EE.UU. analiza usar nitrógeno en la pena de muerte

Buscan una forma menos dolorosa de ejecutar a presos.

Jonathon Rosen



Por Denise Grady y Jan Hoffman

Entorpecidos por problemas con la inyección letal —intentos espantosamente mal logrados, batallas legales y una creciente dificultad para obtener las drogas— los Estados de EE.UU. están buscando maneras alternativas de ejecutar la pena de muerte. Ocupando un lugar prominente en la lista está un método que nunca ha sido utilizado: el gas nitrógeno.

Oklahoma, Alabama y Mississippi han autorizado el nitrógeno para ejecuciones y están desarrollando protocolos para su uso.

Con unos 2.740 reos aguardando ser ejecutados en Estados Unidos, la búsqueda del cambio se da porque la inyección letal, introducida hace 40 años como más eficiente y compasiva que la silla eléctrica o la cámara de gas, en ocasiones ha resultado en espectáculos que rivalizan con los que dieron origen a su uso.

El personal a cargo de la ejecución debe encontrar una vena para canalizar, un proceso que puede ser atroz. En febrero, el personal en Alabama se dio por vencido tras intentarlo durante más de dos horas en un reo que tenía los vasos sanguíneos dañados. El abogado del preso acusó al personal de abrirle una arteria y perforarle la vejiga. El Estado dijo más tarde que no trataría de ejecutarlo nuevamente.

La inyección letal también involucra drogas que pueden resultar en sufrimiento. Una es un agente paralizante y la otra detiene el corazón. La droga paralizante fue incluida en parte para hacer parecer menos perturbador al proceso. Se supone que ambas deben ser administradas una vez que un sedante ha hecho que la persona pierda el conocimiento, pero si el sedante no hace su efecto, pueden causar dolor.

Originalmente se usaron barbitúricos como sedantes, pero los fabricantes empezaron a rehusarse a venderlos para ejecuciones. Así que los Estados hicieron el intento con otras sustancias. Algunas dejaron a los reos gimiendo en lo que parecía ser una agonía prolongada.

Nebraska y Nevada esperan empezar pronto a usar el opioide fentanilo como sedante.

,Jonathon Rosen

Lo poco que se conoce acerca de la muerte humana a causa de nitrógeno proviene de accidentes y de su uso en suicidios. En accidentes, cuando personas han sido expuestas a altos niveles de nitrógeno y poco aire en un espacio cerrado, rápidamente han muerto.

El nitrógeno no es venenoso, pero alguien que lo inhale sin aire pronto perderá el conocimiento y morirá —por falta de oxígeno.

Se cree que la muerte a causa del nitrógeno es indolora. Debe evitar la condición que causa las sensaciones de ahogamiento: la acumulación de dióxido de carbono a causa de no poder exhalar. La falta de oxígeno no acciona ese mismo reflejo. Alguien que inhala nitrógeno puro aún puede exhalar dióxido de carbono y por lo tanto no tener la sensación de ahogarse. Antes de perder el conocimiento la persona quizás se sienta mareada o incluso un poco eufórica, y la vista podría nublarse.

El nitrógeno no es empleado en Estados donde es legal la muerte médicamente asistida; esos pacientes en etapa terminal normalmente ingieren unas dosis inmensas de barbitúricos. Y los veterinarios no recomiendan el nitrógeno para hacer eutanasia con los mamíferos.

Sin embargo, un anestesiólogo que pidió el anonimato porque las sociedades médicas prohiben que se participe en ejecuciones o proveer información que las aliente, dijo que la inhalación del nitrógeno era menos cruel que la inyección letal. Podrían ocurrir convulsiones, dijo. Pero si parece funcionar sin problemas, predijo que otros Estados lo adoptarían.

De hecho, en mayo de 2016, una compañía de Arizona envió una carta a los funcionarios penitenciarios de Nebraska promocionando la Cámara Eutipoxia, al decir que “produce calma y sedación seguidas por embriaguez y euforia”, “no requiere expertise médico” y garantiza “el fallecimiento de cualquier vida mamífera en 4 minutos”.

Los relativamente pocos países que ejecutan a presos típicamente lo hacen por ahorcamiento, decapitación o fusilamiento —métodos que muchos estadounidenses encuentran repugnantes. Robert Dunham, director ejecutivo del Centro de Información de la Pena de Muerte, dijo que esa reacción ejemplifica una colisión entre dos rasgos contradictorios.

“Uno es una tradición de ternura, que salvaguardamos la dignidad y decencia humanas”, dijo. “La otra es una cultura de violencia. Y cuando te importan los derechos y la dignidad humanas, eso conlleva aversión a asesinatos espantosos por el Estado. Pero la pena de muerte es intrínsecamente violenta”.

©2018 The New York Times

Fuente: clarin.com