Thierry Frémaux: «El Festival de Cannes es como el Premio Nobel del cine»

Delegado general del Festival de Cannes y co-fundador del Festival Lumiére en Lyon, Frémaux dialogó con Infobae Cultura sobre la importancia de recuperar las salas de cine, el criterio de selección de films en el certamen francés y el crecimiento de la industria en los países periféricos, entre otros temas

Thierry Frémaux, delegado general del Festival de Cannes y co-fundador del Festival Lumiere

Thierry Frémaux, delegado general del Festival de Cannes y co-fundador del Festival Lumiere

Hay un lugar común sobre la figura del cinéfilo que lo ubica a este como alguien solitario y huraño, encerrado en su mundo hecho de salas de cine y visionados permanentes de películas de todas las épocas. Thierry Frémaux parece desmentir por completo este estereotipo. De carácter amable y extremadamente sociable, a Frémaux le gusta mucho la idea de que el cine pueda ser una oportunidad para el encuentro colectivo y para generar conversaciones.

Más aún, en su espíritu optimista (al menos en lo que a las películas respecta), está lejísimos de ciertas concepciones críticas que hablan del arte cinematográfico como uno en decadencia, que ya ha tenido sus grandes épocas y entregado todo que tenía para dar hace algunas décadas. Frémaux piensa al cine actual con una esperanza infinita por la cantidad de nuevos directores talentosos que han surgido y siguen surgiendo en todas partes del mundo.



Es esperanzador saber además que este razonamiento proviene de alguien que se ha encargado desde el año 2001 de trabajar en el Festival de Cannes, primero como programador, y después como delegado general. Este puesto le da, entre otras cosas, la mayor responsabilidad por los contenidos artísticos de este festival. A esto se le suma que Frémaux sea el cofundador y director del Festival Lumiére de Lyon, evento dedicado mayormente al cine clásico, donde el glamour que suele caracterizar a Cannes está prácticamente ausente para dedicarse pura y exclusivamente a apreciar películas que son parte de la historia del cine.

Frémaux incluso parece ser hoy uno de esos personajes que están contribuyendo más a los vaivenes de la industria, e incluso al rumbo que puede estar teniendo hoy el mundo del cine, que buena parte de productores y realizadores. Es una contribución que se basa no en hacer películas sino en haberse ganado una autoridad para destacar unas sobre otras, para seleccionarlas y exhibirla en lugares particularmente populares y prestigiosos.

Tim Roth y Frémaux

Tim Roth y Frémaux

Frémaux es, además, alguien que conoce muy bien la Argentina (país al que visita al menos una vez al año desde los 80). Justamente es aquí donde organiza desde hace diez años y más específicamente en el cine Gaumont, su ya habitual semana del festival de Cannes. Allí Frémaux selecciona un conjunto películas del festival para ser exhibidas en la sala más grande del espacio Incaa (y que incluye un día en el que actor Tim Roth dará una charla seguida de la proyección de la película Perros de la Calle, la ópera primma de Quentin Tarantino).

Estas películas, son una muestra cabal de la variedad de films que pueden salir de un festival como Cannes. Un drama social como Shoplifters de Hirazaku Koreeda (ganadora de la última edición del festival), una película extravagante como Clímax de Gaspar Noé, un film libanés sobre la marginación y la niñez (Capharnaum), la úlima película de ese director extraordinario que es Lee-Chang Dong (Burning, lo más parecido a un thriller que hizo este director), o una película de suspenso iraní. De hecho, basta con ver esa selección para entender un poco el optimismo sincero de Frémaux. Dicha selección habla de que, al fin y al cabo, basta con ampliar un poco nuestra mirada a otros países y otros cines para entender que hay más variedad y creatividad de la que uno supone, y que aquel cine que algunos han dictaminado como muerto o a punto de hacerlo, goza de buena salud.

Usted dijo en una entrevista que un festival sirve ante todo para recuperar la sala de cine y al cine como hecho social. ¿Eso lo opina ahora en vista y considerando los consumos hogareños cada vez más establecidos o lo pensó desde siempre?

-Lo pensé desde siempre, y lo sigo pensando ahora como persona que trabaja en el festival de Cannes, y en el de Lumiere. Que son dos eventos muy distintos, y sin embargo en ambos casos es una manera de hacer un evento con mucha gente, lleno de gente, que se prepara para que le entreguen un programa de películas muy distintas entre sí. Cada película es un modo de tocar al espectador de otra manera, y la respuesta del público es enorme, lo cual es la prueba de que el público está intacto; es curioso, generoso, abierto. También que es capaz de ir afuera, no de quedarse en casa para ver televisión, ir afuera para ver películas nuevas, desconocidas. No sólo la que gana la Palma de Oro que por supuesto termina siendo muchas veces de las más renombradas del festival. Sino otras películas distintas, algunas que no se parecen en nada a lo que se ve habitualmente. Eso no se va a morir.

Curiosamente usted dirige además el Festival Lumiere, y cuando estaban esas películas, allá por fines del S. XIX, el cine era más comunitario que nunca. Lo comparaban con la arquitectura porque era un arte costoso pero prácticamente público.

-Si claro, y no hay que olvidarse que los Lumiere inventaron la sala de cine.

