La Capilla Sixtina, de viaje: quieren que recorra el país

Proyectan un edificio móvil, de grandes medidas, y con reproducciones fieles de sus frescos.   

Imponente. La Capilla Sixtina es una de las joyas de la cultura universal.



Esta vez no se trata de la metafórica premisa que dice que, si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma, sino de algo cercano a la realidad: que, como muchos no pueden viajar hasta El Vaticano para contemplarla, la majestuosa Capilla Sixtina -joya del Renacimiento y ámbito de una de las obras cumbre de la pintura universal- se acerque a ellos. No es que la vayan a desarmar ni que le pongan rueditas. Las nuevas tecnologías permiten hoy hacer una reproducción desmontable que puede dejar boquiabierto al más pintado. No es una idea en incubación. Ya se probó en varias ciudades de México y fue todo un éxito: más de dos millones la visitaron y quedaron maravillados. ¿El próximo destino?: en los pasillos vaticanos se afirma que sería casi con certeza la Argentina. ¿Cuándo? Muy probablemente el año que viene. Para ser exactos, 27 metros de altura, 78 de largo y 36 de ancho.

En México. La construcción de la Capilla Sixtina. / Notimex

Todo comenzó de casualidad -o resultó providencial, si se lo pone en categorías religiosas- cuando hace unos años se iniciaron los trabajos para digitalizar el patrimonio cultural y archivístico del Vaticano con cámaras fotográficas de última generación. Los realizadores decidieron empezar por la Capilla Sixtina con sus deslumbrantes frescos de Miguel Angel. Durante varias noches capturaron un millón de imágenes de muy alta definición. Pero al comprobar que se podían ampliar al tamaño real sin que perdieran calidad -más aún, mantenían una asombrosa fidelidad- surgió la idea de reproducir la capilla estampando las imágenes en telas perfectamente ensambladas, dispuestas en estructuras desmontables para poder emplazarla en cualquier parte. El experimento funcionó: todo sonaba muy parecido a lo real. Ni siquiera requería contenedores para el traslado: sólo un pendrive.

La idea cerraba, además, por todos lados. La posibilidad de “acercar” la Capilla Sixtina a la gente que no puede viajar a Italia hacía juego con el deseo del Papa Francisco de que todos, no sólo los que tienen recursos, puedan acceder a los tesoros artísticos del Vaticano y, a la vez, al mensaje religioso que -en este caso- implica esta singular obra levantada como parte del Palacio Apostólico. Porque, vale recordar, los frescos recrean escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento, por caso de la vida de Moisés y Jesús, a través inicialmente de pintores como Sandro Botticelli, Pietro Perugino, Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cosimo Rosselli y Luca Signorelli. Y luego del mismísimo Miguel Angel, con su descomunal obra en la bóveda (unos 460 metros cuadrados) y, luego el célebre Juicio Final en la pared que está detrás del altar.

Igualita. Visitantes observan una reproducción de la Capilla Sixtina instalada en el Museo de la Revolución, en Ciudad de México. /EFE

En rigor, la Capilla Sixtina tal como hoy se la conoce, es fruto de la restauración de la antigua capilla del Palacio Apostólico. La obra fue ordenada por el Papa Sixto IV (de allí el nombre de Sixtina) y se realizó entre 1473 y 1481 (los frescos se terminaron en 1482). Sexto consagró el templo en 1483. A su muerte, su sucesor Julio II convocó a Miguel Angel, que pintó la bóveda entre 1508 y 1512 y El Juicio Final, entre 1536 y 1541. Pero pasarían muchos años hasta que la capilla se convirtiera en la sede de los cónclaves, es decir, de la elección de los pontífices. Recién lo hizo a partir de 1878. E incluyó la célebre estufa que con su humo negro y blanco avisa si hay o no nuevo Papa.

A lo largo de su historia, la Capilla Sixtina no estuvo exenta de todo tipo de acechanzas. Desde las guerras hasta las menos imperceptibles como la de los hongos o la gran afluencia de turistas que cambiaban el medio ambiente y que obligaron a restauraciones, a veces no exentas de polémicas, reducción de visitas y otras medidas. Y donde lo rudimentario se cruzó con la tecnología en un curioso contraste. Por caso, cuando un incorrecto uso de la chimenea, durante el cónclave de 2005, que eligió a Benedicto XVI, provocó que el humo inundara la capilla y sofocara a los cardenales. O como cuando en aquella y en la última elección papal, que consagró a Jorge Bergoglio, fue protegida de los servicios secretos con un escudo tecnológico que impedía captar desde afuera las conversaciones o que eventuales infieles usaran sus celulares desde dentro.

Lo cierto es que, enterado el gobernador de la Ciudad del Vaticano, cardenal Giuseppe Bertello, de la posibilidad de una Capilla Sixtina itinerante, aceptó una prueba piloto en México, país en el que había sido Nuncio Apostólico (embajador del Papa) durante muchos años. Así, la estructura se instaló primero en la ciudad de México, luego en Tocula, Puebla, León, Guadalajara y Monterrey. Cuando se llegó al visitante número dos millones se le obsequió un viaje al Vaticano. La beneficiada, una mujer de 77 años de pocos recursos, cumplió su sueño la semana pasada: estuvo en la Santa Sede y a las 7 de la mañana, sin público, entró emocionada a la verdadera Capilla Sixtina.

La noticia del emplazamiento en la Argentina de una reproducción del templo se filtró ayer, casi sin querer, durante la presentación en Roma del documental Mi idea del arte, basado en un libro editado en 2015 donde el Papa Francisco expresaba sus preferencias artísticas. La presentadora fue la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta -la primer mujer en ocupar ese puesto- quien, ante una pregunta, dijo que “es una posibilidad que se está estudiando”. Entre los presentes se contaba Alejandro Marmo, un escultor argentino muy valorado por Francisco, quien elogió entre sus obras el Cristo Obrero y la Virgen de Luján, y quien sería un gran impulsor de que se haga en el país, proyecto que estaría muy avanzado.

Con todo, las fuentes dijeron a Clarín que todavía no está definido en que ciudades sería emplazado. No habría que descartar zonas populosas conociendo la especial preocupación de Francisco por los pobres. Además, podría ser -dicen observadores- una excelente actividad, entre otras, de una preparación para la demorada visita del Papa a su patria.

Presencia en Mexico

En junio del año pasado, una réplica exacta de la Capilla Sixtina se abrió por primera vez fuera del Vaticano. Ocurrió en el Distrito Federal mexicano y, en la capital del país con más fieles católicos del planeta, recibió un millón de visitantes en poco más de dos meses. Tratándose de un edificio “desmontable”, empezó a itinerar. La semana que viene estará en su cuarto destino, la capital del estado de Chiapas.

¿De qué se trata? Es una estructura tridimensional con reproducciones fotográficas del interior de la capilla, en un edificio con altura de 22 metros, largo de 67 y ancho de 28 metros. Contiene 3 mil metros cuadrados de impresión en tela sublimada y ocupa 510 metros cuadrados. La instalación, en cada traslado, requiere del intenso trabajo de escultores, pintores, herreros y carpinteros.

Con características diferentes, existe otra reproducción de la cúpula de la Capilla Sixtina: en la iglesia parroquial de los Mártires Ingleses en West Sussex, en el Reino Unido. La creó el artista local Gary Bevans, entre 1987 y 1993.

Fuente: clarin.com