Desde el ataque a la disco Pulse en Orlando, la organización que enseña a tirar para prevenir incidentes violentos contra las minorías sexuales creció casi 6 veces. Algunos creen que gays y armas no van en la misma frase. Otros la llaman «la NRA gay»
Pocas horas después de que Omar Mateen convirtiera el club Pulse en un paisaje desolador, aquel 12 de junio de 2016 que hoy se recuerda por el ataque armado con más víctimas de los Estados Unidos —49 muertos y 58 heridos—, Gwendolyn Patton escribió en PinkPistols.org: «Esta es exactamente la clase de acto atroz que justifica nuestra existencia».
Como vocera de la primera organización LGBTQ que propone el uso de armas en prevención y defensa de los ataques contra las minorías sexuales, fue directa: «En este momento de tragedia, no tomemos el camino fácil de echarle la culpa a las armas del asesino. Un ser humano hizo esto. Los instrumentos de ese ser humano carecen de importancia en comparación con la desolación de su alma».
Pink Pistols defiende el uso de armas legales para la defensa propia de la comunidad de minorías sexuales.
«Les enseñamos a tirar a los queers. Y luego les decimos a los demás que lo hemos hecho», se explica en la web de esta institución con 45 capítulos en los Estados Unidos y otros tres internacionales. «A los queers armados no los atacan. Cambiamos la percepción pública de las minorías sexuales, de manera tal que aquellos que en el pasado las han visto como objetivos fáciles para los actos discriminatorios violentos —golpizas, asaltos, violaciones, homicidios— comprenderán ahora que un segmento de las minorías sexuales tiene armas y las usa de manera efectiva«.
Si antes de la masacre de Pulse la organización tenía 1.500 miembros, a la semana siguiente eran ya 6.500, y la cifra se estabilizó en algo más de 9.000 en abril de 2017. Es decir, se sextuplicó.
Ese incremento no la hizo menos controversial: Pink Pistols combina un tema asociado a las ideas conservadoras, el derecho ciudadano a portar armas, con otro vinculado al pensamiento liberal, los derechos de las minorías sexuales. También el lema de Pink Pistols es un poco polémico, por lo desafiante: «Métete con alguien de tu propio calibre».
Explicó la web Politico: «Se ubica en una de las intersecciones más incómodas de la política estadounidense. Sus aliados naturales más cercanos a ambos lados se odian mutuamente». Aunque los medios llaman al grupo «la NRA gay», a buena parte de los miembros de Pink Pistols no les gusta la Asociación Nacional del Rifle, según Patton. La publicación recordó una buena razón, las expresiones del miembro del directorio de la NRA Ted Nugent: «Los homosexuales pueden venir a los tribunales, tomarse de las manos y dar brincos al ritmo de la música de The Village People».
Los orígenes de la organización se remontan a 2000, cuando Jonathan Rauch, un reconocido periodista gay, escribió la columna «Pink Pistols» en la web Salon. Contaba el caso de un ataque violento discriminatorio que se terminó cuando un hombre hizo un disparo de advertencia sobre la cabeza de quienes lo atacaban.
En aquellos estados donde se permite que los ciudadanos lleven armas ocultas —sin restricciones o con algunas, casi todos— «los homosexuales se deberían lanzar a un esfuerzo organizado por sentirse cómodos con las armas, aprender a usarlas de manera segura y a llevarlas», escribió.
Siguió Rauch: «Deberían crear fuerzas especiales de pistolas rosas, promover los cursos de tiro y ayudar a que otros homosexuales obtengan una licencia para portar armas. Y deberían hacerlo de manera tal que reciba toda la publicidad posible». Su propósito era cambiar el estereotipo de debilidad: «Pensemos en las palabras que se escuchan desde el patio escolar. ‘Muñeca quebrada’, ‘mariquita’, ‘mariposón’. Ninguna otra minoría ha sido identificada de manera tan consistente con la debilidad menospreciable».
Cuando Patton leyó la columna, creó Delaware Valley Pink Pistols, cerca de Filadelfia. Luego de la masacre en la escuela Sandy Hook, el pequeño grupo recibió muchas consultas y se expandió al nivel nacional. Además de enseñar tiro, hoy Pink Pistols enseña defensa personal, realiza encuentros de discusión y hace lobby legal en todos los estados.
Ser miembro es algo voluntario: no hay costo de ingreso ni de mensualidad. Con esa misma libertad se rechazan las donaciones, un método habitual de financiación de las ONG: «No aceptamos donaciones», se lee en la página de internet de Pink Pistols. «Considere la posibilidad de donar a la institución de caridad de su preferencia, o la de traer a alguien que no sepa disparar al campo de tiro para mostrarle lo que hacemos».
En un tono más enfático, la página agrega: «No tenemos camisetas, pins o cosas de peluche [para vender]. Tenemos un compromiso ético con la seguridad individual y la responsabilidad, no somos un centro comercial«.
El objetivo de Pink Pistols es proteger a las personas LGBTQ «con los mejores instrumentos que se pueda». Si en un lugar no se puede usar armas, será con aerosol de pimienta. «Nuestro fin es prevenir incidentes», dijo a Rolling Stone. En la actualidad, las estadísticas en los Estados Unidos hablan de casi 4 incidentes diarios: 1.402 por año.
Fuente: infobae.com