Todas las películas de Madonna, ordenadas de horrible a mediocre

Como legado cinematográfico, el de Madonna es espantoso, pero es el ejemplo perfecto de cómo una estrella puede utilizar sus películas para transmitir la imagen que quiera de sí misma.

En la cama con Madonna

Casi todas las películas de Madonna son espantosas. En la mayoría actúa regular tirando a mal. ¿Por qué detenerse a analizar su filmografía entonces? Porque se trata de un caso único en Hollywood. Ella es consciente del desastre, pero no le importa. Sabe que va a sobrevivir. Por un lado, parece que se nutre de las críticas, porque es mejor que hablen mal de ella a que no hablen en absoluto. Por otro, no es que Madonna haya buscado deliberadamente malos guiones para recitarlos con desgana, sino que simplemente ha priorizado otros aspectos: necesitaba estar siempre en control para que cada película inmortalizase la imagen de sí misma que ella quería dar en cada momento. Y funcionó, aunque casi nadie viera la película en cuestión, todo el mundo le prestó la suficiente atención para identificar la reinvención de turno. Todo el mundo le hizo caso, y eso es lo que importa.



15. Shangai Surprise (1986)

En esta comedia de aventuras, Madonna interpretaba a una enfermera involucrada en causas solidarias que se enamoraba de un canalla (Sean Penn). Fue la primera y última vez que interpretó a una buena persona. No coló, como tampoco funcionó su química con Penn, y eso que se enamoraron durante el rodaje. Sean Penn y Madonna tienen muchos talentos (sobre todo ella). Ser graciosos no es uno de ellos. Era su segunda película y ya ganó un Razzie a la peor actriz, el primero de los nueve (récord absoluto) que le han concedido. No ha ido a recoger ninguno.

14. Dick Tracy (1990)

Como nadie la comparaba con Marilyn Monroe, Madonna imitó su look para interpretar a la mujer fatal del que se suponía iba a ser el gran blockbuster de 1990. No lo fue. Pero ella exprimió el proyecto y glamourizó su erotismo, sin dejar de ser vulgar. Su personaje, Suspiros Mahoney, le tiraba los tejos a Dick Tracy mediante frases como «sé lo que los hombres sienten por mí, no sabes si quieres besarme o abofetearme». Tanto si esta frase fue idea del guionista o sugerencia impuesta por Madonna, resulta grotesco. Ella se pasa la película mirando a un punto fijo que no queda nunca claro cuál es. La canción de la banda sonora Sooner Or Later ganó el Oscar, tras la actuación de una Madonna que se sabía en la cima del mundo. Cantó mejor que nunca, o al menos lo intentó, y se toqueteó durante los 5 minutos que le dieron, el doble de la duración habitual de las canciones en la ceremonia. «Tarde o temprano consigo lo que quiero» decía la canción. Vaya que sí.

13. ¿Quién es esa chica? (1987)

Madonna estaba obsesionada con que el mundo entero conociese la respuesta a esa pregunta. Tras quitarse de en medio a Cyndi Lauper, protagonizó esta rocambolesca comedia de enredo. Fue la última vez que intentó parecer simpática. ¿Quién es esa chica? inauguraba uno de sus looks más emblemáticos, el rubio platino con las cejas oscuras. Su personaje utiliza a los hombres para su propio beneficio, y la película está llena de metáforas a cuál más obvia: Madonna domando a una pantera, Madonna domando a un mono o los títulos de crédito al ritmo de su single Causing A Commotion. Porque para causar una conmoción hay que empezar por creérselo una misma.

12. Algo casi perfecto (2000)

Acompañada de su amigo Rupert Everett, interpretaba a una solterona que se quedaba embaraza de su mejor amigo gay. Madonna promociona su single American Pie durante una escena de un funeral. Lo que parecía una comedia antirromántica acaba en drama de juicios, con la protagonista intentando arrebatarle la custodia a su examigo. Lo más esperpéntico de Algo casi perfecto es ver a Madonna intentando interpretar a una mujer normal.

11. El cuerpo del delito (1992)

Este plagio, escena por escena, de Instinto básico cometió el error de mostrarnos dos cosas que nadie querría ver nunca en un thriller erótico: un juicio y la cara de Willem Dafoe. Para alimentar su etapa Sex/Erótica Madonna interpretaba a Sharon Stone interpretando a una devorahombres que asesinaba a sus víctimas con un método mucho más complejo, lento y cansado que el picahielos. Les mataba a polvos, literalmente. Por eso la primera escena, con Madonna encima de un señor de 80 años, no resultaba nada erótica, y de hecho daba como angustia verla ahí esforzándose en provocarle un infarto. El resto de revolcones (y había muchos) eran más aparatosos que sensuales. Una bombilla rota clavándose en la espalda, un jueguecito con cera ardiendo y champán que nos hizo preocuparnos de cómo iban a limpiar esas sábanas y una Madonna masturbándose que la censura americana consideró «demasiado gratuita». Dos palabras que podrían ser el epitafio de Madonna.

