El inexistente «transfondo político»

Julio Aliaga Lairana

El régimen encabezado por Morales Ayma en Bolivia considera que las protestas contra el Código del Sistema Penal tienen un trasfondo político y acusa a los partidos de oposición de azuzarlas.
El régimen olvida que la discusión de un reglamento penal que establece y tipifica los delitos en una sociedad va a provocar protestas siempre; por ejemplo, decir que el contrabando es un delito va a provocar el descontento inevitable de los contrabandistas, y esto no tiene trasfondo político alguno.
La protesta de los médicos y de los profesionales en salud, tocados en sus intereses, tuvo la virtud de poner sobre el tapete de la disputa, los errores, vacíos y equivocaciones de una Código mal redactado, frente al cual se han generalizado los rechazos tanto por razones de los principios democráticos que están siendo limitados o conculcados, como de intereses sectoriales y particulares de grupos o gremios que en una sociedad altamente informalizada consideran atentatorio que sus actividades se tipifiquen fuera de la ley.
Si a esto le sumamos que quienes están encargados de ejecutar la justicia y juzgar quiénes y cómo están cometiendo los delitos que establece el nuevo Código, es decir, los fiscales que acusan y los jueces que juzgan, no son sino marionetas que responden a la voluntad de lo que quiere y considera correcto Su Excelencia, entronado por ello como un tirano cualquiera, podremos entender el efecto global de la protesta y la simpatía que esta provoca en una gran mayoría de la población.
¡Sigamos movilizados hasta abrogar el Código Penal masista! Esa es la consiga, y puesta así pareciera tener un trasfondo político, aunque en origen no sea así.
Lo que si tiene es una consecuencia política. Cuando Morales Ayma y el MAS decidieron en contra del pueblo y de su decisión expresada en sendos referendos de limitar el mandato del Presidente so pena de convertirlo en un tirano que gobierna por encima de las leyes, cuatro vías para permitirle re-re-re-repostularse, buscando su re-re-re-reelección, culminó toda credibilidad en sus intenciones y llegó el descrédito de su palabra, la Constitución dejó de ser Constitución, la Ley dejo de ser la Ley, y solo quedó la voluntad y/o el capricho del Jefazo, bajo cuyos designios vivimos ya desde hace años.
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En ese entonces, quienes observamos a diario las aristas del poder, dijimos que ante todo ese poder concentrado en esas únicas manos, no habría forma de evitar esa repostulación, que se impondría a sangre y fuego de ser necesario. Pero también dijimos que esa repostulación ilegal tendría un costo tan alto, que la imagen del caudillo llegaría al momento electoral en diciembre del próximo año 2019, hecha jirones. Y así vamos.
La consecuencia política del reclamo popular contra el Código Penal, redactado por el MAS en beneficio de sus propios intereses, es parte de esa caída en picada que nadie ha trazado, ni planificado, ni impulsado siquiera, como quieren ver los masistas en su delirio paranoico, sino que llega como consecuencia previsible, ante la actitud mentirosa del Primer Mandatario, que ha develado ante todos y todas, que lo único que quiere es quedarse en el poder, si posible hasta el día de su muerte.
¡Muera el Código del Sistema Penal plurinacional, carajo!