Hasta 15 venezolanos entran al día a Bolivia por Desaguadero

 2,3 millones de venezolanos se han ido de su país por la crisis. Tras las restricciones que les imponen Perú, Ecuador y Colombia, los refugiados buscan otros destinos.

“Hemos salido de Venezuela hace un mes porque si nos quedábamos, nos moríamos y de hambre. Estamos en Bolivia hace casi dos semanas, mejor, aquí la gente es chévere”. Juan tiene 39 años y era carpintero en su Mérida natal hasta hace un mes. No imaginaba entonces que despediría este agosto vendiendo golosinas en las calles de La Paz, “trabajándose otro futuro”.Juan entró a Bolivia por Desaguadero, junto con su esposa y su hija de 13 años, después de pasar ilegalmente por Perú. A diferencia del vecino país, acá sólo le pidieron la cédula de identidad. “Pasaporte no tenemos”, se sincera.La oficina boliviana de Migración en la frontera de Desaguadero registra diariamente entre 12 y 15 ciudadanos venezolanos que vienen de Perú. Desde que comenzó el éxodo por la galopante crisis en Venezuela, Bolivia ha sido ante todo un país de tránsito; no obstante, la llegada de emigrantes se ha incrementado en 150% desde 2015.Según datos de la comunidad venezolana nacional -que coinciden con las estadísticas de la Organización Mundial para las Migraciones (OIM)- , el número de ciudadanos de Venezuela en Bolivia ha subido en los últimos tres años de 2.000 a 5.000. Muchos más se refugian en Colombia, Perú y Chile.

Las puertas se cierranLa crisis en Venezuela está produciendo el mayor éxodo de refugiados en la historia de América Latina. Según la ONU, siete de cada 100 venezolanos (2,3 millones) se han ido de su país desde 2014 “impulsados por la falta de alimentos”.“Uno primero no piensa en irse, pero la cosa está tan mal que empieza a pensar en serio en irse y entonces analiza posibilidades. Hace unos años yo pude elegir a Bolivia, quizás el país me eligió a mí, pero mis compatriotas hoy ya no pueden escoger, porque no todas las puertas están abiertas”, comenta Mary Molina, representante de la comunidad venezolana en Bolivia.Los países latinoamericanos acogieron -con Colombia, Perú y Chile a la cabeza- a miles de venezolanos. Pero los refugiados eran cada vez más y comenzaron las restricciones. Desde hace una semana Perú exige pasaporte a los ciudadanos de Venezuela. Ecuador trató de asumir una medida similar pero una demanda la puso en suspenso por 45 días.“Saliendo de Mérida, que está en los Andes venezolanos, viajamos en autobús y otros tramos a pie. Llegamos a Perú pero allá tampoco estaba bien la cosa y seguimos hasta Desaguadero”, relata Juan. Con ellos había muchos de sus compatriotas que perdieron de vista en el trayecto. “A Bolivia llegamos pocos”.



El requisito para los venezolanos es el carnet de su país. Freddy Barragán / Página SieteAl otro lado del Desaguadero

La oficina de Migración en Desaguadero mira de frente la frontera que divide a dos países idénticos. Es un recinto pequeño y oscuro con cinco ventanillas de atención; muy distinto al flamante Centro Binacional de Atención en Frontera (CEBAF), que está a cuatro kilómetros.Inaugurado en abril, el CEBAF es un complejo luminoso construido sobre siete hectáreas que permite el ingreso de flotas y camiones de carga. Está destinado al control aduanero y también migratorio. Tiene decenas de funcionarios que mezclan acentos peruanos y bolivianos.“A diario entran de 12 a 15 venezolanos a Bolivia y salen del país entre cinco a ocho ciudadanos de ese país”, informa Donato Quispe Calle, encargado regional de Migración en Desaguadero.Por el tratado de Mercosur, el único requisito para que los venezolanos ingresen a Bolivia es el carnet de su país. El requisito no ha cambiado en la frontera aunque Venezuela fue suspendida del bloque económico internacional el pasado 5 de agosto, con demanda incluida al gobierno de Nicolás Maduro “para que restaure la democracia”.

En días de feria el flujo migratorio sube en Desaguadero.Freddy Barragán / Página Siete

En general, los venezolanos llegan a Bolivia como turistas y tienen prohibido trabajar. Como todos los extranjeros, pueden permanecer en el país por 90 días antes de presentar una solicitud de permanencia. Si no regularizan su situación, son multados por Migración por jornada.

“La mayoría de los ciudadanos venezolanos que ingresan a Bolivia dice que está de paso -explica Quispe-. Ellos aseguran que su destino final es otro: Chile o Argentina. Pocos declaran que se van a quedar en nuestro país”.Según el oficial L. López, funcionario de Migración del Perú, antes de que su país exigiera el pasaporte a los venezolanos, eran más los ciudadanos de ese país que entraban por Desaguadero desde Bolivia. “Procedían normalmente de Brasil”.Pero la frontera es muy grande. “Nosotros sólo podemos controlar lo legal, no podemos controlar lo que no es legal, no tenemos acceso”, reitera Quispe.

Cada día más venezolanos cruzan la frontera desde Perú.Freddy Barragán/ Página Siete

Un “arepazo” solidario

“Mis compatriotas no salen de Venezuela para hacer turismo, sino para salvar sus vidas. En otros tiempos, Venezuela recibió grandes oleadas de migración, abrió las puertas a todos los hermanos de Latinoamérica y de Europa que vivían dictaduras. ¿Por qué ahora algunos países nos cierran puertas?”, lamenta Mary Molina, representante de Venezolanos en el Mundo (VenMundo) para Bolivia y de otras asociaciones de esa comunidad.Según sus datos, unos 5.000 venezolanos radican en ciudades bolivianas y sólo en Santa Cruz hay 2.800. Ella misma se afincó en la capital oriental hace ocho años. “Era el principio de la crisis; no imaginábamos lo que se iba a venir en mi país”, comenta. Su voz ha adquirido un acento híbrido entre camba y caraqueño.“Estos años están llegando más compatriotas y al principio se sorprenden con las diferencias. Ellos no veían un supermercado lleno en años; no vivían seguros, sin la incertidumbre de qué comer”, explica Molina.Cuenta que toda su familia se quedó en Caracas. En la capital venezolana ella era propietaria de una empresa textilera que, tras bregar con la crisis, finalmente tuvo que cerrar. Mary emigró a Santa Cruz, donde empezó de cero. “Estoy muy agradecida con este país y hago votos por la libertad plena de mi Venezuela”, asegura.Con el fin de colaborar a los refugiados venezolanos en la región, que son cada día más, la comunidad organiza para el domingo 9 de septiembre un “arepazo solidario”. La feria se realizará simultáneamente en Santa Cruz, Cochabamba y La Paz.Juan dice que le gusta La Paz porque él viene del altiplano venezolano. “Mérida está a 1.800 metros sobre el nivel del mar, claro que no se compara”, dice entre risas. No sabe, sin embargo, si él y su familia se quedarán.“Todavía mi niña está asimilando los cambios pero estamos juntos; nos estamos trabajando un futuro -dice-. Nadie deja su patria porque quiere, a nosotros nos sacó el hambre. Y a los pobres el hambre los mata primero”.Página Siete / Liliana Carrillo V. / Desaguadero