Rafael, el doctor que cura a los traviesos niños Jesús

El restaurador trabaja con todo tipo de materiales, desde cera hasta estuco. A su taller llegan santos de diferentes departamentos como del exterior.Desde hace más de 20 años, Rafael Gonzales se ha convertido en un “doctor  que tiene  la misión de curar a los traviesos niños Jesús”. En su taller, el experto recibe todos los días  imágenes de  santos que llegan    sin dedos, manos y pies. Otros tienen el rostro quemado. Para este restaurador, este oficio representa     una forma de  “devolverle la vida” a   los protagonistas de la Navidad.En Alto San Pedro, una zona que se caracteriza por las fiestas de devotos, en una esquina de la calle Boquerón, a unas cuadras de la plaza Gran Poder,  se encuentra el taller Rafael Colonial Art.  Las ventanas laterales se han convertido en mostradores, lugar donde se exponen decenas de santos.En este espacio,  Gonzales  “se convierte en doctor” y restaura  niños que datan de hasta 300 años. El experto tiene la habilidad de “curar a niños Jesús” y santos  hechos de   diferentes materiales, como  yeso, cera, madera, pasta dura y estuco. Este  último material es el que  menos le agrada trabajar.Según el restaurador, cada niño Jesús  llega con una historia diferente.  Por ejemplo,  algunos se caen por “traviesos”  y otros  requieren restauración porque “sobrevivieron a varias generaciones de una familia”. Y algunos además “son consentidos por sus dueños”.Este mes, Gonzales  trabaja a contra reloj. En su taller, decenas de imágenes del niño Jesús esperan restauración antes de Noche Nueva. “Nos mandan   desde Santa Cruz, Tarija , Chuquisaca y del exterior”, dice.“Con mucho respeto”,  Gonzales restaura las imágenes de los niños Jesús y de  otros santos. Su ayudante, compañera y esposa Ingrid Crespo también ayuda a “sanar” a “los  pequeños querubines de cera”.Crespo arregla  sólo  a los niños hechos de cera. Para la mujer, aprender este oficio representó un enorme sacrificio. “Al principio temía fallar en las restauraciones”, dice, quien hoy es una experta en este arte.“Necesitan un lugar limpio”, comenta,  mientras evalúa el estado de  tres niños de cera que le llegaron.Las figuras, que son reliquias desde hace centenares de años,  son colocadas sobre un mantel blanco.Uno de ellos aparentemente no tiene fisuras, pero fue restaurado de forma incorrecta.  “A veces los llevan a otros lugares y estos no los arreglan de la manera correcta. A él (niño) hay que corregirle el cuello. Además un pie  es más corto que el otro y hay que moldear mejor su cuerpito”, explica. Agrega que lo único original que conserva la figura es el rostro.  El otro tiene un hueco en la espalda y la mano se separó porque se quemó. “Él conserva todo el cuerpo desde su creación”, asegura.El último es más pequeño, pero no por eso la restauración resulta más fácil. Tiene los dos brazos  sujetados por cintas adhesivas y le falta la mitad del cabello. “Cuando lo intentan reparar así, cuesta más trabajo quitarle los restos de pegamento, siempre les digo que no lo hagan”, comenta.Las imágenes de los  niños que sufrieron un accidente es, para muchos creyentes, símbolo de mal augurio, dice la experta.   “Algunos creen   que si a su niño se le quiebra el pie, entonces a ellos les pasará lo mismo”, comenta. Otros dicen que los santos piden a sus dueños  restauración a través de sueños.“A veces llegan en un estado muy triste, ahí les digo ‘te voy a arreglar’”, dice.   Es que para Gonzales,  este oficio  no consiste sólo en restaurar piezas, sino  en dar alegría  a la gente.  Recuerda que en una ocasión,  las personas se arrodillaron ante   la imagen  de un santo restaurado. El experto siempre evoca este tipo de anécdotas  porque representan la importancia de su  trabajo.Según Gonzales,  en los últimos años, uno de los materiales más usados y menos recomendados para crear  esculturas de niños Jesús es el estuco. “Se pueden conseguir desde 30 bolivianos y sólo al llevarlos a  casa  se rompen sus dedos”, dice. Y si eso pasa, el “doctor” se anima a curar a los protagonistas de la Navidad.Fuente: paginasiete.bo