La decisión de la repostulación le compete al soberano

Rolando Tellería A.*Si es que efectivamente no quieren respetar la decisión del soberano, que el 21 de febrero del 2016 rechazó modificar el artículo 168 de la Constitución Política del Estado para una nueva habilitación del caudillo en las elecciones del 2019; mínimamente, tienen la obligación -aun cuando en el peor de los casos- de volver a consultar al pueblo esa empecinada y obsesiva repostulación.Sin embargo, esto no parece estar claro en la nomenclatura masista, cuyo sueño, ni duda cabe, es el poder eterno. La afirmación del vicepresidente, en el departamento de Pando el 5 de junio pasado, de que “Evo será un candidato invencible el 2019”; de manera flagrante denuncia la intención oficialista de habilitar a Evo para su cuarta postulación, evitando un nuevo referendo. En esta aseveración subyace esa perversa intención, pues no hace referencia al requisito previo de la consulta popular.Claro está en la cúpula masista que una nueva consulta terminaría por liquidar la cínica ambición. Están conscientes de que la pérdida de popularidad del caudillo es cada día más evidente. Los últimos sondeos de opinión corroboran esta inexorable tendencia. Para el oficialismo, el panorama político-electoral de una nueva consulta es ciertamente sombrío. De modo que la “ventiúnica” salida es la habilitación directa.En esa perspectiva, en el palacio quemado, la sede de los “demonios azules”, en función de la decisión política asumida, se barajan varias posibilidades. Siguiendo las formulaciones de Maquiavelo, poco o nada les interesará la forma o los medios. El fin es habilitarlo para convertirlo, en palabras de García Linera, en un “candidato invencible”.Es probable, en el panorama político actual, que evidentemente sea un candidato invencible, empero un eventual triunfo de Morales el 2019, en el mejor de los casos, obligaría a una segunda vuelta. Evo ya no es el aquel “fenómeno político”. Su popularidad y legitimidad están en franca erosión. Ya no cuenta con ese enorme “capital político” que le permitió sortear cómodamente varias batallas electorales. Las monumentales mentiras, la megacorrupción, el desmedido abuso de poder, la manipulación judicial, la infranqueable distancia entre el discurso y la praxis política, así como la poca decencia en el ejercicio del gobierno; han provocado un divorcio irreconciliable con aquel electorado –básicamente clases medias- que le permitía amplias y cómodas victorias. Los últimos sondeos de opinión dan cuenta que se habrían quedado solo con su “voto duro”, que alcanza a un poco más de un tercio de los electores. De los otros dos tercios, uno siempre fue “voto duro antimasista”. El otro, el de las clases medias, es el que precisamente ya habría perdido el MAS por los factores antes mencionados. En ese tercio del electorado son abrumadores los sentimientos de indignación, irritación, bronca y rechazo en contra del régimen de Morales.El poder no solo embriago a la élite azul, literalmente: se “intoxicaron” con el exceso y la concentración de poder, cuyo efecto es más pernicioso aún y se expresa en la soberbia y en los cotidianos abusos de poder.Ahora bien, la habilitación directa se constituiría en un vil atentado no solo a la voluntad popular, sino a la misma democracia. La decisión fácilmente puede ser leída como un intento de mantenerse el poder a cualquier costa, más allá del discurso invocado sobre la agenda 2025. La intención, parece, es más oscura: les causa intenso miedo y pavor el “después”.La querella de la repostulación se tiene que disipar democráticamente, es decir, en las urnas. La decisión, legitima y constitucional, le compete exclusivamente al pueblo. Lo contrario, se construiría en un evidente golpe a la democracia.*Profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San SimónEl Día – Santa Cruz