El primer escándalo sexual que estremeció a Hollywood

En 1921, Fatty Arbuckle, el cómico más célebre de su tiempo fue acusado de asesinar a la actriz Virginia Rappé.

Fatty Arbuckle

Da igual el tiempo que pase, y ya han pasado casi cien años. Cada vez que un escándalo sexual sacude los cimientos de Hollywood, su nombre sale a relucir. Fatty Arbuckle. Roscoe Conkling Arbuckle, conocido artísticamente como “Fatty”, “Gordito”, por su figura oronda. La estrella del cine mudo que en septiembre de 1921 fue juzgado por el asesinato de la actriz Virginia Rappé.Que resultase absuelto tras tres juicios parece hoy un detalle sin importancia. Que lo que ha permanecido en la memoria popular sea una amalgama de rumores y mentiras amplificados por una casi recién nacida prensa amarilla, también. La mezcla de crimen, sexo y Hollywood es un material demasiado poderoso para permitir que la realidad nos arruine la historia.El 5 de septiembre de 1921, en el fin de semana del día del trabajo, una de las festividades que vertebran el calendario estadounidense, “Fatty” organizaba una fiesta en la planta 12 del glamuroso Westin St Francis de San Francisco. El cómico, que celebraba haberse convertido en la primera estrella que firmaba un contrato de un millón de dólares, había reunido a un puñado de amigos de la farándula y se había garantizado abundante provisión de drogas y alcohol. Que nos hallásemos en plena Ley Seca no era un problema para una luminaria de Hollywood bien relacionada.El champán y los cócteles de vodka y naranja se derramaban por las habitaciones mientras hombres y mujeres se contoneaban al ritmo del gimmy, el baile de moda. Y entre esas mujeres bailaba una para la que esa noche iba a ser la más trágica de su corta vida: Virginia Rappé, de 25 años.Rappé, que había modificado su apellido Rapp, buscando cierta elegancia chic para acabar convirtiéndolo en un epitafio macabro (Rape, en inglés significa violación), había logrado una pequeña fama como modelo en San Francisco lo que provocó que Hollywood, hambriento de caras frescas, y si eran de mujeres jóvenes mejor, volviese sus ojos hacia ella y la incluyese en varias de sus producciones. Y en una de ellas, había conocido a ese alegre y despreocupado anfitrión que en un momento de la noche, según contaron algunos testigos, se la llevó a su suite al grito de “por fin, lo que llevaba esperando tanto tiempo”.

Virgina Rappé

Lo siguiente que recordaban los beodísimos invitados son sus gritos desesperados. Dentro de la habitación Virginia aullaba de dolor con la ropa desgarrada. Su acompañante, Bambina Maude Delmont, entró en la habitación. Rappe gritaba que se estaba muriendo y pedía que el actor se alejase de ella. Fatty sostenía entre sus manos un trozo de hielo. Alguien llenó la bañera para refrescar a la actriz y el médico del hotel dictaminaba que Virginia sólo estaba ebria.

Virginia aullaba de dolor con la ropa desgarrada. Su acompañante, Bambina Maude Delmont, entró en la habitación. Rappe gritaba que se estaba muriendo y pedía que el actor se alejase de ella.

