España dividida por la tumba de Franco

La tumba del dictador español Francisco Franco en el Valle de los Caídos, un mausoleo gigante construido en una ladera en las afueras de MadridCreditSusana Vera/Reuters

SAN LORENZO DE EL ESCORIAL, España — Después de celebrar una misa el mes pasado, una parte de los feligreses de la basílica del Valle de los Caídos caminaron hacia la parte trasera del altar para rendirle homenaje a Francisco Franco, el dictador español que está sepultado aquí.

Se pararon en silencio ante la tumba. Un puñado hizo un saludo fascista. Otros se agacharon para tocar la losa con el nombre del general, sobre la que había dos ramos de flores. Una persona intentó tomar una fotografía, pero un guardia de seguridad se lo impidió.



“Franco fue un dictador, pero uno bueno”, dijo Estela Tapias, quien asistió a la misa con su esposo y dos hijos. “De verdad no entiendo por qué los comunistas quieren sacarlo”.

Con “comunistas” se refería al gobierno socialista, encabezado por el nuevo presidente del gobierno español, Pedro Sánchez.

Sánchez llegó inesperadamente al poder en junio, al remplazar a Mariano Rajoy y su gobierno conservador. Después de unos días de haber asumido el cargo, anunció que su gobierno quería exhumar a Franco y trasladarlo a un lugar de entierro más modesto, como parte de un esfuerzo por reparar los crímenes de la guerra civil y la represión que siguió al conflicto.

“Franco fue un dictador, pero uno bueno”.Estela Tapias, visitante del Valle de los Caídos

La basílica y su cruz gigante de piedra dominan el Valle de los Caídos y Franco las construyó para honrar a quienes cayeron “por Dios y por España” en su victoria de 1939 en la guerra civil española.

El sitio, cerca de la localidad de San Lorenzo de El Escorial, a casi una hora en auto al noroeste de Madrid, es una de las fosas comunes más grandes de Europa, pues alberga los restos de por lo menos 33.000 personas. La mayoría luchó al lado de Franco, pero el monumento también tiene los restos de muchos de sus opositores republicanos, que fueron arrojados aquí de manera anónima; se dice que algunos de ellos fueron recolectados de fosas comunes en todo el país para aumentar el número de muertos.

Una activista sosteniendo fotografías de víctimas de la guerra civil afuera de la entrada de la basílica en abrilCreditJuan Medina/Reuters

Algunas familias han estado exigiendo que les regresen a sus seres queridos para sepultarlos como se debe. En abril, los restos de cuatro hombres —de ambos bandos de la guerra civil— fueron exhumados del sitio por petición de sus familiares después de una larga batalla legal. Esta resolución podría abrir camino para que cientos más sean exhumados.

Ninguna figura del pasado tiene mayor presencia en la política española que Franco, incluso décadas después de su muerte en 1975. Casi cada aspecto de su legado ha provocado disputas, como los recientes cambios de nombre de plazas y calles asociadas con su régimen. Algunas ciudades controladas por políticos de izquierda quieren llevar a cabo otras exhumaciones. Tal es el caso de Sevilla, donde uno de los comandantes militares de Franco, Gonzalo Queipo de Llano, también fue sepultado en una basílica.

Paul Preston, historiador británico y biógrafo de Franco, dijo que el de España era un caso anómalo en Europa por conservar un “lugar de peregrinaje para su dictador fascista” —según él, no hay monumentos a Adolf Hitler en Alemania o Austria ni a Benito Mussolini en Italia—. Entre los más de 250.000 visitantes que llegan cada año al Valle de los Caídos, dijo Preston, muchos son devotos de Franco “que fueron educados por sus padres en la creencia de que fue un benefactor de España”.

Sánchez, el presidente del gobierno español, dirige un frágil gobierno socialista que solo tiene un cuarto de los escaños en el Parlamento.

Sin embargo, podría ordenar la remoción de Franco por decreto. Es probable que el plan de exhumación —que propuso una década antes José Luis Rodríguez Zapatero, el anterior presidente socialista— obtenga el apoyo del partido Podemos de izquierda, así como de legisladores vascos y catalanes que se unieron a Sánchez para que pudiera remplazar a Rajoy.

