- y muchos medios están interesados en tener la oportunidad de entrevistarla.La revista «People» ha conseguido contar con la estrella de Hollywood en el número de marzo de la publicación. En ella, Davis ha confesado algunos dolorosos secretos de su vida que se desconocían.Su niñez, que transcurrió en Carolina del Sur, estuvo marcada por la pobreza. De hecho fue tan difícil y tenían tan poco dinero en su familia que nunca pudieron comprar una cámara de fotos: «La única imagen que tengo de mi infancia es una de la guardería. Tengo una expresión que no es una sonrisa, pero tampoco estoy frunciendo el ceño».

«Juro que sigo siendo esa misma niña cada vez que me levanto por la mañana y veo todo lo que tengo a mi alrededor y en mi vida y pienso: ‘No puedo creer lo que Dios me ha bendecido», expresa, orgullosa de todo lo que ha conseguido. 



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«Siempre supe que era la más pobre de la gente que me rodeaba. Nuestro ambiente y nuestro espacio físico reflejaban el poder adquisitivo de mi familia. Las tablas hacían de paredes, las tuberías eran de mala calidad. No teníamos teléfono ni comida», añade.

Uno de los episodios más tristes que recuerda es la época en la que tenía que ponerse harapos por el cuello para evitar que las ratas que tenían en casa le comieran trozos de su piel. Aun así, su familia nunca se rindió y ella siempre se mantuvo positiva.

Años después de esta terrible infancia, la fama le ha llegado y con ella, los lujos y el dinero, pero pese a la grandeza, no ha dejado de tener los pies en el suelo. «El problema con la pobreza radica en que te comienza a afectar la mente y el espíritu porque eres invisible para la gente. Pero yo desde muy joven decidí que no quería esa clase de vida. Y haber vivido así me permite valorar mucho y apreciar lo que ahora tengo porque nunca antes lo tuve. Un jardín, una casa, tuberías en buen estado, una nevera llena, eso que la gente siempre da por sentado, yo no lo tuve», concluye.

Fuente: www.abc.es