«La insoportable levedad» argumental*

Carlos Federico Valverde Bravo… de las autoridades nacionales referidas a los hechos del pasado jueves 13 de julio es preocupante porque denota la necesidad de elaborar un relato que minimice lo que pasó en pocos minutos, merced a la desacertada actuación de una policía que no actuó en concordancia con los protocolos internacionales que recomiendan, fundamentalmente, proteger a los rehenes que se encuentren entre las fuerzas del orden y los delincuentes.Tal comportamiento no ocurrió porque desde el Estado (todos los gobiernos, desde el retorno de la demoracia) se han desentendido de la alta capacitación de las fuerzas policiales para Intervenir en Situaciones de Crisis; es un hecho, la policía hace lo que puede y no lo que debe porque no hay equipos especializados en tales menesteres.Los sucesivos gobiernos nacionales prácticamente se desentendieron del problema de la violencia delincuencial; la mayoría de los gobiernos creyó que proponiendo endurecer las penas (después de acusar a Blattman de todos los males) e incluso acabar con el sistema “garantista”, era suficiente para evitar la llegada de un fenómeno que ya es imparable; la violencia delincuencial está instalada en Bolivia y hasta se pudiera decir que es transnacional; ese tema no se lo arregla “eligiendo Magistrados”, proponiendo cadenas perpetuas, proponiendo otras y más duras y modermas cárceles, el problema de la violencia delincuencial se lo enfrenta sin “gatillo fácil”; se lo enfrenta preparando equipos especializados en contención de crisis, en negociación en caso de rehenes, esto se lo enfrenta preparando a los policías para mantener a raya a los violentos en caso que ocurran situaciones como las del jueves pasado y, con otros equipos que hagan inteligencia proactiva, que sepa lo que pasa en la calle, no perdiendo de vista que los delincuentes casi siempre estarán mejor equipados y tendrán la ventaja de la anticipación, además de mayor logística y que, en determinados momentos, podrán poner en problemas a las fuerzas del orden.Eso es absolutamente entendible y nadie debe llamarse a escándalo; sin embargo, con un Estado con equipos constituidos y preparados, menos fácil la tendrán los delincuentes que, hay que reconocer: saben que la muerte es una posibilidad cada vez que deciden “actuar”. Así lo hicieron, aparentemente sin planes alternativos el jueves; el problema fue que se encontraron con una policía que llegó muy pronto, pero que no tiene conocimiento de los protocolos en caso de rehenes y además, sin condiciones de enfrentar la fuerza de tiro de la delincuencia; la policía boliviana ha sido abandonada por el Estado (todos los gobiernos) porque el poder político no quiere equipar a las fuerzas policiales para ponerlas en condiciones, si no de igualdad con la delincuencia del Siglo XXI, al menos con posibilidades de enfrentarlos, en caso necesario.Los pequeños esfuerzos de conformar y equipar estos equipos se acabaron el 2003, en febrero, cuando policias y militares se enfrentaron tras de la protesta policial (Gobierno de Sánchez de Lozada) que terminó con bajas imprortantes de ambos lados, situación absolutamente aislada y no corriente en la historia democrática (en la revolución del 52, hubo algo de esto, en otras circunstancias) que tiró por la borda la posibilidad de conformar Equipos de Reacción en Situaciones de Crisis. En el caso actual, Morales sabe que los militares son contrarios al equipamiento moderno de los policías y no va a hacer nada que los moleste, ese es un hecho.El jueves vimos mucha voluntad, valentía, arrojo y hasta se llegó al grotesco de ver a un policía (supongo que lo era) con un arma larga, equipado con chaleco antibalas, “enchinelado y con un vistoso short de color calipso”, tratando de apoyar a sus camaradas que se batían a balazos con los delincuentes, acción absolutamente incomprensible, considerando que habían “civiles” cuyas vidas estaban en juego.Se pude poner cualquier adjetivo, como los del Presidente y el ministro en estos días, para apoyar a los policias, pero queda claro que hubo un muy mal desempeño táctico/técnico de parte de las fuerzas del orden.Sostengo que no importa si Romero, Morales o/y el Comandante policial nos cuentan un cuento que no es el que vimos desde las redes sociales o si el Presidente interpreta que lamentar muertes evitables (así sea de delincuentes extranjeros) es un asunto de las derechas “pro-delitos”; o si muchos creen que ese debe ser el fin de los delincuentes, probablemente porque están asustados o hartos de ver lo que pasa pero, es un hecho que, este tipo de acciones sólo termina con inocentes que no participan en los hechos, muertos y eso es lo que se debe evitar. Desde mi punto de vista, matar a un asesino, fuera de combate, a mansalva, no convierte a una persona en héroe, sino en asesino, pero ese es un tema largo y a debatir y no es mi intención hacerlo acá.El problema es que el cuento policial/ministerial/presidencial deja de ser tal, cuando sabemos que, en el caso puntual, la policía, es decir, el Estado, se encontró en la vereda del frente, con una fuerza irregular que, actúa cuando quiere y que traspasa fronteras para imponer su “ley”, una ley que es de violencia y que no se fija “en nimiedades” para lograr sus objetivos y entonces, lo que queda es reclamar que el Estado (por intermedio de su legal representante: el Gobierno) tome la decisión de estructurar equipos (no interesa el nombre) con capacidades para las tareas citadas; ese es trabajo de oficiales de policía, capacitados en negociación, incursión, francotiradores y otros, a tiempo completo y sin distracciones en otras actividades ni cambios de destino; esos equipos necesitan entrenamiento y equipo. Para eso hay que invertir, no “gastar”; si no se hace aquello, seguramente estaremos repitiendo los mismos argumentos cuando esto vuelva a pasar y los muertos se sigan sumando, sobre todo, los civiles que están al medio y que, al parecer, importarán menos que evitar que los delincuentes logren su objetivo.Si así pasa, si el gobierno “se precia de aquello”, cuando ahora las dudas sobre los delincuentes y sus condiciones (presos con permiso y garantes) seguiremos enterrando inocentes que no debieron morir de esa manera(*uso el titulo del formidable libro de Milán Kundera: La insoportable levedad del ser)