A elegir entre Escila y Caribdis

José Luis Bolívar Aparicio* 

Entre la isla de Sicilia y la bota continental de Italia, existe un angosto paso del Mar Mediterráneo denominado Estrecho de Mesina, en cuya parte más reducida, la distancia entre costa y costa es de apenas tres kilómetros.

Dicho estrecho, guarda una leyenda de la mitología griega sumamente interesante y tétrica a la vez.



En aquellos tiempos, cuando los marinos viajaban en enormes argos a remo con cientos de esclavos moviendo los maderos para impulsar la nave, acortar las distancias era fundamental, razón por la cual, quienes viajaban por el Mediterráneo y querían llegar a la costa occidental de lo que ahora es Italia, necesariamente tenían que atravesar por este paso entre las dos masas de tierra firme.

Lo malo de ello es que, a ambos lados del mar, entre los acantilados moraban dos monstruos que eran el terror de los navegantes. Por un lado, estaba Escila, que era una ninfa que se había convertido en un dragón de siete cabezas y cuya voracidad era terrible; por el otro estaba Caribdis, que era una especie de serpiente marina gigante, que tragaba ingentes cantidades de agua, provocando unos remolinos gigantes que terminaban por devorarse a cualquier nave que cayera en sus peligrosas corrientes.

Con tales riesgos, quienes debían surcar el estrecho, hacían cualquier cosa por alejarse lo más posible de uno u otro riesgo; pero como la distancia entre ambos era tan corta, muy pocos los lograban evitar y por no caer en las fauces del uno, terminaban pereciendo a la voracidad del otro.

De ahí nació la frase de entre Escila y Caribdis, que con el paso del tiempo se fue transformando a entre la roca y el muro, o como más popularmente se la conoce hoy: “entre la espada y la pared”.Tal expresión, hace referencia a una situación extrema en la que apremia la toma de decisiones; pero cuyas opciones, son igual de problemáticas o como muchas veces pasa, igual de fatales.Lo que sucede hoy en día con el Órgano Electoral Plurinacional y su dilema institucional, es el más claro ejemplo de la escasez de opciones para hacer lo debido y el enorme problema que significa tomar cualquiera de las únicas dos, al final, da la impresión que el resultado será exactamente el mismo, la responsabilidad penal.Todo este maremágnum tuvo inicio a mediados del año 2015, cuando el partido del actual gobierno, estaba todavía relamiéndose los dulces sabores que la victoria de octubre de un año antes le había otorgado la ciudadanía en las urnas.No sólo le había dado una victoria aplastante a su líder con un 61.36 %, casi el triple de lo que obtuvo el segundo en contienda, también le dio una amplia mayoría en la Asamblea Legislativa, lo que le garantizaba un congreso absolutamente sometido a su voluntad para hacer lo que guste y necesite durante su tercer mandato consecutivo.Semejante tamaño de bíceps, inmediatamente les subió el orgullo a las nubes y como este es el pecado favorito del diablo, también inmediatamente pisaron el palito del engreimiento y la soberbia.Cuando ni siquiera habían terminado de barrer los papelitos del festejo, se pusieron a pensar en la próxima celebración y sobre la marcha, tramaron cómo asegurar el cuarto mandato y de tal manera, cumplir una de las premisas con las que llegaron al poder, quedarse con él para siempre.Seguros como estaban de que el último 61% les daba amplio margen para vencer de nuevo, un referéndum fue la herramienta empleada para saltar el único escollo constitucional que les impedía gobernar ad eternum y se pusieron en orden de batalla. Le solicitaron al Órgano Electoral que se convoque a la población a votar, para que la gente decida si “los querían o no”.Con lo que no contaban, era con el hecho de que a los bolivianos nos encanta votar, pero no siempre al mismo y que en la mayoría de la población, el deseo de perpetuarse cayó muy pesado de inicio y el afán de acelerarlo todo a como dé lugar, dejó una muy mala espina en quienes decían que mínimamente  debieron haber esperado llegar al menos a la mitad de su gestión, antes de hacer semejante propuesta.En lo personal, y sé que para mucha gente también, el apuro no obedecía a otra cosa más que a una estrategia política, que les permitiría maniobrar alguna solución alternativa a una muy remota, pero, probable derrota en las urnas.Durante la campaña, los números los pusieron en alerta y muy nerviosos, las cifras no cerraban como esperaban y ni toda la artillería del estado disparando millones de dólares por los medios de comunicación, parecían tener el efecto deseado en la gente. De pronto el suelo se abrió bajo sus pies, a tres semanas de la fecha clave, un lunes por la mañana, una tertulia radiofónica entre Carlos Valverde y Amalia Pando, soltaba la bomba que desnuda sobre Plaza Murillo.Y hago mención a aquella serie de televisión de los 80, porque daba la impresión que en cuanto hizo explosión, dejó a todo el gobierno en paños menores, sin poder de reacción y con más dudas que respuestas.Los errores que se empezaron a cometer desde ese instante, fueron tantos y tan fatales, que el 21 de febrero dejó un resultado contundente, la opción del “NO” a la tercera re elección, venció con más del 51 % de los votos.Como era previsible y dejando pasar un plazo “prudencial”, optaron por una salida alterna para que Evo Morales juegue su segundo tiempo. Acudieron al Tribunal Constitucional para que declare inconstitucional su propia constitución y declare que la re elección es un derecho humano que también asiste al mandatario y que tal privilegio es inalienable por lo que tanto él, como cualquier otro hijo de vecino, puede ser re electo por encima de la Ley, las veces que le aguante el cuero.Fueron realmente inocentes al pensar que la gente iba a mirar de palco cómo se burlaban de sus decisiones y tiraban por la borda su voto. La población civil, de forma desorganizada y casi autoconvocada por las redes sociales, salió al frente, pero su esfuerzo no sirvió de mucho, no sólo por la descalificación que sufrió por parte del poder estatal, sino también por ser víctima de sus propias incongruencias y escasez de luces en su lucha.La Ley de Partidos Políticos, terminó por enterrarlos y aunque hay todavía voces clamando el Bolivia dijo NO, la mayoría de los bolivianos ya subieron al tren de las elecciones del próximo año.Sin embargo, cae cual péndulo sobre la cabeza de los Vocales del Órgano Electoral, la decisión de habilitarlo a don Evo Morales y a Álvaro García, pese a su derrota del 21 de febrero.Las presiones surgieron de ambos bandos, el vicepresidente sin sonrojarse ni un poquito les dijo que ellos solamente tienen que aplicar la sentencia constitucional. El también vicepresidente, pero del MAS fue mucho más lejos, él los amenazó con someterse a las consecuencias sino habilitan al hermano presidente.Por el otro lado, están los miembros de la oposición, quienes Ley en mano les recuerdan que tienen un mandato también constitucional, de hacer respetar la decisión del soberano.Por si fuera poco, está la responsabilidad civil y penal en la que incurrirían, cuando una Contraloría imparcial, los investigue por no haberle dado el uso debido a los más de 44 millones de bolivianos que erogamos para las justas del 2014.Por donde se los vea, los Vocales del OEP deben sentirse como los griegos que no sabían con qué monstruo les convenía hacerse tragar. *Es paceño, stronguista y liberal