Cómo exguerrilleros de las FARC «dieron plomo» a periodistas para proteger al narco

Foto: Póster de los tres asesinados en la redacción del diario 'El Comercio'. (Jules Giraudat, Forbidden Stories)Póster de los tres asesinados en la redacción del diario ‘El Comercio’. (Jules Giraudat, Forbidden Stories)

Un nombre escrito en letra pequeña en el registro de un hotel: Javier Ortega. Profesión: periodista. Ese fue el último rastro que dejó el reportero ecuatoriano el 26 de marzo pasado en la región de Esmeraldas, al noroeste de Ecuador. A las siete y diez de la mañana las cámaras de vigilancia registraron que abandonó el hotel El Pedregal, acompañado del fotógrafo Paúl Rivas y del conductor del vehículo en que viajaban, Efraín Segarra. El equipo partió en dirección a Mataje, el último poblado ecuatoriano en la frontera con Colombia.

Los cuerpos de los tres hombres, cosidos a balazos, fueron encontrados tres meses más tarde por las Fuerzas Especiales de Colombia, a decenas de kilómetros del lugar donde desaparecieron, en la región de Nariño, al suroeste del país, donde operan numerosos grupos de narcotraficantes. Los asesinos, excombatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), preservan ese territorio para que no se dé a conocer que su negocio fundamental es el tráfico de drogas, principalmente de cocaína. La guerrilla de las FARC se había disuelto en 2017.

Los asesinos cavaron dos fosas en las que colocaron cuidadosamente una trampa: cinco artefactos explosivos. Lo hicieron con el fin de matar también a los militares que fueran a exhumar los cadáveres. Según la investigación preliminar de la fiscalía colombiana, a la que este medio tuvo acceso, los soldados de élite necesitaron más de ocho horas para asegurar la zona antes de recuperar los restos mortales de los tres profesionales del diario ecuatoriano ‘El Comercio’ y del primo del jefe de los narcotraficantes, tiroteado hasta la muerte por “colaborador” de las autoridades ecuatorianas. La recuperación de los cuerpos ocurrió el pasado 22 de junio.Por entonces, aún quedaban muchas sombras respecto a lo que sucedió en la escarpada selva que sirve de frontera entre los dos países. ¿En qué condiciones y por qué fueron secuestrados y asesinados los tres empleados del diario ‘El Comercio’? ¿El Gobierno de Quito hizo todo lo posible por salvarlos?Se conformó un equipo de reporteros independientes ecuatorianos y colombianos para intentar responder a estas preguntas. Por razones de seguridad, trabajaron en el anonimato. “Es un tema muy delicado aquí, no podemos correr el riesgo de que maten a otro colega por firmar los textos con nuestros verdaderos nombres”, explica uno de los periodistas.



Puesto de trabajo de Javier Ortega en la redacción de El Comercio. (J. Giraudat / Forbidden Stories)
Puesto de trabajo de Javier Ortega en la redacción de El Comercio. (J. Giraudat / Forbidden Stories)

La organización Forbidden Stories, cuya misión es dar seguimiento al trabajo de periodistas amenazados, encarcelados o asesinados, colaboró con ellos en la investigación para comprender lo que sucedió tras la desaparición del redactor Javier Ortega y sus dos colegas la mañana del lunes 26 de marzo.El Confidencial y otros 15 medios de cuatro continentes publican el resultado de ese trabajo. Entre los diarios colaboradores están ‘The Guardian’ de Reino Unido, ‘Süddeutsche Zeitung’ de Alemania, ‘Le Monde’ de Francia, ‘La Repubblica’ de Italia o ‘La Nación’ de Argentina.

Exguerrilleros convertidos en narcos

Cristian Segarra, hijo de Efraín Segarra, el conductor del vehículo en que viajaban los periodistas, cuenta: “En la funeraria le pedí al director de la oficina médico legal que me permitiera ver el cuerpo. Me resistía a creerlo. Él me dijo que iba a ser muy complicado, que no iba a reconocer el rostro. Me dejaron ver su mano, pero el estado de putrefacción era tan avanzado que no identifiqué nada, estaba prácticamente irreconocible”.Fue el último episodio de un drama que conmovió a la sociedad ecuatoriana. En las redes sociales, en las calles de Quito, la capital, en los parabrisas de los automóviles, se había popularizado el eslogan #nosfaltan3. Hasta entonces, ningún periodista había sido secuestrado y asesinado en Ecuador. El país había logrado conservar la paz en su territorio mientras que la vecina Colombia se consumía en un conflicto fratricida con la guerrilla de las FARC.

