Volver a nacer en democracia

José Luis Bolívar Aparicio* Si pudiera entrar a una máquina del tiempo y teletransportarme al dormitorio del Dr. Hernán Siles Suazo, la mañana del 10 de Octubre de 1982, estoy seguro que lo vería levantarse de cama con el pie izquierdo.Fue una jornada nublada, con mucho viento, un día sombrío, y lo fue en verdad de forma general para el “Conejo”, pues pese a que debería haber sido uno de los días más felices de su vida, todo le salió al revés y premonitoriamente, todas las anécdotas que le acontecieron, fueron un adelanto de cómo sería toda su gestión gubernamental.Desde 1978, cuando Bánzer, presionado por la histórica huelga de hambre de las mujeres mineras y el chantaje espiritual de la iglesia católica que amenazó con excomulgarlo, dictaminó la amnistía y convocó a elecciones generales, el Dr. Siles, luchó incansablemente por volver a la silla presidencial por segunda vez a la cabeza de la Unidad Democrática Popular.Ganó los comicios en tres oportunidades, pero en las dos primeras, no logró obtener la mayoría suficiente como para inclinar la balanza a su favor en el Parlamento. Es más, en la segunda oportunidad, el “empate catastrófico” con el MNR de Víctor Paz, logró como resultado una salida de lo más surrealista, cuando tuvieron que posesionar a Walter Guevara Arze como mandatario, ante la imposibilidad de que uno de los dos sea elegido presidente.Las elecciones de 1980 le dieron la tan esperada diferencia para poder tener más cintura dentro del Congreso, pero esta vez el nefasto Luis García Meza, fue quien golpe de estado mediante, pateó el tablero y de nuevo postergó sus aspiraciones, en esta oportunidad por dos años más.Cuando Vildoso anunció el repliegue de las Fuerzas Armadas a sus cuarteles y con ello, el retorno de la democracia, el Estado se encontraba en tal crisis económica, que no contaba con los medios para costear una nueva justa eleccionaria.Ante tal problema, muy convenientemente, los políticos decidieron que se convoque al Congreso que había sido elegido dos años atrás. Los representantes de la Patria votaron nuevamente, pero los resultados de la votación fueron sumamente especiales.El Dr. Siles ganó la votación para ser elegido mandatario, pero no contó con los votos de la ADN que sí apoyó al vicepresidente, Jaime Paz Zamora, por lo que éste obtuvo una mayor cantidad de votos y eso empezó a condicionar el peso de la balanza a la hora de organizar los ministerios al interior de la coalición gubernamental.La UDP estaba compuesta por el MNR I, el MIR, el Partido Comunista y otras fuerzas de izquierda de menor peso pero con cierta influencia en la repartija del Estado.Los personajes que iban a ser parte del gobierno eran los mismos que en 1980, pero para octubre del 82 mucha agua había corrido bajo el puente, las circunstancias en las que asumían el poder eran distintas y la crisis profunda requería de compromisos que ya no estaban dispuestos a cumplir, en especial los miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, quienes luego de haber sido la vanguardia de la resistencia al régimen militar, y pedían para ellos puestos de poder tan grandes que dejarían rezagado incluso al partido del Presidente.Como eso era imposible de ceder, la alianza se quebró antes de empezar a funcionar y luego de un par de medidas nefastas, que en lugar de solucionar en algo la crisis económica sólo la empeoraron, abandonaron el barco mientras éste se hundía sin remedio.En cuanto Siles juró como Presidente, inmediatamente empezaron los problemas. Desde el hecho de que le colocaron la medalla presidencial al revés terminando en el triste episodio del desorden que tenían las hojas de su discurso (aparentemente estas se cayeron al suelo y al acomodarlas nuevamente, las revolvieron sin seguir el orden respectivo), por lo que su primer discurso fue un triste papelón.De todos modos, navegando a la deriva como podía, el Dr. Siles durante su periodo gubernamental, contó con la presencia de unos cinco colaboradores incondicionales que dieron muestra de una lealtad a prueba de fuego y que pese a los errores y problemas, se mantuvieron firmes junto al longevo mandatario.El grupo “Palaciego” encabezado por Félix Rospigliosi y su esposa Tamara Sánchez Peña fueron los más destacados, aunque su participación fue tremendamente aciaga en verdad y por otro lado estaba su Ministro de Comunicaciones, don Mario Rueda Peña, un hombre cuya foto debería estar en el diccionario junto a la palabra “Lealtad”.Si algo caracterizaba la época de la UDP, eran las interminables marchas de obreros, mineros, amas de casa con ollas vacías, desempleados y todo grupo que sintiera de alguna forma los rigores de la crisis.Entonces, en su afán de descalificar o aminorar de alguna forma, la contundencia de estas movilizaciones, don Mario Rueda se paraba en el balcón de Palacio (en aquellos tiempos, las protestas podían pasar por la puerta de Palacio sin que exista temor alguno), y con la ayuda de una cuerdita que luego la mostraba a la prensa, irónicamente, medía la cantidad de marchistas, muy separados el uno del otro, por lo que según él, eran más los petardos que los protestantes.El Dr. Siles, un demócrata de bien, pese a las voces que trataban de endulzarle los oídos, se dio cuenta de la realidad, y prefirió sacrificar un año de su gestión con tal de que la insipiente democracia no corra mayores riesgos, convocando a elecciones anticipadas y dando lugar al nuevo gobierno del MNR.Pese a todos los problemas vividos en ese periodo, a la híper inflación que no daba tregua y al desgobierno total, la democracia supo dar sus primeros pasos como debería ser. Sin muertes, sin represión, sin hostigamiento al que pensaba diferente y, con libertad de prensa y expresión garantizadas, por un hombre que aunque llegó al gobierno de 1952 por la vía de una revolución armada, aprendió los valores del respeto a una gestión democrática.Hoy en día, 36 años después, todos esos valores se han extinguido por completo, la democracia es una utopía y las reglas del juego están en manos de quienes ostentan el poder y claramente no tienen la más mínima intención de abandonarla.Ahora resulta que en el Estado Plurinacional de Bolivia, existen republiquetas teñidas de azul donde sólo se puede pensar de una manera y donde a quien se quiera salir de la regla se lo pone en línea a base de “chicotazos”.Las amenazas no sólo están a cargo de líderes sindicales desubicados, sino que también llegan desde las más altas esferas de gobierno donde los ministros y diputados descalifican cualquier observación y apoyan a quienes castigan la disidencia o la intención de hacer política desde la oposición.Es más, si uno pide rendición de cuentas por el uso del dinero del Estado es llamado antipatria o si reclama por que no se permite hacer campaña electoral, lo califican de “señorito llorón”.Ojalá sean los últimos tiempos de este abuso de poder y quienes reemplacen a los abusivos, observen los valores de don Hernán Siles Suazo, un hombre de bien. *Es paceño, stronguista y liberal