El equipo de “El angel” junto a uno de sus productores, el cineasta español Pedro Almodóvar en Cannes

El equipo de “El angel” junto a uno de sus productores, el cineasta español Pedro Almodóvar en Cannes

Hablando de salas de cine, actualmente hay cada vez menos, es un fenómeno mundial de hecho. ¿Es un problema que se debe exclusivamente a la posibilidad del consumo hogareño que pueden dar, sin ir más lejos, las diversas plataformas de Internet?

Yo vi muchísimas películas en televisión y en DVD, o en VHS antes y eso nunca me impidió ir al cine. Así que no es un problema eso. Me parece que tiene que ver con otra cuestión y es que antes había muchas más salas de cine, lo que hiciera que uno estuviera más tentado a ir. Y eso es un problema hoy. En una ciudad como Roma por ejemplo, cierran salas de cine a cada momento, y no creo que no pueda encontrarse una demanda de ellas si vuelven a abrirse y se mantienen en el tiempo. Yo en la ciudad de Lyon compré con unos amigos tres salas de cine. Al principio eran 20000 los espectadores que compraban entradas, y ahora son arriba de 200000 cada año. Otra prueba que la gente quiere salir de su casa e ir caminando al cine. ¿Y por qué lo hacen si tienen todo en casa con las plataformas?, porque es una salida como ir a un concierto de música o a un restaurante. Ahora, lugares para escuchar música hay muchísimos, también restaurantes, pero no suficientes salas de cine.

Cannes es uno de los festivales más grandes del mundo, considerado por muchos como el más importante. ¿Que tiene para usted Cannes que lo hace distinto al resto de los festivales?

-Es un festival donde hay una cantidad enorme de gente desfilando, donde se producen eventos, muchos negocios entre distribuidores y actores, pero donde al final lo que más importa es el cine. Al festival pueden venir una cantidad impresionante de estrellas, pero lo que siempre termina destacándose más son las películas que están en la competencia, o las que se encuentran en la sección Una Cierta Mirada. Y de lo que se habla desde el primer café, hasta el último whisky es sobre cine. Si no vas a ver películas en Cannes no podés hablar con nadie, si te perdiste un día, dos de proyecciones, no tenés tema de conversación. Y eso es algo que da esperanza. Más aún porque muchas de esas son películas de lo que se denomina como «autores de cine». O sea, películas personales, algunas de ellas no siempre fácilmente accesibles, pero que de pronto pueden tener notoriedad porque están ahí. En ese sentido, el festival es como el Premio Nobel del cine. Se han premiado gente en el Nobel que no hace cosas accesibles pero que puede volverse famosa por estar entre los ganadores. Y con Cannes puede pasar eso. De pronto una película ganadora en Cannes que no es convencional se vuelve conocida.

(EFE)

(EFE)

-¿Cómo es el criterio de selección?

-Mi trabajo no es de decir ‘me gusta, no me gusta’, ni si ‘es bueno o malo’. Sino de saber si está o no para un festival como Cannes. Me he encontrdo con películas que me gustan pero que no puedo ver para el festival, y películas que no me gustan pero pienso que deben estar. En general pienso además en varios tipos de públicos. Hay un público de prensa, hay un públicos de profesionales, un público más común, y hay que saber manejarlo. Algo por ejemplo que trato de privilegiar en Cannes es el cine personal. Por eso también es raro encontrar en Cannes comedias. Un ejemplo que se me ocurre ahora es Relatos Salvajes, fue un tipo raro de comedia que también es una película personal. Cuando se dio en Cannes el jurado no supo qué hacer con ella. Pero también mi trabajo es de tomar riesgo. De decir, ya sé que mi película es frágil. Y el público es siempre muy generoso. El de la prensa no, es mucho más duro. Pero eso es normal.

Hablamos de Relatos Salvajes. En el 2012 usted dijo una frase que resonó mucho acá. «El cine argentino se suicidó».

-Fue una frase dicha en un contexto específico por una sensación que tenía y que iba a contrario de lo que pienso de otros cines o cineastas. Pongamos como ejemplo el de Kore Eda. Kore Eda llegó al festival de Cannes por primera vez en el 2001. Era un cineasta muy joven que presentó una película llamada Distance. Era una película pequeñita, y valiosa. Con los años, el director fue creciendo más y más, presentando sus largometrajes en Cannes y Venecia, hasta terminar este año con la Palma de Oro. Una primer película no es nada fácil, pero creo que es más difícil hacer después cosas distintas a esa primera película. Lo que me pasó cuando dije esas declaraciones es que veía que había muchos cineastas argentinos jóvenes que hacían una primera película interesante, y después no veía que evolucionaran ni trataran de sorprender. Aún así el cine argentino tiene una enorme cantidad de talentos. Hoy en día es una de las grandes cinematografías del mundo. Sin ir más lejos este año tuvimos dos películas argentinas en la sección Un certain Regard: El Ángel (Luis Ortega) y Muere Monstruo Muere (Alejandro Fadel), sumado a El Motoarrebatador (Agustín Toscano) en La Quincena de los realizadores.

-¿Qué otros países además de Argentina le parecen que está desarrollando una filmografía interesante?

-Son muchos, pero yo prestaría atención a lo que está pasando con el cine africano, cada vez más. Es un continente que está creciendo mucho cinematográficamente.

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Fuente: infobae.com