Miradas extraviadas de la realidad

José Luis Bolívar Aparicio* 

Existe una carrera profesional sumamente especial, en la que lo que se va aprendiendo a lo largo de la misma, no sólo es un cúmulo de conocimientos y experiencia, sino que va marcando el camino a seguir de ese profesional, y la forma en que desempeñará sus funciones durante su muy breve trayecto a la luz de cómo ve y analiza la realidad que lo circunda.

La vocación del militar es diversa, y no todos ingresan a las academias castrenses con la misma aptitud o proyectos, pero si todos van adoptando de a poco, la línea que hará de su trabajo un apostolado de servicio perpetuo a su Patria y la Ley.



Quienes optan por el servicio uniformado, deben desde la toma de su decisión hacer un renunciamiento a muchos de los derechos civiles que ampara la Constitución, la que ellos mismos protegen, puesto que su condición de fuerza armada les obliga entre muchas cosas a no inmiscuirse en la política y mucho menos deliberar, pues su razón principal de existencia y supervivencia radica fundamentalmente en la obediencia y disciplina, dos palabras que enmarcan su perpetua doctrina.

Sin embargo existe en esta carrera un sincretismo muy particular, y es algo que no se enseña directamente en las diversas escuelas que el castrense debe atravesar a lo largo de su permanente profesionalización. Quien opta por ser un soldado profesional, debe ejercer como tal, su apego a todas las leyes y reglamentos que lo enmarcan hasta el grado de Coronel, meta en la que muchos, por diversas razones, deben pasar a la reserva activa. Pero quienes tienen primero el mérito y luego la fortuna de ser engalanados como Generales de la Patria, aparte de ser soldados, deben también ser políticos, no por desmarcarse de un mandato de la Ley, sino porque las funciones que corresponden a quien ha logrado ser un alto oficial de las FF. AA., tiene como deber también el aplicar toda la experiencia asimilada en su carrera, para poder apoyar a los mandos políticos de una nación, a que la lectura de las realidades circunstanciales y sus efectos, cuando se deba emplear a los organismos de fuerza, tengan el mejor de los destinos.