Cuatro días después fallecía en el hospital, el diagnóstico: su vejiga había reventado.Si alguien trató de frenar el escándalo no lo consiguió. La prensa se volvió loca, había descubierto lo atractivos que resultaban para el público los dramas de las estrellas y no pensaban dar tregua a su presa. Si hasta entonces los astros del recién nacido Hollywood habían sido intocables, en esta ocasión no iba a pasar lo mismo.Los periódicos de William Randolph Hearst, el Ciudadano Kane de Welles, que por entonces mantenía un romance con una joven actriz y deseaba mantener el foco lejos de sus propia figura, azuzaban al público con detalles escabrosos no demasiado fiables. El propio Hearst reconoció que nada, ni el hundimiento del Lusitania, que había provocado la entrada del Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial les había hecho vender tantos periódicos.Se dijo que Fatty, impotente por la ebriedad, había forzado a Rappé con una botella de Coca-Cola. Otros hablaron de champán o de un de un trozo de hielo. Y hubo quien achacó la muerte al exceso de peso de Fatty que por aquel entonces 120 kilos o incluso al tamaño descomunal de su miembro.Las pruebas realizadas en el hospital no aclararon nada, según el informe, la actriz estaba destrozada por dentro, pero los daños podían corresponderse con un aborto reciente. Los órganos de Virgina habían fueron incinerados prematuramente. Hubo quien quiso ver en ello una mera negligencia, otros el largo brazo de Paramount defendiendo a su producto estrella y también hubo quien insinuó que Rappé no estaba en San Francisco de manera casual sino que había acudido allí para abortar días antes de la fiesta y el hospital quiso borrar sus huellas.Tras dos juicios nulos el tercero exoneró al cómico. Arbuckle declaró durante tres horas, según el cómico tras entrar en la habitación ella sufrió un ataque repentino y el trato de reanimarla. Se demostró que varios testigos habían sido intimidados por la fiscalía. Se presentaron pruebas de que Virginia padecía una infección crónica que podría haber derivado en una peritonitis y salieron a la luz media docena de abortos anteriores, Maurent Delmont, la principal acusadora de Arbuckle no declaró, había estado implicada en varios casos de extorsión a poderosos y habría sido fácil desacreditarla. Arbuckle se había quedado en la ruina para pagar su defensa, pero ya era libre. El jurado hizo una declaración:

«La absolución no es suficiente para Roscoe Arbuckle. Sentimos que se le ha cometido una grave injusticia y no había la más mínima prueba que lo relacione de ninguna manera con la comisión de ningún delito. Le deseamos éxito y esperamos que el pueblo estadounidense tome el juicio de catorce hombres y mujeres que Roscoe Arbuckle es completamente inocente y libre de toda culpa «.

Pero ya era muy tarde para él. La sociedad había emitido su veredicto. En Wyoming y en Connecticut turbas ciudadanas arrasaban cines en los que se emitían sus películas. Al grito de “Hay que linchar a Fatty” los espectadores lanzaban botellas a las pantallas. La iglesia le condenaba desde sus púlpitos y Paramount se deshacía de él aferrándose a la cláusula moral de su contrato. El genio del humor, el favorito de los niños, el descubridor de Buster Keaton, uno de los pocos amigos que no le abandonó tras el juicio, estaba acabado. La fiesta se había terminado para aquel cómico que un día fue el más grande de su tiempo y los días de vino, cocaína y rosas estaban a punto de darse de bruces con el código Hays que ejercería una férrea censura en la industria durante cuatro décadas.La tragedia unió para siempre la vida de dos personas cuyo origen no había sido demasiado distinto. Los dos conocían la extrema pobreza, se habrían criado en hogares destrozados, sin madre y en un entorno de alcohol y desafección. La madre de Arbuckle nunca se recuperó de su parto, el cómico pesó ocho quilos al nacer, y su padre siempre le culpó de su prematura muerte. Virgina fue criada por su abuela. Su madre, una corista alcohólica que ejercía la prostitución esporádicamente, falleció cuando ella tenía once años. 5 años después Rappé ya había pasado por cinco abortos. Ambos se refugiaron en el alcohol y las drogas y ambos buscaron el aplauso del público.

Fatty

El 29 de junio de 1933, Roscoe Conkling Arbuckle fallecía a los 46 años, víctima de un ataque al corazón, el mismo día que, tras una década de ostracismo y pequeños trabajos con un nombre falso, volvía a firmar un contrato cinematográfico.Desde entonces el nombre que había estado asociado a risas inocentes quedó unido al del mayor escándalo que Hollywood recuerda. James Ivory se inspiró en él para su película Fiesta salvaje, Kenneth Anger le dedicó un capítulo de su tan célebre como poco fiable Hollywood Babilonia bajo el título “El violador danza mientras su víctima muere”, el astro al que habían apodado tiernamente “Fatty”, era ahora El Gordito Asesino.Casi cien años después los visitantes del del Westin St Francis Hotel de San Francisco siguen colándose para ver la suite en la que se desencadenó la primera tragedia de Hollywood. Y casi cien años después nadie tiene aún la certeza de lo que sucedió realmente en esa habitación.Fuente: revistavanityfair.es