«Si algún día me ves haciendo de esposa de Sean Connery, es porque estoy arruinada»

Con motivo del 25 aniversario de ‘Ellas dan el golpe’, hablamos con Geena Davis sobre Hollywood, la representación femenina y por qué cada vez ella acepta menos papeles.

Geena Davis

Para algunos actores resulta frustrante que, años después, la gente por la calle les siga llamando por el nombre del mismo personaje. Por eso las estrellas de Hollywood se muestran a veces hastiadas de hablar de sus películas más míticas, una y otra vez. No es el caso de Geena Davis. Ella no sólo está orgullosa de seguir analizando la relevancia de Thelma Dickinson (Thelma y Louise), sino también ilusionada por recordar los triunfos de Muriel Pritchett en El turista accidental (que le dio un Oscar) o Dottie Hinson en Ellas dan el golpe. A través de su fundación, The Geena Davis Institute on Gender in Media, la actriz utiliza la fama que le dieron aquellos personajes femeninos empoderados para promover la igualdad de género en el cine y la televisión, dar visibilidad a jóvenes cineastas mediante el festival de cine femenino de Bentonville y denunciar las limitaciones que ella y sus compañeras siguen sufriendo en el Hollywood actual. Ella misma reconoce que calló demasiado durante años, pero a los 61 tiene ganas de hablar.

«Ahora sí es posible hablar y decir lo que piensas sin que nadie te diga ‘puede tener repercusiones, puede impactar tu carrera’. Cuando yo estaba empezando sentía que sería poco inteligente quejarse de que no había suficientes buenos papeles para las mujeres. Temía que la gente se pusiera nerviosa, temía dejar de estar de moda. Aquel sentimiento era real. Pero ahora las actrices dicen lo que piensan, hablan sobre el tema, lo cual genera una consciencia colectiva al respecto». Cuando se cumplen 25 años del estreno de Ellas dan el golpe, una dramedia sobre un equipo de jugadoras de béisbol durante la Segunda Guerra Mundial que se convirtió en un clásico televisivo en España, una edición especial de la película en dvd y bluray sirve para reflexionar sobre el impacto de aquel éxito sorpresa de 1992. «Nadie se esperaba aquel triunfo, ni siquiera los que la produjeron», reconoce. El estudio prestó tan poca atención a Ellas dan el golpe que la directora Penny Marshall y las docenas de actrices tuvieron libertad total para contar una historia sobre diversos tipos de mujeres, huyendo de los estereotipos, sin que ningún ejecutivo se pusiese nervioso.

«Fue un rodaje muy divertido» recuerda la actriz, «acabamos cogiéndonos cariño, porque hacía tanto calor en aquel verano de Indiana que nos sentíamos fatal por esos extras que tenían que llevar trajes de época [todos hechos con lana] y pasarse horas esperando bajo el sol. Así que Tom [Hanks] y Rosie [O’Donell] se dedicaban a entrener a la gente, cogían el micrófono y contaban chistes. Éramos como un gran equipo, y sentíamos que estábamos todos juntos». Davis no menciona a Madonna, cuyos desplantes y trato vejatorio hacia los vecinos del pueblo llevaron a todo el equipo, cuando la cantante decidió largarse a Nueva York en vez de actuar para los extras, a organizar un karaoke con sus canciones más famosas para compensarles el disgusto.

En uno de sus discursos electorales, Hillary Clinton citó una frase de Ellas dan el golpe, «si fuera fácil, cualquiera podría hacerlo». El éxito de la película demostró que el tópico de que los hombres no están interesados en cine sobre mujeres es infundado, pero Hollywood siguió mirando para otro lado. «La industria sabe que sus películas tienen el poder de influir en la gente, que pueden crear un cambio social, pero pienso que no le da suficiente importancia». Una de las iniciativas del Geena Davis Institute on Gender in Media es abordar la desigualdad directamente con los productores, guionistas y directores de Hollywood, para fomentar la mayor y mejor representación de personajes femeninos, sobre todo en productos infantiles. «Cuando mi hija era pequeña le ponía vídeos infantiles, y aluciné al descubrir los roles que los niños observan desde el principio de sus vidas. Por eso decidí fundar esta iniciativa. Estamos enseñándoles a los niños un prejuicio de género inconsciente, desde el principio. Les mostramos mundos donde las mujeres no hacen cosas interesantes, donde ni siquiera ocupan la mitad del espacio». Por eso el eslogan de la institución es «si ellas pueden verlo, sentirán que podrán serlo», y Geena Davis es el mejor ejemplo. Hoy se le siguen acercando mujeres de todas las edades para contarle que decidieron practicar deporte tras ver Ellas dan el golpe.

