Mentes (femeninas) brillantes

Francesco ZarattiSi preguntara a quemarropa por el nombre de una mujer científica, quien sabe «siete de 10 bolivianos” nombraría a Madame Curie (Marie Sklodowska), la química franco-polaca del siglo XX que se hizo merecedora de dos premios Nobel (Física, 1903, y Química, 1911). Sin embargo no es la única, ni tal vez la más brillante mente científica femenina de la historia.Desde Hipatia, la matemática, filósofa y tal vez feminista ante litteram del siglo V en Alejandría, recordada universalmente por haber sido linchada, muerta y quemada por una turba de fanáticos cristianos de su levantisca ciudad, hasta Fabiola Gianotti, la actual directora del Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN), la historia de la ciencia está sembrada por la contribución de eminentes mentes femeninas. Las hay matemáticas, astrofísicas, paleontólogas, genetistas, entre otras.Una nota reciente de la BBC me ha traído a la memoria una figura gigante de las matemáticas de comienzo del siglo pasado, la alemana Emmy Noether, cuya notoriedad debería ser mucho mayor de la que suele tener en la opinión pública.Al igual que sus colegas científicas de todos los tiempos, Emmy Noether (nacida el año 1882 en el seno de una familia judía de Bavaria) no la tuvo fácil. A pesar de su brillantez intelectual y de ser hija de un ilustre matemático (Max Noether) fue impedida de ingresar a la Universidad de Erlagen para estudiar matemáticas durante dos años por ser mujer. Finalmente lo logró, pero sujeta al humor de cada profesor que podía o no aceptarla en su curso. Después de graduarse (1907) enseñó durante siete años en su misma universidad, pero no oficialmente, sólo ad honorem, hasta que fue llamada por David Hilbert, el más influyente matemático del siglo XX, a colaborarle como asistente en la prestigiosa Universidad de Gotinga.Sin embargo, debido a la oposición de algunos profesores, no pudo ser incorporada al plantel docente. De hecho, sólo pudo dar clases en reemplazo de Hilbert y sin derecho a un salario. Emmy Noether fue echada de la docencia por el nazismo, esta vez por judía, y se vio obligada a emigrar a Estados Unidos, donde enseñó matemática en Princeton hasta su muerte (1935). La discriminación y la intolerancia que tuvo que soportar Emmy a lo largo de su carrera académica sólo fue superada por su tenacidad por seguir investigando durante toda su vida.Uno de los recuerdos más emotivos que tengo de mi carrera de estudiante está vinculado a Emmy Noether. Fue el encuentro con el Teorema de Noether (formulado en 1915), sin saber quién era ese genio (ni interesarme por eso); sería tal vez uno de los tantos matemáticos alemanes de comienzos del siglo XX. Me enamoré del Teorema de Noether a primera vista y hasta ahora me parece una de las cúspides de la físico-matemática.En palabras simples, el teorema relaciona dos aspectos de la naturaleza aparentemente muy diferentes: la conservación de algunas magnitudes físicas, como la energía, el momentum y la carga, con simetrías matemáticas de esas magnitudes. Por ejemplo, la conservación de la energía (que, según lo aprendido en el colegio, no se crea ni se destruye, sólo se transforma) está relacionada con la simetría de un sistema físico con respecto a traslaciones en el tiempo.Albert Einstein valoró mucho el aporte de Noether a la Física Cuántica, a la Teoría del Campo y a su Teoría de la Relatividad, al grado de considerar a la científica alemana la mayor matemática de la historia. Por su parte, David Hilbert nos ha dejado una respuesta genial sobre la discriminación de género en la academia: «No veo por qué el sexo de los candidatos sea un argumento contra su admisión. ¡Somos una universidad, no un sauna!”. Página Siete – La Paz