Mucho tiempo antes de la llegada de la radio, televisión y redes sociales, Voltaire, María Antonieta y Washington generaban fascinación alrededor del mundo
Un libro de reciente publicación en los Estados Unidos explica con lujo de detalles cómo, mucho antes que las Kardashian y otras celebridades actuales de cuestionable talento pero indiscutible fama mundial, existieron verdaderos precursores que allanaron el camino siglos atrás para las estrellas de la actualidad.
«La Invención de la Celebridad», del escritor Antoine Lilti, detalla cómo mucho antes de las redes sociales, la televisión y la radio existían en el planeta Tierra personajes que generaban fascinación y intriga a nivel mundial, sin depender exclusivamente de los escándalos, contenidos de alto voltaje filtrados «por accidente» o publicitados divorcios escandalosos provocados por un tercero en discordia.
Probablemente uno de los mayores exponentes de los mencionados «inventores» del concepto de la fama sea María Antonieta, la última reina de Francia antes de la Revolución. Casada por ocho años con Luis XVI, con quien tuvo cuatro hijos, la miembro de la realeza gozó durante un tiempo de buena reputación hasta que parte de la población la comenzó a tildar de promiscua y despilfarradora, además de acusarla de simpatizar con enemigos en Austria, de donde provenía.
Uno de los tantos escándalos protagonizados por María Antonieta involucró un costoso collar de diamantes que a valores de hoy alcanzaría los USD 15 millones, el cual fue usado por la reina para engañar a los joyeros de la corona en un esquema fraudulento que serviría para alimentar el descontento popular por la monarquía que llevaría a la Revolución.
Una infinidad de rumores y teorías circularon alrededor de la consorte conocida como «Madame Déficit» y el confuso episodio que involucró a la costosa joya, algo que sin lugar a dudas recuerda – salvando las distancias y circunstancias – al robo vivido por Kim Kardashian en Paris, que le costó millones de dólares en pérdidas y a la vez la puso nuevamente en el centro de la atención mediática mundial.
Además, la reina se convirtió en la protagonista de un libro erótico al estilo de «Cincuenta Sombras de Grey» con un poema publicado en 1779 llamado «Los Amores de Charlot y Toinette», que describía los amoríos clandestinos de la reina con su cuñado, el Conde de Artois.
El escritor francés François-Marie Arouet conocido como Voltaire fue considerado durante gran parte del siglo XVIII como «la persona más famosa de Europa» gracias en parte a su ácida visión sobre el contexto político, algo que volcó en clásicos como su sátira «Candide, ou l’optimisme», publicada por primera vez en 1759.
Lilti asegura en su libro que Voltaire fue probablemente una de las primeras víctimas de lo que se conoce como «fake news» o noticias falsas en español, adjudicándosele cartas que no había escrito; algo que el propio escritor emblema del Iluminismo calificó en su momento como «el sacrificio que uno debe asumir por la infeliz celebridad».
El libro demuestra que, más allá de que los mecanismos usados por celebridades para mantenerse en el candelero obviamente han evolucionado, el concepto de estrellato que tiene a millones pendientes de cuanto rumor surja sobre sus famosos favoritos no es nada nuevo.
Otro de los grandes ejemplos de famosos precursores – pero en suelo norteamericano – es el de George Washington, «a quién el pueblo norteamericano moría por ver en persona» según Lilti, algo que el propio primer presidente de los Estados Unidos reconoció como algo agobiante en su momento al declarar que no recordaba «la última vez que pude cenar a solas con mi mujer» en su hogar de Mount Vernon.
Uno de los grandes logros de Washington – independientemente de su influencia política e histórica sobre el país del norte – fue el hecho de que logró traspasar las fronteras de su país convirtiéndose en una figura admirada desde Asia a Europa, en una era donde no era tarea sencilla darse a conocer fuera del propio lugar de nacimiento.
En caso de Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de los EEUU, no es menos destacable quien alcanzó en su momento tal nivel de popularidad que se encomendaban medallas con su rostro grabado las cuales se vendían en cantidades récord alrededor del mundo junto con sus ilustraciones y bustos.
El autor y político nacido en Boston en el año 1706 también era conocido por su coquetería, pero a la vez sabía adaptarse a los distintos usos y costumbres de cada país. Mientras en EEUU se vendía como un hombre común que vestía de manera poco ostentosa, cuando viajaba a Inglaterra posaba para sus retratos con elaborados trajes de terciopelo que se asemejaban a los utilizados por miembros de la realeza.
El autor del flamante libro enfocado en la fama asegura que la celebridad no es algo que haya surgido en el siglo XX sino que es «un rasgo de las sociedades modernas», algo que seguramente continuará mutando a lo largo de los siglos pero indudablemente conservará los mismos pilares fundamentales originados en el 1700.
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Fuente: infobae.com