Manifestaciones en Quito para solicitar justicia para los tres asesinados. (J.Giraudat / Forbidden Stories)
Manifestaciones en Quito para solicitar justicia para los tres asesinados. (J.Giraudat / Forbidden Stories)

“Le dije: ‘No, por favor esta vez no. Siento que es muy arriesgado. Él me respondió: es mi trabajo’ y se marchó”, cuenta Yadira Aguagallo, la pareja del fotógrafo Paúl Rivas, en el apartamento donde ambos vivían. Era su tercera cobertura en la frontera desde enero. “Cuando nos despertamos, lo vi acostado a mi lado y pensé: no podría vivir si le pasa algo”, recuerda Aguagallo.Seis días antes, tres militares habían muerto por la detonación de un explosivo artesanal en Mataje. Fue el último sobresalto de la ola de violencia que sacude desde hace varios meses la provincia de Esmeraldas, fronteriza con Colombia. El 27 de enero de 2018 un cuartel policial de San Lorenzo –una de las principales ciudades de Esmeraldas– fue atacado con un coche bomba; 28 personas resultaron heridas. El presidente de Ecuador, Lenín Moreno, decretó el estado de excepción en la región e instauró el toque de queda. Las autoridades atribuyeron esta serie de atentados a Walther Patricio Arizala Vernaza, alias ‘El Guacho’, de 26 años de edad, que hasta hace sólo unos meses no estaba fichado por la policía y que se ha convertido en el enemigo público número uno.En la única entrevista que concedió y que fue difundida en octubre de 2017 por la cadena de televisión colombiana RCN, Arizala Vernaza aparece relajado, sin ropa militar y con un polo azul ajustado. Solo la pesada metralleta que lleva a los hombros revela quién es: un exguerrillero de las FARC que dirige el Frente Oliver Sinisterra, un grupo conformado por más de 120 hombres armados.

Fotograma de
Fotograma de ‘El Guacho’. (RCN)

Con el acuerdo de paz firmado en noviembre de 2016 entre el gobierno colombiano y las FARC “se vieron beneficiados los comandantes de las guerrillas, pero gran parte de los milicianos no fueron reconocidos como tales”, afirma el coronel Mario Pazmiño, quien fuera director de Inteligencia del Ejército ecuatoriano entre 2007 y 2008. “Se vieron decepcionados. Lo que les ofrecía el gobierno [tierras para que cultivaran maíz, patatas, café, etc.], en comparación con lo que les ofrecía el narcotráfico era completamente dispar”, explica. Así, sucedió que “entre 1.800 y 2.000 hombres se desvincularon del proceso de paz y en este momento están armados en diferentes partes de Colombia» añade, precisando que son alrededor de 12 grupos los que operan en la zona fronteriza entre Ecuador y Colombia.Ante la emergencia de estos grupos, acusados de trabajar codo con codo con los carteles mexicanos, las autoridades de ambos países respondieron ejerciendo una mayor represión. En opinión del fiscal Christian Rivadeneira, encargado de investigar la serie de atentados en la región de Esmeraldas, los ataques de estos últimos meses son en cierto modo una “consecuencia” de estas operaciones: “Podrían ser represalias”.Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el cultivo de cocaína se multiplicó en Colombia en 2016, en particular en la región de Nariño, donde operan estos grupos armados. El informe de UNODC calcula que en esa zona hay 42.627 hectáreas destinadas al cultivo de coca, lo que representa un aumento de 43% respecto a 2015.“Una vez que la droga es procesada en el país vecino [Colombia], la envían a Ecuador por mar o tierra, la ocultan y luego contratan a pescadores para llevarla con lanchas rápidas a Centroamérica, México o Estados Unidos” explica Rivadeneira. Las zonas montañosas, la selva y los gigantescos manglares por donde circula la droga hacen muy complicada la labor de las fuerzas especiales sea muy complicadas. “¿Por qué es un tema tabú en Ecuador? ¿Por qué el gobierno no quiere que se hable mucho de este tema? Porque se revela ante la opinión pública nacional e internacional que son zonas incontroladas. Son zonas en las que la población ha sido dejada de la mano de dios. ¿Cómo queremos que esta gente no se vincule constantemente con el narcotráfico?”, cuestiona el coronel Pazmiño.

Secuestro y plomo

El periodista Javier Ortega y sus compañeros querían abordar las consecuencias de esta guerra contra el narcotráfico. Viajaron a Mataje el 26 de marzo pasado. Esa peligrosa zona está bajo el control de los hombres de ‘El Guacho’. Sus subalternos, según el testimonio de un arrepentido, tienen todos curiosos apodos: ‘Cuchillo’, ‘Pitufo’, ‘Barbas’, ‘Chiqui’ o ‘Jota’.Según el informe de investigación del Ministerio del Interior de Ecuador, a las 9:30 horas el equipo periodístico pasó el último puesto de control militar, ubicado a unos cuantos kilómetros de la población. Es allí donde se pierde su rastro, hasta el 3 de abril. En un vídeo, difundido por el canal de televisión colombiano RCN, aparecen los periodistas encadenados, con el rostro demacrado. Javier Ortega invoca al presidente de Ecuador, Lenín Moreno: “En sus manos están nuestras vidas”. El periodista da a conocer lo que quieren los secuestradores a cambio de liberar a sus rehenes: El gobierno debe excardelar a tres narcotraficantes y poner fin al acuerdo de colaboración militar en la frontera entre Colombia y Ecuador. Al final del vídeo se confirman los temores: los tres empleados de ‘El Comercio’ fueron secuestrados por el grupo de ‘El Guacho’.

