¿Qué esperamos de Chile?

Manfredo Kempff SuárezTenemos la impresión de que en el Gobierno se ha producido un terrible bloqueo con Chile y que esta actitud, alentada desde el poder, está haciendo perder el norte a todos los bolivianos. Si desde el amanecer salen disparados los “tuits” de S.E. convocando a la batalla contra nuestros vecinos, es natural que ninguno de sus ministros quiera quedarse atrás, ni tampoco los parlamentarios oficialistas, ni todo aquel que equivocadamente se considere patriota si agrega más embestidas contra los chilenos.Hace meses, cuando S.E. empezó a utilizar el Twitter, manifestamos desde este medio nuestro temor porque nuestra ya malograda diplomacia se saliera de madre obedeciendo las confusas señales que procedían del Palacio Quemado. No nos equivocamos y ahora vemos cómo S.E., apoderado de ese ingenio peligroso que es el Twitter (ahora tan utilizado hasta por el presidente norteamericano), ha dejado de lado a la Cancillería, al Gabinete, a sus asesores si los tiene, y se ha dedicado a hacer lo que más le gusta: pelear.Chile es su blanco preferido naturalmente, aun cuando está instaurada una demanda en la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) y será ahí donde se dirimirán nuestras diferencias con la nación transandina, si es que la Corte tiene el suficiente coraje para hacerlo y no se queda navegando entre ambas aguas. Sabemos que, si nos va bien como parece, el mar no lo vamos a obtener en La Haya sino después, cara a cara, negociando. No es que el gobierno chileno no se merezca algunas de las cosas que le dice S.E., sino que no podemos vivir en permanente guerra cibernética entre ambos países, porque Bolivia no va a obtener ningún beneficio mayor. Creemos que el justo reclamo nacional está instalado plenamente en la opinión internacional que nos tiene simpatía y comprensión, pero que con “tuits” aguerridos no se va a conseguir nada más que no sean respuestas atrevidas de los chilenos, que son de esperar. S.E. no tiene por qué estar intercambiando denuestos con diputados o alcaldes mapochinos, ni siquiera con el canciller Muñoz. La presidenta Bachelet no intercambiaría mensajes descomedidos con el ministro Huanacuni.El Twitter palaciego, que no cesa de respaldar a la violenta dictadura de Nicolás Maduro, que se dispara frecuentemente nada menos que contra Donald Trump, y que establece criterios precipitados sobre Siria, Israel, Irán, o sobre cualquier tema internacional, asusta realmente. Estamos tratando de jugar a gran potencia y no queremos ver que seguimos siendo una pobre nación sudamericana. La diplomacia no puede ser una ingeniosa ocurrencia que se produce a la hora del desayuno o al calor de alguna de las semanales concentraciones de alborotados partidarios en que participa S.E. Sabemos que eso lo anima hasta el paroxismo, que va a continuar improvisando, porque S.E. no lee diarios, no ve la televisión salvo partidos de fútbol, pero, además, le importa un pimiento lo que digan quienes le hacen algunas observaciones.No comprendemos entonces qué es lo que desea el Gobierno luego de la sentencia que recibieron los nueve compatriotas que estuvieron detenidos en Iquique durante tres meses. Que Chile obró mal, que pudo hacer las cosas mejor, más amistosamente, no cabe duda. Eso debió suceder pero no fue así. Chile quiso mostrar fuerza y sentar un precedente con Bolivia. Pero si ahora la justicia chilena ha optado por expulsar de su territorio a nuestros compatriotas sin aplicar la sentencia de tres años y un día de prisión, está bien. Eso deseaba la defensa de los enjuiciados. ¿O queríamos que se los declarara inocentes del todo? Era imposible desde el momento en que nuestros compatriotas fueron detenidos en territorio chileno o por lo menos no pudimos convencer a nadie de lo contrario. ¿Podemos imaginar el tumulto que hubiéramos armado si a los nueve se los encerraba en una cárcel? ¿Lo preferíamos así?¿Qué hacer entonces? ¿Vamos a ir a Naciones Unidas y a la ONU a reclamar justicia? Eso es un absurdo que no tiene sentido. Podremos armar un escándalo con toda seguridad, pero no vamos a lograr en nuestro favor ni un miserable voto más, ni tampoco vamos a convencer a un solo magistrado de la CIJ para que su juicio personal sea más benévolo con nuestro reclamo.El problema que tiene el actual Gobierno es que confunde, ensambla mal, mezcla como si fuera lo mismo, la política interna con la internacional. S.E. y sus ministros actúan en los foros y organismos internacionales de la misma forma que como se manejan en los sindicatos y eso no puede ser. Hacer política interna chola es una cosa, pero la diplomacia chola resulta demasiado riesgosa porque la comunidad internacional no la entiende y desconfía de esas cosas insólitas y las repudia.S.E. ha manifestado que los nueve compatriotas maltratados en Chile serán declarados “mártires” de la recuperación marítima. Eso es crear héroes que no convencen a nadie. No porque carecieran de un comportamiento digno durante su prisión en Iquique, sino porque no hay que mezclar lo que ha sido un triste episodio aduanero con el conflicto marítimo, que es distinto. No se debe entreverar lo que es el meollo de nuestra política internacional con otros asuntos menores.Escribir sobre este tema sin tapujos entraña el riesgo descalificador de que a uno se lo señale como a “chilenófilo” lo que en nuestro país es mortal, pero qué le vamos a hacer. He escrito mucho sobre nuestro drama marítimo y lo he hecho desde la misma prensa santiaguina, desde un periódico muy importante, en el que, justamente por mi defensa de Bolivia, de una día para otro no fui invitado a escribir ni un solo renglón más.