Por ejemplo, en los estertores de la Segunda Guerra Mundial, el Ejército Norteamericano tuvo a dos grandes hombres en una circunstancia muy especial. Sus mejores Generales, dos genios del campo de batalla se vieron repetidamente, pese a una entrañable amistad que los unía desde West Point, enfrentados permanentemente, debido justamente a puntos de vista muy diversos, tanto en lo militar como en lo político.Ambos estaban educados en la misma escuela, y ambos eran de la misma arma. Los dos fueron los genios que idearon a la caballería motorizada y visionaron en el tanque la herramienta que sería el motor de avance de las tropas en la Segunda Gran Guerra. Técnicas y tácticas para blindados que se emplearon posteriormente en los campos de Polonia, el Norte de África, Kursk, Sicilia o las Ardenas eran de su creación y hombres que hicieron de la guerra de blindados un arte como Rommel o Zhúkov, a sus mejores discípulos.Sin embargo, ambos diferían en cómo se veían a sí mismos luego de ser generales. Dwight D. Eisenhower era un político por naturaleza, no por nada llegó a ser Presidente de los Estados Unidos de América, y su mando sobre las tropas durante la contienda siempre tuvo la marca del estratega, del planificador y del conciliador, ya que no sólo tenía que batirse contra el enemigo, además tenía como aliados de escritorio a hombres casi imposibles de coordinar y peor complacer como Montgomery o De Gaulle, pero aun así, supo llevar la nave a buen puerto y Normandía tiene su sello de éxito.En cambio el gran General George Smith Patton, Jr., fue lo que se conoce en el léxico militar un tropero de raza, un soldado de hueso colorado, el hombre dormía con el casco puesto y aunque le encantaba alterar el uniforme, era un coloso que sabía arengar a su tropa como pocos y lograba que los hombres bajo su mando se sientan con las ínfulas de devorarse a quien se les pusiera al frente.Eisenhower por lo tanto, tenía muchos problemas para controlarlo, pues el General “Sangre y Agallas” era por demás obstinado, se creía y sentía dueño eterno de la realidad y su verdad era irrefutable. Visionario como pocos, veía mucho más allá de lo que otros podían avizorar y casi siempre estaba dos pasos delante de sus enemigos. En esa motivación, muchas veces después de la victoria, en la explotación del éxito hacía más de lo debido, enfureciendo a la superioridad, pues más de una vez tiraba por lo borda lo planificado o por planificar.Ello le costó (más allá del incidente en Sicilia con un soldado, cuando se le fue la mano en una reprimenda), quedar al margen de la Operación Overlord y no ser parte de la mayor invasión de la historia. Más bien el destino le pudo ser justo, Bradley quedó atorado en las Ardenas y a poco de sucumbir ante Rommel, Ike tuvo que llamar al “viejo loco” para que se haga cargo y este acudió presto a salvarle las castañas del fuego.Es acá donde todo asume un carácter profético y donde la historia pudo haber tenido un viraje de 180 grados, y hoy el mundo no sería de ninguna manera lo que es si tan solo le hubieran atendido y entendido.Luego de rescatar a Bargston y con los Panzer alemanes casi destruidos por completo el camino a Berlín era para Patton un plano inclinado, pero en Yalta, Roosevelt, Churchill y Stalin estaban haciendo dibujo libre con el nuevo mundo “liberado” y dividiéndose el botín en partes iguales entre EE. UU., Francia, Inglaterra y la URSS.Patton, ya había discutido el tema con Eisenhower, y le mostró la realidad tal cual era, el “enemigo Hitler” hace mucho que ya había sido derrotado y sólo quedaba darle el tiro de gracia. El verdadero rival, mucho más sanguinario, despiadado y peligroso, no estaba en el Reichstag sino en el Kremlin. Iósif Stalin era el auténtico monstruo a derrotar.Patton le pidió de todas las formas posibles le autorice no sólo llegar antes que él a Berlín, sino enfilar a su victorioso Tercer Ejército rumbo a Moscú para realmente dejar al mundo libre de villanos y sobre todo libre del comunismo que sería el cáncer de la segunda mitad del siglo XX.El político jamás escuchó al militar, tuvo otra lectura de la realidad, él pensaba que sin la bomba atómica sería imposible vencer al Ejército Rojo y que el frente en el Atlántico contra los japoneses lejos como estaba de acabarse, iba a consumir muchas fuerzas de una patria ya bastante gastada y cansada por los cuatro últimos años de la guerra.La historia al final dio la razón al militar y puso al político en terribles aprietos cuando le tocó ser presidente; el comunismo escribió páginas de mucha sangre con puño y letra de Stalin y aunque sólo se tuvo que emplear las armas nucleares en Japón, la Unión Soviética tuvo en vilo al mundo durante décadas amenazando con apretar el botón rojo, tal como lo sigue haciendo Corea del Norte en este instante.Tratando simplemente de hacer un parangón con esta forma tan diferente de ver las cosas, como estos dos militares, que siendo casi lo mismo, ambos veían las cosas tan distintas, hoy en día nuestros políticos del oficialismo y la oposición, siendo la misma cosa también, nos presentan lecturas tan diametralmente opuestas pero no entre sí, sino con la ciudadanía que es lo digno de resaltar.Resulta que el último domingo la Ley y sus impolutos deseos, nos llevaron de nuevo a depositar nuestro voto en las urnas, nuevamente para hacer con su resultado lo que les da la gana menos lo que deben.Don Evo Morales y compañía ya en repetidas ocasiones nos demostraron que los resultados de cualquier elección les dice a ellos cosas tan inverosímiles como jocosas. La gente votó contra las cartas autonómicas porque quiere más centralismo o la diferencia de 136.382 votos es un empate técnico o la gente votó nulo porque no veía la cara del presidente, son aparte de un insulto a la inteligencia popular, una forma muy extravagante de pasar por idiotas.Por el otro lado, la extraviada dirigencia opositora, en vez de callarse y buscar una estrategia ensambladora de oportunidades y esperanza rumbo a las elecciones del 2019, se están arrogando indulgencias con Ave Marías ajenas donde no tienen pito para tocar al creer que la victoria del nulo tiene algo que ver con ellos.Con mujeres de agallas tirando huevos a los hombres para que hagan lo que tengan que hacer, espero que los que hagan algo, tengan por lo menos una mirada si quiera cercana a la realidad. *Es paceño, stronguista y liberal