De gruñón a bromista, una lente repasa los presidentes demócratas bolivianos

Su travesía como fotógrafo del Palacio de Gobierno en La Paz comenzó en 1986, durante el cuarto Gobierno del presidente Víctor Paz Estenssoro (1985-1989)

EFE



Metódicos, gruñones, carismáticos, bromistas, reservados o que rompen protocolos, son algunas de las facetas de los presidentes de la democracia boliviana, que este miércoles cumple 36 años, y casi todos, excepto uno, han sido retratados por el lente de José Lizaure, el fotógrafo presidencial.

Desde 1982, año de la restitución de la democracia en Bolivia, han ocupado la presidencia nueve mandatarios y han transcurrido doce periodos de Gobierno, como producto de elecciones, reelecciones o sucesiones constitucionales. En declaraciones a Efe, Lizaure compartió su experiencia de todos los presidentes de la democracia con los que trabajó, excepto Hernán Siles Zuazo (1982-1985).

Su travesía como fotógrafo del Palacio de Gobierno en La Paz comenzó en 1986, durante el cuarto Gobierno del presidente Víctor Paz Estenssoro (1985-1989). Lo recordó como una persona muy austera y muy puntual en sus actividades, que casi «nunca viajaba» y que reducía al mínimo sus contactos con los medios de comunicación.

«Ese era su método de trabajo (…), tenía voceros o ministros que hablan por él», señaló. Muy distinto fue el presidente Jaime Paz Zamora (1989-1993), del que señaló que era «informal», ya que no tenía un horario específico de trabajo porque viajaba bastante y por su tendencia a «romper protocolos» y acercarse a la gente.

Al respecto, relató que en sus tiempos libres solía refugiarse en una propiedad suya en el sur del país llamada El Picacho, donde en una ocasión recibió al entonces presidente argentino Carlos Menem, en una visita privada. Después fue presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997 y 2002-2003), recordado por ser impulsor del neoliberalismo en Bolivia y por una represión que dejó decenas de muertos en su segundo Gobierno, tras lo que tuvo que renunciar.

Lizaure lo describió como un presidente que «reía bastante» y «muy bromista», particularmente enfocado a los temas económicos más que a los asuntos políticos, algo que no varió en sus dos gestiones. Sobre Sánchez de Lozada, contó que prefería trabajar desde la residencia presidencial y que solo en las tardes iba al Palacio de Gobierno para reunirse con sus ministros hasta la madrugada.

De 1997 a 2001 asumió la presidencia del país por la vía democrática Hugo Bánzer, quien de 1971 a 1978 ya había gobernado tras un golpe de Estado, en un hecho sin precedentes en la región que supuso una absoluta paradoja. Bánzer en su faceta de demócrata mostró un rostro muy diferente al de su gobierno dictatorial, pues de ser un presidente enérgico, duro de carácter y arbitrario, se volvió «más carismático«, recordó el periodista gráfico.

José Lizaure dijo que Bánzer solía fumar mucho en sus viajes de Santa Cruz a La Paz a escondidas de su esposa y muchas veces, debido a un dolor de espalda, viajaba acostado en el piso del avión ya que sus asientos no podían reclinarse. Jorge «Tuto» Quiroga (2001-2002) asumió la presidencia de Bolivia tras la muerte de Bánzer por una enfermedad terminal.

Quiroga tenía el hábito de trotar en las mañanas y también lo hacía en varios de sus viajes oficiales, al extremo de que quienes se ocupaban de su seguridad se veían forzados a hacerlo, señaló quien también fue su fotógrafo. Lizaure describió al presidente Carlos Mesa (2003-2005) como un hombre metódico y un poco gruñón, que tenía la faceta de romper protocolos y salir del Palacio de Gobierno para «saludar a la gente» en las calles cercanas.

Del presidente Eduardo Rodríguez (2005-2006) destacó su extrema formalidad y carácter respetuoso, aunque no le gustaba que le tomasen demasiadas fotografías. El fotógrafo presidencial describió a Evo Morales como alguien que «ha roto todos los esquemas» de los anteriores presidentes y que en su manera de gobernar «es muy decidido».

Morales instituyó el hábito de trabajar desde las cinco de la mañana, además de ser alguien con hábitos deportivos, al extremo de que muchos de sus ministros no pueden seguir su ritmo, relató.

El fotógrafo presidencial, de 64 años, que tramita su jubilación, manifestó que su trabajo con los presidentes ha sido «con mucha voluntad» y que pese a todos los contrastes que pudieron haber tenido, él nunca ha tenido «color político». «He cumplido mi deber, estoy muy orgulloso de haber servido a todos los presidentes, hayan sido malos o buenos», sentenció.

Fuente: eldeber.com.bo