10. Noches de Broadway (1989)

Madonna dio un giro musical y estético cantando swing y apareciendo morena por primera vez en una película. Interpretaba una cantante de los años 20 que actuaba a dúo con Jennifer Grey (la protagonista de Dirty Dancing), demostrando así su cualidad más indiscutible: lo lista que es. Nada como compartir escenario con una insulsa para parecer más exuberante. Simbólicamente, es interesante que su personaje retrata cómo las mujeres sexuales y deslenguadas no sobrevivían en los años 20, pero sí en los 80, en gran parte gracias a Madonna. Lo malo es que nadie vio la película. Y eso que merece la pena sólo por ver la cara de desprecio absoluto con la que mira a su compañera. Esa es la Madonna de la que nos enamoramos.

9. Buscando a Susan desesperadamente (1985)

Con un par de discos en el mercado, Madonna utilizó esta comedia para inmortalizar su estética ochentera (lazos enormes, corpiños de encaje y guantes para comer cheeto’s) y sobre todo explicarle al mundo cómo quería que la viesemos. No iba a dejar que su mito lo forjasen otros. Ellos la desean, ellas la admiran. Madonna parece disfrutar excitando a sus admiradores primero y trastornándolos después. Como Susan, la cantante llegó a Nueva York sin un dólar y dispuesta a sobrevivir como fuese, aunque eso implicase lavarse los sobacos en un baño público.

Buscando a Susan desesperadamente.

8. Sombras y niebla (1991)

Woody Allen la fichó para un pequeño papel como trapecista de un circo que va vestida como una fulana y que asegura que «puedo comerme cualquier cosa que me pongan delante». Madonna iniciaba así su transición hacia la depredadora sexual: se enrollaba con John Malkovich mientras su marido dormía. Las mujeres ya no admiraban tanto a Madonna en sus inicios, ahora sujetaban a sus maridos al verla pasar. En una perversa broma del destino, la mujer cornuda de John Malkovich en la película estaba interpretada por Mia Farrow. Pagaríamos lo que fuera por escuchar alguna de las conversaciones que tuvieron Woody Allen y Madonna.

7. Four Rooms (1995)

Compuesta por cuatro segmentos, el de Madonna se titulaba El ingrediente secreto. El título hacía referencia a un conjuro con el que el aquelarre de brujas protagonista pretendía resucitar a su diosa. Su etapa erótica había terminado, así que la bruja encargada de conseguir el ingrediente secreto en cuestión (semen) estaba interpretada por otra actriz, y se nota que Madonna no sabía para dónde tirar. Nadie entiende por qué Madonna se metió en este jardín, aunque seguro que si le preguntamos respondería «porque me dio la gana». Lo mejor de la película es verla tratando al botones del hotel como a una cucaracha. Es probable que no supiera que la estaban grabando.

6. Muere otro día (2002)

Además de cantar el temazo electro-flamenco (que incluye la frase más delirante de toda su discografía: «Sigmund Freud, analiza esto»), Madonna interpretó a una profesora de esgrima llamada Verity que se relamía con los chistes verdes de doble sentido, un clásico en la saga Bond. «Veo que sabes manejar tu arma». Pocas mujeres saben ser tan zafias sin inmutarse. Verity era además una dama de la alta sociedad, que era lo que Madonna se creía en esta etapa cuando por alguna razón decidió hablar con acento británico.

5. Ellas dan el golpe (1992)

En este clásico de los canales autonómicos españoles, Madonna interpretaba a una de las jugadoras de baseball que formaban una liga femenina durante la segunda guerra mundial. Durante esta etapa de su carrera Madonna se propuso interpretar a la golfa de la película en diferentes épocas del siglo XX. En este caso le enseñaba las bragas al público en los descansos de cada partido.

4. Juegos peligrosos (1993)

Una nueva incursión de Madonna en el cine de autor con una película de enrevesado argumento. Un director rueda un drama sobre un marido vive en crisis debido a lo mojigata que es su mujer (sí, interpretada por Madonna), pero empieza a obsesionarse con sus actores y les somete a torturas psicológicas. Es posible que Madonna no entendiese de qué iba la película, así que ante la duda optó por hundirla, y eso que estaba producida por ella misma. El director Abel Ferrara se despachó a gusto contra ella: «al público le gustó mucho la película, pero Madonna la mató. La habían vituperado tanto por El cuerpo del delito, que decidió adelantarse a los críticos y hablar mal de mi película. Lo irónico es que Madonna cosechó buenas críticas. Nunca se lo perdonaré». En Japón se estrenó con el título de Body II, colando como una secuela de El cuerpo del delito, que allí había sido todo un éxito demostrando lo sexualmente retorcida que es la sociedad japonesa.