Franco decidió construir la basílica en la ladera poco después de haber ganado la guerra civil. La construcción duró dieciocho años; entre los trabajadores que la construyeron se encontraban prisioneros republicanos. La basílica también se convirtió en el lugar de descanso eterno de varias monjas y otros miembros del clérigo asesinados durante la guerra civil —algunos de los cuales fueron beatificados más tarde por el papa—, así como de José Antonio Primo de Rivera, el líder del partido Falange Española de extrema derecha, que fue asesinado en 1936, motivo por el cual los seguidores de Franco lo consideraron un mártir. Su tumba está delante del altar, en el lado opuesto de donde se encuentra la de Franco.

El mes pasado, Sánchez se reunió con el arzobispo Ricardo Blázquez de Valladolid, el líder de la confederación de obispos de España. Después de la reunión, el reverendo José María Gil Tamayo, secretario general de la confederación, sugirió que la Iglesia preferiría quedar fuera de lo que consideraba un debate político en torno a los restos de Franco.

Los sacerdotes benedictinos que viven en la abadía adyacente dirigen la basílica. Aunque el abad, Santiago Cantera, se opuso durante mucho tiempo a cualquier intento de alterar el sitio, este año retiró el recurso interpuesto ante un tribunal para frenar la remoción de las cuatro víctimas de la guerra civil.

La imponente cruz en el Valle de los Caídos. De acuerdo con un biógrafo de Franco, el de España es un caso anómalo en Europa por conservar un “lugar de peregrinaje para su dictador fascista”.CreditPaul Hanna/Reuters

Algunos en España hacen eco del sentimiento de que trasladar a Franco simplemente sería un caso de políticos que intentan sacar provecho de los dolorosos sucesos de la guerra civil. Según ellos, Franco construyó la basílica, así que tiene derecho a estar sepultado ahí. Otros dicen que el dictador debe ser removido porque el sitio se construyó para quienes fueron asesinados en la guerra civil y Franco murió décadas después en un hospital.

De hecho, no hay registros oficiales que muestren lo que Franco quería para después de su muerte, aunque Preston, el historiador, relata en la biografía que escribió del dictador que Franco le dijo al arquitecto que debían sepultarlo ahí.

La alternativa más evidente de descanso para el cuerpo embalsamado de Franco es al lado de su esposa, Carmen Polo, quien murió en 1988 y yace en una cripta en el cementerio de El Pardo, cerca de la antigua residencia de Franco en Madrid.

El plan de exhumación llega en un momento en que la familia de Franco enfrenta varias disputas tras la muerte de la única hija del dictador en diciembre. Las autoridades locales de Galicia, la comunidad autónoma donde Franco nació, quieren bloquear la venta de una hacienda familiar porque está en un terreno que expropió.

El gobierno de Sánchez también está considerando quitarle a la familia su título de nobleza, que les fue otorgado por el rey Juan Carlos días después de la muerte de Franco y que ahora ostenta su nieta.

Sánchez hizo un llamado a favor de la exhumación “inmediata” de los restos. Aunque no ha dado una fecha, los socialistas quizá quieran evitar que se repita el prolongado debate que hubo en el gobierno de Zapatero, cuando se designó una comisión de expertos para ayudar a transformar el Valle de los Caídos en “un lugar de memoria reconciliada”.

Para cuando la comisión publicó sus recomendaciones, en noviembre de 2011, el Partido Popular conservador de Rajoy había recuperado el poder. Rajoy frenó el financiamiento de todos los proyectos vinculados con la Ley de Memoria Histórica de 2007, instituida durante el gobierno de Zapatero, la cual ofrecía apoyo estatal para trasladar a personas que hubieran sido sepultadas en fosas comunes durante la guerra civil. Esa ley permitía la transformación del Valle de los Caídos.

Luis Castañón, un analista de datos de Valladolid que visitaba el sitio con su esposa, dijo que asistir a la misa en la basílica de Franco le permitió “rezar por los muertos, por la reconciliación y por la unidad intocable de España”. Argumentó que el sitio debía dejarse tal como está: “A quien no le guste este lugar no está obligado a venir”.

POR RAPHAEL MINDERFuente: nytimes.com