Imagen de los tres secuestrados proporcionada por exguerrilleros de las FARC
Imagen de los tres secuestrados proporcionada por exguerrilleros de las FARC

Tras el asesinato de Javier Ortega y de sus colegas, sólo un equipo periodístico, escoltado por militares ecuatorianos, había podido visitar Mataje. Los reporteros fueron allí el 2 de agosto pasado, acompañados por el ejército. Dos carreteras asfaltadas llenas de baches, casas de cemento, niños con uniforme escolar que juegan y, a unos metros, al otro lado del río que marca la frontera, se pueden ver campos de cultivo de cocaína.Encadenados a un árbol, los dispararon a quemarropa mientras caía la lluvia sobre sus rostros aterrorizadosLos militares hacen ronda todos los días en vehículos blindados, pero no existe ningún control permanente en el puente que conduce a Colombia, lo que deja a los narcotraficantes el camino libre. En medio de esta población abandonada por las autoridades, reina una flamante construcción nueva. “Es la casa de la mamá de ‘El Guacho’”, comenta el coronel Rodríguez, quien acompaña a los reporteros. A tan solo unos metros de esa casa, se descubrió el vehículo abandonado de los periodistas. “La casa está vacía. Se supone que ‘El Guacho’ pasa, va y viene”, añade el oficial. No dejan bajar a los periodistas del coche para hablar con los habitantes. Minutos después, a través de altavoces, empieza a escucharse música de reguetón en todo el poblado. Es una señal enviada al otro lado de la frontera para avisar de nuestra presencia.

Militares ecuatorianos en Mataje. (Jules Giraudat / Forbidden Stories)
Militares ecuatorianos en Mataje. (Jules Giraudat / Forbidden Stories)

¿Qué sucedió con Javier Ortega y sus dos colegas? Se barajan varias hipótesis; algunas de ellas se contradicen. El 6 de agosto el Ministerio de Defensa Nacional de la República de Colombia informó que había detenido a un sospechoso llamado Roberto. “Según información de inteligencia, Roberto habría interceptado a los integrantes del equipo periodístico de ‘El Comercio’ en Mataje (…) y mediante engaños los habrían llevado hasta territorio colombiano”, afirmó el Ministerio en su cuenta de Twitter. Una hipótesis que la fiscalía colombiana puso en tela de juicio. Según elementos preliminares presentados el 23 de julio de 2018 ante el tribunal de Bogotá, Roberto y un cómplice habrían retenido a los periodistas en Mataje, luego los habrían llevado a Colombia. Este es un punto muy delicado para el gobierno ecuatoriano; las familias de las víctimas acusan a las autoridades de no asumir sus responsabilidades.El 11 de abril, el Frente Oliver Sinisterra anunció en un comunicado de prensa el asesinato de los tres empleados de ‘El Comercio’. Según el testimonio de una persona arrepentida e implicada en el crimen, recabado por los investigadores en Colombia, la última conversación entre los rehenes y sus secuestradores habría sido la siguiente: “El chófer de los periodistas […] preguntó qué les iban a hacer, que si los iban a matar. Peru [un hombre de ‘El Guacho’] le dijo que sí […] porque su gobierno no cumplió con el acuerdo, y allí es cuando les empezaron a dar plomo”. Encadenados a un árbol, los dispararon a quemarropa mientras caía la lluvia sobre sus rostros aterrorizados.

