María Alejandra Serrate Jáuregui
De lo más ridículo, como hacer un exagerado hincapié en un aislado hecho de discriminación en la ciudad de Santa Cruz, hasta lo abrupto de declarar enemigo de la patria a un ex presidente que se rehúsa a participar en la mal llamada unidad por la reivindicación marítima.
¡Puedo decir que al gobierno nacional no le sale una! Primeramente tenemos a la delegación del viaje a La Haya, los últimos rastros de la vieja oposición, que salen del país para apoyar a su eterno verdugo en una demanda internacional, casi olvidándose de que aquí en casa, son perseguidos, humillados y objetos de burla del Sr. Morales y su banda de actores que protagonizan cualquier acto que pueda seguir permitiéndoles agarrarse de las últimas señas de credibilidad que tenían con el ciudadano, incluyendo la creación de una gigantesca bandera azul, “la más larga del mundo”, casi pensando que con ella podrían cubrir la culpa que estoy segura carcome su ser por ser cómplices y súbditos tantísimos años del “proceso de cambio”.
Por otro lado, tenemos al señor García Linera, al que de a poco se le va cayendo lo “intelectual” y lo calmo, va despojándose de esa careta sonriente y fresca que algún día lo caracterizó, se saca el disfraz de tolerante que tantos años le escoció el cuerpo y arremete en contra de cualquier periodista que se atreva a cuestionar sus métodos de denuncia a la discriminación que sufrió una señora en la ciudad.
Podría escribir hojas y libros acerca de lo que creo, ha hecho mal este gobierno, pero una maldad a sabiendas, una perversidad que vale condenar y rechazar públicamente es el desesperado intento de dividir a Bolivia en collas y cambas.
El señor García Linera continúa haciendo lo que mejor sabe, crear distracciones basadas en el odio, tratando de encubrir los temas que el gobierno no puede subsanar, no se puede tapar el NO con un dedo. No importa cuántos falsos casos de regionalismo quiera imprimir el vicepresidente en cartelitos y presentarlos a una prensa que ya no admite sus pataletas de ahogado, los bolivianos nos sabemos unidos.
Veo a un “decadente” gobierno en decadencia, y aunque podría denunciar que ÉL no respeta el voto del pueblo, que tenemos explosiones sin responsables, prisiones sin estructuras, padres que no saben si existieron hijos, perseguidos políticos, plantas industriales inservibles y muchas inconsistencias en nuestra administración gubernamental, al solo pusilánime y descarado intento de crear una ruptura entre los hijos idénticos de oriente y occidente, yo pregunto: ¿Es en serio, Evo?
Abogada y Activista