La verdad sobre la relación entre Gianni Versace y Andrew Cunanan

La familia Versace no ha necesitado ver la serie de American Crime Story para posicionarse en contra: es lo que cuenta el libro en el que se basa lo que les molesta.

Edgar Ramírez

Andrew Cunanan, el asesino de Gianni Versace, era propenso a la mentira hasta lo patológico. Reconstruir su vida y de su cadena de asesinatos hasta su última y más famosa víctima llevó a que la familia Versace desautorizase el libro de Maureen Orth Vulgar Favors (Favores Vulgares) en el que se basa la serie de FX American Crime Story: el asesinato de Gianni Versace.En 1997, Maureen Orth fue la primera en publicar, en Vanity Fair, que Cunanan y Versace se habían conocido siete años antes del crimenen San Francisco en 1990.  De acuerdo a las entrevistas con múltiples testigos de aquella interaccion, Orth reconstruía cómo Cunanan y su amigo Eli Gouldconocieron al diseñador de moda en la sala VIP de la discoteca Colossus.El diseñador entró con su séquito, que incluía a [el novio de Versace] Antonio D’Amico y a [el coreógrafo de la ópera Capriccio, para la que Versace había diseñado el vestuario], Val Caniparoli, que enseguida le presentaría a varias personas. Tras unos 15 minutos de charla menor y oleadas de jovencitos que deseaban conocer al diseñador, Versace empezó a recorrer la sala con su mirada. Pronto reparó en Andrew [Cunanan] y Eli [Gould], alzó la cabeza y caminó hasta ellos. “Te conozco”, le dijo a Andrew. “De Lago di Como, ¿no?”. Versace se refería a la casa de la que era dueño en Lago Como, cerca de la frontera suiza. Al parecer, lo de Lago di Como era una frase recurrente que usaba cuando quería entablar conversaciones con desconocidos. Andrew estaba muy emocionado y presentó a Eli y a Versace, que tuvieron una conversación de cortesía sobre si habían ido ya a ver Capriccio (no era así). Eli y Andrew volvieron entonces a la pista de baile».Mientras tanto, otro hombre –Doug Stubblefield– afirmaba que había visto a Versace con Cunanan en otra ocasión en San Francisco en otoño de ese mismo año. Stubblefield afirmaba que una limusina con conductor se había detenido a su lado una tarde en la que paseaba por Market Street. Dentro iban VersaceCunanan y el vividor Harry de Wildt.“Andrew hizo que el coche se parase en la acera y se puso a charlar con Doug”, escribía Orth. Pero De Wildt (“un dandy sesentón, casado con una heredera de la fortuna Hillman”) negó haber conocido jamás a Cunanan, mucho menos haber estado en un coche con ambos. Para complicar aún más esta intrincada red de alegaciones, otro amigo de Cunanan llamado Steven Gomer le dijo a Orth que fue el propio Cunanan quien le presento a De Wildt, y que ambos parecían “conocerse desde hacía tiempo”.De paso, Gomer también le contó a Orth que otra noche se encontró con Cunanan en otro escenario bien distinto. Cunanan llevaba puesto un esmoquin en esa ocasión porque, decía, acababa de salir de ver Capriccio, donde “había estado con Versace”. Y de estos pasajes del libro surge el enfado de la familia Versace con la nueva temporada de American Crime Storyla familia lleva 20 años sosteniendo que Gianni y Andrew Cunanan no se conocian. Pero Orth nos contó la semana pasada que “no tengo ninguna duda de que ellos dos se conocían (…) Todo está basado en hechos, en reporterismo y entrevistas on-the-record”.De hecho, cuando saltó la noticia en julio de 1997 de que Gianni Versace había sido tiroteado hasta la muerte en los escalones de su mansión de Miami, Orth fue una de las primeras personas en suponer correctamente quién era el asesino. La periodista había pasado los meses previos al crimen investigando sin tregua la mentalidad y la cadena de asesinatos de Andrew Cunanan. El asesino era un inteligente joven de 27 años, de ascendencia filipina, que había dejado los estudios y sufría delirios de grandeza, politoxicomanía y mantenía un oscuro historial sexual. En un reportaje del siguiente número de Vanity Fair, Orth contaba que Cunanan sólo había conocido en persona a uno de los famosos que afirmaba haber conocido en sus incontables monólogos llenos de mentiras: a Versace.Dado que se decía tanto de Versace como de Cunanan que frecuentaban los círculos de prostitución masculina de San Francisco y Miami -Versace como cliente, Cunanan como  proxeneta- existe la pequeña oportunidad de que sus órbitas se cruzasen más allá de lo que se ha reportado. Pero incluso si de hecho sólo se conocieron una única vez, Cunanan hablaba a menudo de su “amistad” con el diseñador de moda. Tanto, que hasta tres de sus amigos le contaron al FBI esa supuesta relación de Cunanan y Versace después de que el primero desapareciera tras cometer cuatro asesinatos.Orth también había retratado en su libro la retorcida mente de Cunanan. Que fue criado desde niño para admirar el lujo y las grandes marcas y vivir anhelando el mundo que aparecía en revistas como Vogue y Vanity Fair. Que Cunanan contaba a sus amigos que fue Versace el que se le presentó, y que él replicó “¡Cariño, si tu eres Versace, yo soy Coco Chanel!”. Que creaba complejas mentiras sobre sus infancia, sobre fortunas familiares y plantaciones de plataneros, sobre Imelda Marcos, el inexistente novio de su padre y caros Rolls-Royce. Que vivió con su amiga rica Liz Coté y su marido [fue el padrino de sus hijos]. Que a veces adoptaba el seudónimo Andrew DeSilva. Que sus amigos hacían como que escuchaban sus fábulas.Lo único que parece claro es que Cunanan y Versace se conocieron una vez, puede que dos. Lo que no está claro, incluso 20 años después, es qué fue exactamente lo que hizo que Cunanan asesinase a cinco personas (los padres de Cunanan dicen que su hijo fue incriminado por la mafia). La única posible razón para el asesinato de Versace la dio Bill Hagmaier, antiguo jefe de la unidad de abusos infantiles y asesinos en serie del FBI. Hagmaier le dijo a Orth que “aunque Versace no fuese ‘personalmente simbólico’ [para Cunanan], era ‘el homosexual rico, con una vida de éxito y una aceptación pública que Andrew Cunanan nunca podría ser’”. Hagmaier comparó la actuación de Cunanan con la del hombre que intentó acabar con Ronald Reagan: “La única posibilidad que tenía [Cunanan] de hacerse famoso era mediante la misma vía que lo intentó John Hinckley”.Fuente: revistavanityfair.es