Las incongruencias oficiales

En una conferencia de prensa del 19 de julio pasado, el el ministro de Defensa de Ecuador, Oswaldo Jarrín, desmintió que los periodistas hubieran sido secuestrados en territorio ecuatoriano. “¡Tenemos un sentimiento de indignación! ¿Cómo pueden hacer declaraciones de forma tan irresponsable? Quieren que toda la responsabilidad del secuestro y del asesinato recaiga sobre el Estado colombiano. Yo creo que fracasaron rotundamente en rescatarlos con vida”, expresa Cristian Segarra, respecto a la muerte de su padre.El jefe de los narcos, ‘El Guacho’: «Ya estoy perdiendo la paciencia y civiles que los coja en la frontera se los mato»Desde hace varios meses las familias de las víctimas aparecen constantemente en los medios de comunicación para denunciar la torpeza del Gobierno de Lenín Moreno, que piensan es responsable de la muerte de sus familiares. “Durante 19 días nos mintieron. No hubo un solo día en que no pensáramos: ¡Están tirados en la selva! De la peor forma posible. Un día nos decían una cosa y otro día otra”, señala Yadira Aguagallo con indignación, al precisar que en una conferencia de prensa el ministro les aseguró que no estaban negociando. Sin embargo, a los familiares siempre se les había afirmado que estaban negociando con los secuestradores.Las conversaciones por WhatsApp entre ‘El Guacho’ y el mayor de Policía ecuatoriano Alejandro Zaldumbide han puesto en dificultades al gobierno. Estas conversaciones, presentadas ante la fiscalía y a las que han tenido acceso los periodistas, revelan que en los días que precedieron el secuestro, las autoridades sabían que los civiles se enfrentaban a una amenaza cada vez mayor. El 16 de marzo de 2018, ‘El Guacho’, visiblemente abrumado por las operaciones de las fuerzas del orden en Mataje, escribió al mayor: “Ya estoy perdiendo la paciencia y civiles que los coja en la frontera se los mato”. Antes llama “hijo de puta” y “malparido” al oficial de Policía.“Unas horas antes de que Javier y su equipo llegaran, estaba prohibido que entraran los periodistas a Mataje”, señala el editor de la sección de Seguridad de ‘El Comercio’, Geovanny Tipanluisa, quien era a su vez jefe de Javier Ortega. “Pero esa mañana hicieron el registro en el puesto militar y se les permitió entrar. ¿Qué pasó? Es una de las preguntas para las que hasta ahora no tengo una respuesta”, expresa Tipanluisa. El gobierno no respondió a las preguntas de los medios de esta investigación. “Les molesta que en Ecuador y en el resto del mundo se sepa que cometieron un error”, señala Galo Ortega, padre del periodista.

Uno de los embarcaderos desde donde se envía la cocaína, NO de Ecuador (J. Giraudat)
Uno de los embarcaderos desde donde se envía la cocaína, NO de Ecuador (J. Giraudat)

Personas cercanas a ‘El Guacho’ fueron detenidas e imputadas en Colombia, pero él sigue prófugo. Su búsqueda tiene en vilo a los dos países. El 15 de septiembre pasado, el presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, anunció que ‘El Guacho’ había sido herido en una operación del ejército. Tres días después el general Alberto José Mejía, comandante del Ejército Nacional de Colombia, afirmó: “No puedo confirmar ni desvirtuar esa información”. El Gobierno ecuatoriano ofrece una recompensa de 100.000 dólares y las autoridades colombianas 148.000 por todo dato que permita su captura vivo o muerto.“Como pareja de Paúl, me parece extremadamente doloroso que haya tenido que ser así, con un secuestro, una desaparición y un asesinato para que empecemos a preguntarnos qué ocurre en la frontera”, narra Yadira Aguagallo. “Los estados ecuatoriano y colombiano tienen muchísimo que ver. El asesinato de Paúl, Javier y Efraín debe quedar impune, estos silencios no pueden permanecer”, concluye Aguagallo.

Pueden matar al mensajero, pero no el mensajeEn octubre de 2017 nació Forbidden Stories. El fin de este proyecto es proteger la información de periodistas amenazados, dar seguimiento a su trabajo y publicar sus investigaciones en caso de que sean detenidos, censurados o asesinados.Esta red de periodistas pretende lanzar un mensaje claro a los enemigos de la libertad de prensa: “Aunque el trabajo de un reportero sea silenciado, hay docenas de periodistas preparados para reemplazarlo y publicar el mensaje”.La investigación denominada `Frontera cautiva’ la han desarrollado periodistas adscritos a Forbidden Stories y reporteros de Ecuador y Colombia.Son 16 los medios que publican esta información de forma colegiada: El Confidencial, ‘Süddeutsche Zeitung’ (Alemania), ‘Le Monde’ (Francia), ‘The Guardian’ (Reino Unido), ‘Expresso’ (Portugal), ‘Le Soir’ (Bélgica), ‘The Times of Malta’, el grupo mediático Tamedia (Suiza), ‘La Reppublica’ (Italia), ‘La Nación’ (Argentina), ‘La Folha de Sao Paulo’ (Brasil), Korean Center for Investigative Journalism, ‘Ghana Business News, ‘L’Evènement’ (Níger), ‘La Tribune’ e ‘Impact’ (Senegal).Han colaborado en el proyecto otras organizaciones: Fundamedios, Foundation for Press Freedom (Flip), Verdad Abierta, Periodistas sin cadenas, Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) y La Liga Contra el Silencio.

Fuente: elconfidencial.com