Justin Theroux está harto de ser el villano de su matrimonio

El actor culpa a los medios de inventar narrativas sobre su relación con su mujer Jennifer Aniston.

Justin Theroux Jennifer Aniston

Con las coberturas tan de marcaje al famoso que hace la prensa rosa estadounidense, a veces es fácil discernir cómo la narrativa sobre una determinada persona acaba cogiendo una concreción que nunca sabemos del todo si es cercana a la realidad de las celebrities o no.El caso de Justin Theroux parece especialmente agresivo a juzgar por cómo expresa el actor su disconformidad cuando habla sobre el tema. En una entrevista con la revista masculina The Journal, Theroux ataja el perfil de villano con el que se le ha etiquetado desde que está en una relación con una de las mujeres más famosas del planeta, Jennifer Aniston. Sólo esta misma semana, la actriz ocupaba el segundo puesto de las actrices mejor pagadas de Hollywood cuando tan siquiera ha estrenado un filme en los últimos 12 meses.

«Hay una persona algo disparatada que se está recorriendo las portadas de los tabloides y que está mentalmente enferma, claramente», dice Theroux sobre el personaje que parecen haber creado algunos medios de comunicación y que lleva su nombre. En cuanto a esa capacidad que tienen los medios de crear nuevas narrativas sobre los famosos, Theroux cree que hay «gente que se vuelve loca» por pensar constantemente que todo lo que hacen tendrá sus consecuencias en los titulares de la prensa. “Y puedes deducir quiénes son esas personas en este mundo. [Pero también] tienes que ser el guardián de tu propia salud mental».Aniston no es precisamente nueva en esas lides. La actriz también lleva años posicionándose en contra de la cobertura que la prensa rosa hace de su vida, con lo que el tema debe de ser motivo de acalorados debates dentro de las paredes de su(s) casa(s). En su entrevista de portada para la revista Marie Claire en diciembre del año pasado, la actriz dijo: «He trabajado demasiado duro en esta vida y en esta carrera como para ser reducida a un triste ser humano sin hijos».Fuente: revistavanityfair.es