Pesando estrellas

Alejandro F. MercadoEl hombre cuenta con una eficaz arma que le permite ir acumulando victorias: el método científico.El universo está ahí, inmenso, desconocido, desafiante. Frente a ello está el espíritu humano, curioso, atrevido, invencible, para desentrañar sus secretos en la excitante búsqueda por comprender las leyes que lo regulan. En este enfrentamiento entre la oscuridad de la ignorancia y la luz del conocimiento, el hombre cuenta con una eficaz arma que le permite ir acumulando victorias: el método científico.En ciertas ocasiones lograr la victoria en alguna batalla nos parece inalcanzable, y caemos en una especie de desasosiego, como ocurrió cuando parecía imposible explicar la fuerza de la gravedad o, posteriormente, cuando el propio Albert Einstein sostuvo que no había esperanza de observar de manera directa los efectos gravitacionales de la masa de una estrella; pero la invencibilidad del espíritu humano y la fortaleza de nuestro método científico nos permitieron ir más allá.Hace más de 300 años Isaac Newton realizó uno de los más grandes descubrimientos para la ciencia, la Ley de Gravitación Universal, que establecía que los cuerpos se atraen unos a otros con una fuerza directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional a la distancia que separa sus centros. Sin embargo, esta fuerza gravitatoria no tenía mayor explicación y se constituyó en una de las mayores incógnitas de la ciencia.Tuvieron que transcurrir más de 200 años para que esta incógnita sea dilucidada gracias a la Teoría General de la Relatividad, la cual puede ser considerada como una teoría del campo gravitatorio. Según Einstein, si bien la fuerza de la gravedad está presente en cualquier espacio donde exista un cuerpo y la atracción de los cuerpos se explicaría por esta relación, en realidad no se trataba de ninguna fuerza, sino simplemente de geometría. Lo que ocurre es que cualquier cuerpo en el espacio deforma el “espacio-tiempo”, y ello hace que los cuerpos se atraigan entre sí.Pues bien, con base en ello, parecía posible medir la masa de las estrellas, pero la cosa no era tan simple. La gradiente que generan los cuerpos en el espacio-tiempo no es observable y las observaciones sobre los efectos que sobre la luz ejercen los campos gravitacionales solamente estaban descritas en el plano teórico; no obstante, aunque tuvieron que pasar más de 100 años, la invencibilidad del espíritu humano y el método científico volvieron a dar la respuesta. Los investigadores del Space Telescope Science Institute de Estados Unidos han logrado determinar la masa de una estrella enana blanca y, con ello, dar un nuevo gran salto en nuestros conocimientos.La Razón – La Paz