Jane Fonda y el sexo después de los 80

La actriz asegura que para las mujeres es mejor a esta edad porque “conocemos mejor nuestro cuerpo”

Jane Fonda en el pasado Festival de Cannes en mayo. Jane Fonda en el pasado Festival de Cannes en mayo. GTRESONLINE

Jane Fonda nunca ha rehuido su faceta sexi y parece no estar dispuesta a renunciar a ella ni siquiera cuando ya ha cumplido los 80 años. En la gran pantalla Fonda ha interpretado a muchos tipos de mujeres pero pocos olvidarán a esa seductora venus galáctica a la que dio vida en Barbarella, dirigida por Roger Vadim, en 1968. Entonces era una treintañera que se atrevía con todo y esa rebeldía y no tener pelos en la lengua la acompañan cinco décadas después, cuando vuelve a interpretar personajes que, a pesar de su edad, mantienen una activa vida sexual.



Icono de cómo llegar a la vejez sin renunciar a la buena forma física, a su profesión ni a sus ideas, Jane Fonda interpreta desde hace cuatro temporadas la exitosa serie de Netflix, Grace y Frankie, y también tiene un papel principal Cuando ellas quieren, una comedia de la Paramount que está dirigida al público mayor y que se verá en España a partir de mediados de septiembre.

La actriz cumplió 80 años el pasado mes de diciembre, tiene una prótesis de cadera y tras el fracaso de su última relación sentimental con el productor Richard Perry, a finales de 2017, bromeó con el fin de su vida sexual, que poco tiempo atrás había reconocido que era estupenda y a veces más satisfactoria que en sus años de juventud. Pero los papeles que ha interpretado y sus respectivas rondas de entrevistas promocionales dan para declaraciones sabrosas e inspiradoras para la gente de más edad que quiere seguir sintiendo y practicando el sexo.

Jane Fonda con un consolador en la mano en una escena de la serie
Jane Fonda con un consolador en la mano en una escena de la serie ‘Grace y Frankie’.

«Las mujeres mayores son uno de los grupos demográficos que más rápidamente crece en el mundo. Vivimos un promedio de cinco años más que los hombres. Y eso se refleja en el mercado», ha dicho la actriz. «Los ejecutivos de cine y televisión se están dando cuenta de que existimos. Si solo se cuenta la mitad de la historia, todos nos estamos perdiendo una parte. Por eso creo que vamos a ver cada vez más películas y series con mujeres mayores, donde les vamos a ver manteniendo relaciones sexuales, porque muchas personas de esa edad las tienen».

El pasado mes de mayo, durante la promoción de la película Book Club, que trata sobre cuatro amigas de su misma edad cuya vida sexual revive después de leer una novela erótica, afirmó: «He cerrado la tienda ahí abajo [en referencia a su sexo]. No voy a salir más con nadie, tengo ochenta años y estas cosas acaban cuando tú lo decides».

Pero a pesar de su falta de interés por encontrar un nuevo novio, Jane Fonda sabe de qué habla y no se corta en tratar lo que algunos denominan sexo geriátrico: «He escrito un libro sobre el tema. Trataba sobre todo sobre el proceso de envejecer pero tenía capítulos sobre sexo. Entrevisté a mucha gente de noventa años, incluso a una pareja en la que ambos tenían más de 100. A esa edad todo es diferente y puedo hablar de ello porque tengo 80. Uno pierde ciertas cosas, como la espontaneidad, especialmente si el hombre también es mayor. Pero planificar puede ser muy erótico. Y a la vez para las mujeres es mejor a esta edad, porque conocemos mejor nuestros cuerpos y ya no tenemos miedo a pedir lo que nos gusta».

En 2012, cuando mantenía su relación con Richard Perry, cuatro años menor que ella, afirmó en una entrevista que desde hacía tres años tomaba testosterona y que le ayudaba a llevar una vida sexual extraordinaria. La hormona masculina también se produce para mujeres en pastillas y parches y Fonda afirmó que suponían «una enorme diferencia si se pretende mantener una actividad sexual cuando la libido ha bajado».

Poco antes la actriz había confesado en otra entrevista que estaba atravesando una etapa de mucha actividad sexual (tenía 73 años) y que por primera vez en mucho tiempo no sentía deseos de querer volver a ser joven. Y llegó a otorgar porcentajes a los factores que atribuía como responsables de su gran aspecto físico: un 30% a los genes, otro 30% al deporte y al ejercicio, otro 30% al sexo y el 10% restante «se lo tengo que agradecer a mi cirujano plástico».Fuente: www.elpais.com