La propia actriz decidió practicar tiro con arco tras descubrir, durante el rodaje de Ellas dan el golpe, que tenía una constitución atlética, «y lo llevé muy lejos», concluye refiriéndose a su clasifiación para los Juegos Olímpicos de Sidney en 2000. «Mi instructora me contó que en 2012 se produjo un fenómeno de niñas inscribiéndose en cursos de tiro con arco: en sólo un año, la participación femenina se vio duplicada» un incremento que, evidentemente, no fue ninguna casualidad, «siete de cada diez niñas aseguraban que decidieron apuntarse tras ver Brave o Los juegos del hambre. Este fenómeno pone de manifiesto que el impacto social puede ser inmediato, demuestra que necesitamos que las chicas hagan la mitad de cosas interesantes e importantes en las películas».

«¿Por qué no hay más mujeres en comités de empresa?» se pregunta, «¿por qué no hay más mujeres en el Congreso? Pues porque no estamos mostrando esa posibilidad y, si no lo mostramos, no va a suceder. Tenemos que seguir hablando de ello hasta que el cambio suceda». La misoginia que, a través de las series infantiles, contribuye a nuestra educación se traduce durante nuestra madurez en un prejuicio colectivo no sólo hacia el cine de mujeres (Ellas dan el golpe es un ejemplo de aquellas películas que fascinan a los chicos de pequeños pero de las que algunos reniegan cuando se convierten en adultos) sino hacia el retrato de las actrices. «Mientras promocionábamos la película, todos y cada uno de los periodistas me preguntaron ‘bueno, con tantas mujeres en el set, ¿ha habido alguna pelea de gatas?’, y yo ni siquiera entendía por qué me hacían esa pregunta, nunca pensé sobre ese tema, ni esperaba que me lo planteasen». Aquellos periodistas no sólo cayeron en el tópico de que las muejres no son capaces de trabajar juntas, sino que no tuvieron problema en sacarle el tema directamente a Davis, una pregunta que nunca le harían a un actor, porque cuando Leonardo DiCaprio, Tom Hardy y Alejandro G. Iñárritu se pelearon en el rodaje de El renacido, Hardy se hizo una camiseta para conmemorarlo. «A Susan Sarandon y a Jessica Lange también les preguntan si hay peleas de zorras en el set [de la serie Feud], quizá sea una mentalidad que se ha colado en el imaginario colectivo de nuestra cultura. Y te puedo asegurar, como mujer, que es profundamente falso. Nos apoyamos entre nosotras».

La diversidad de papeles femeninos en Hollywood tampoco ha evolucionado demasiado desde Ellas dan el golpe, una película que seguiría resultando innovadora si se estrenase hoy. Podríamos argumentar, incluso, que la representación femenina en el cine ha ido a peor: solo en aquel 1992 se estrenaron historias de mujeres subversivas y complejas como La muerte os sienta tan bien, La mano que mece la cuna, Instinto básico, Batman vuelve, El guardaespaldas, Regreso a Howard’s End, Sister Act, Mujer blanca soltera busca o La asesina, una cosecha de de personajes femeninos cuya riqueza y variedad no existe en el cine de 2017. Incluso cuando Hollywood regresa a aquella época mediante los remakes de Parque jurásico o Jumanji, fantasías familiares de principios de los 90 que apostaban por personajes femeninos fuertes y capaces de valerse por sí mismos, lo hace poniendo a mujeres en tacones. «No tenía ni idea de que estaban haciendo una nueva Jumanji«, reacciona Davis preocupada, «¿e incluye a una mujer más sexy que en la Jumanji original?». Sí, bastante más, y ligera de ropa. «¡No! No, no, no. No puedo expresar lo devastador que me resulta descubrir estos remakes con semejante trato hacia los personajes femeninos».

Ante este panorama, no es de extrañar que hayamos ido viendo a Geena Davis menos a menudo en pantalla, con la excepción de la serie El exorcista, que en España emite HBO y cuya segunda temporada está rodando ahora. «Me malacostumbré durante mis inicios» explica la actriz, «porque conseguí muchos papeles fantásticos, pero eso también hizo que me volviera muy selectiva y me fijase en cómo están retratadas todas las mujeres en el guión, no solo mi propio personaje. Me encanta interpretar, si fuera por mí trabajaría sin parar, si me llegasen ofertas de grandes papeles, o papeles más pequeños pero en historias desafiantes, interesantes y complicadas. Así que si algún día me ves en un papel horrible en el que me limito a ser la esposa aburrida de Sean Connery o algo así, que sepas que es porque estoy arruinada».Fuente: revistavanityfair.es