Juegos peligrosos

3. Barridos por la marea (2002)

¿Quién no ha hecho locuras por amor? La diferencia es que cuando eres una estrella todo el mundo podrá opinar acerca de esa metedura de pata. Este remake de una película italiana estaba dirigido por su entonces marido, Guy Ritchie, y fue masacrado por la crítica. No obstante, Barridos por la marea es una extravagancia reivindicable de tan curiosa que resulta. Por un lado, vemos a Madonna dándole besos a un pez, haciendo fuego y dedicándose a sus labores (en una isla desierta en la que ha naufragado con un italiano varias décadas más joven que ella, algo a lo que le cogió el gusto en la vida real), convertida en ama de casa. Vemos a Madonna, en definitiva, haciendo cosas que ella ni siquiera dejaría que su asistente hiciera. Lo que también vemos es cómo percibía Guy Ritchie a la clase alta, a la que Madonna le había introducido con su matrimonio: ella interpreta a una pija caprichosa y arrogante que trata fatal a todo el mundo (sí, otra vez), pero que tiene buen corazón y sigue estando buenísima. Barridos por la marea es una carta de amor y odio de Guy Ritchie hacia su mujer. El tiempo se decantaría por lo segundo.

2. Evita (1996)

Existe la impresión generalizada de que Madonna hace una gloriosa interpretación en este musical sobre la vida de la primera dama argentina. No es del todo cierto. Su reconocimiento crítico y el Globo de Oro a la mejor actriz fueron más un reconocimiento al esfuerzo. Como cuando nos aprobaban un examen por haber participado en clase y hecho los deberes a diario. Evita es una muchacha de clase humilde que se tiñe de rubia y se come el mundo, así que Madonna ya tenía la mitad del trabajo hecho. Tiene presencia y es impetuosa, pero resulta artificial en las escenas íntimas: alguien que es incapaz de ser natural en la vida real nunca conseguirá parecerlo en una pantalla de cine. El compromiso de Madonna para adoptar los manierismos de Evita y estar a la altura vocalmente se tradujeron en una interpretación solvente que sorprendió al mundo entero, que llevaba afilando los cuchillos desde que Michelle Pfeiffer y Concha Velasco fueron descartadas del proyecto. Los matices vocales que alcanzó durante los duros ensayos para Evita se lucieron en una actuación en los Oscars, donde su canción volvió a ganar la estatuilla, y en la gira de su disco Ray Of Light. Nunca ha cantado mejor. Luego al parecer se le olvidó toda la técnica que había aprendido.

1. En la cama con Madona (1992)

A Madona nunca le han gustado las medias tintas ni la sutileza. Para afianzar su etapa sexual se pasó dos años hablando sobre guarradas, con una actitud que parecía gritar «miradme, soy provocadora, miradme, soy deslenguada, miradme cómo escandalizo». Una película (El cuerpo del delito), un disco (Erotica), un libro (Sex) y este documental abrumaron la etapa más productiva de Madonna en toda su carrera. La razón por la que En la cama con Madonna está en el número 1 de nuestro ranking es porque Madonna interpreta el mejor papel de su carrera: a ella misma. Otras habrían sido mejores Evitas, pero nadie hace lo que hace Madonna tan bien como ella.En pretencioso blanco y negro, este documental podría haber sido un lavado de imagen, pero sólo confirma que Madonna es una ordinaria (simula una felación a una botella con el mismo ansia con el que come de un tupper como si fuera un abrevadero) y una persona horrible. Todo le molesta, es condescendiente con sus bailarines («les quiero porque tienen problemas con su familia y son pobres»), se burla de Kevin Costner (quien en venganza la vetó como co-protagonista de El guardaespaldas) y se ríe de su asistente cuando ésta cuenta que ha sido drogada y violada: «eso le pasa por presumir de trabajar conmigo y decir en qué hotel me alojo». Madonna no resulta «antipática pero divertida», es directamente una psicópata capaz de humillar a varias personas mientras la maquillan. No quiere caernos bien, quiere que la tengamos miedo. La única que no se achanta es Ana Leza, la entonces mujer de Antonio Banderas, que amenaza ¿en broma? con denunciarla si sigue tirando los tejos al actor, ante la estupefacta mirada de Rossy de Palma y Loles León.En la cama con Madonna también incluye actuaciones a todo color, en las que Madonna despliega su magia y casi consigue que se nos olvide lo cruel que es. Hoy estamos acostumbrados a las estrellas del pop femeninas que levantan un show y no tienen miedo a decir lo que piensan. Pero durante muchos años Madonna estuvo sola ante el peligro, haciéndose fuerte frente a las críticas y derrumbando barreras a golpe de pelvis. Si algo tienen en común sus 15 películas, es que Madonna hizo cosas que nadie más estaba haciendo en aquel momento. Eso no la convierte en una buena persona, ni falta que le hace, pero sí la convierte en una leyenda.

Fuente: revistavanityfair.es