El antagonismo que se vive en los mercados de Villa Fátima y Sacaba

Son los dos centros de acopio legales para comercializar la hoja de coca. Uno está en La Paz y otro en Sacaba.



IVÁN PAREDES TAMAYO

Tienen la misma función, pero a primera vista son muy diferentes. Los únicos dos mercados legales del país que comercializan la hoja de coca funcionan de manera antagónica. Al de Villa Fátima, en la ciudad de La Paz, llega la coca de los Yungas de La Paz y el movimiento de productores es muy intenso. No importa la hora, siempre hay gente que hace negocio con la hoja milenaria. No sucede lo mismo en la localidad de Sacaba, lugar de acopio de la coca que llega del Chapare. En el lugar cochabambino los productores que llegan a dejar su cosecha no son muchos, pero hacen su trabajo de forma legal.

A ambos lugares el acceso es difícil. Una persona extraña es vigilada en exceso. En Villa Fátima se acercan y consultan el motivo de la visita. No cualquiera puede ingresar. El mercado tiene puestos de ventas. Cada espacio pertenece a una de las federaciones de las localidades de los Yungas de La Paz. Hay algunas, por ejemplo Coripata, que tienen seis centros de acopio. La comercialización por lo general es al por mayor, pero las personas minoristas también pueden operar en este lugar.

A Villa Fátima llega la coca en taques (bolsas de yute que pesan 50 libras) y salen igual. La mercadería permanece en el lugar un breve tiempo y si hay demoras es por un control. Del mercado paceño, que está al norte de la ciudad y camino a la carretera a los Yungas, la coca sale en taxis, camionetas y vehículos particulares. La mayoría de la producción va al interior del país, pero en especial al sur de Bolivia para luego ser introducida al norte argentino, donde el masticado de la hoja se multiplicó por seis en el último tiempo.

Los taques de coca tienen el sello de la Asociación Departamental de Productores de Coca (Adepcoca) de La Paz. Otros bultos no se permiten, aunque existen saquillos sin el logotipo. La gente camina sin tiempo. Mario Mamani es intermediario. Él lleva la coca a Tarija. Por día mueve ocho taques. Llega a Villa Fátima por la mañana y de inmediato lleva el producto en su vehículo a la terminal de buses. Ahí, despacha los bultos en un bus. En la ciudad del sur espera la mercadería un familiar suyo, quien entrega a otro intermediario para que la coca sea revendida en Argentina.

“Creo que el movimiento de la hoja de coca producida en los Yungas se dirigió hacia el norte de Argentina, ya no es mucho hacia la ciudad de Santa Cruz, ya que allá ahora está entrando más la hoja de Chapare. Por eso yo, particularmente, prefiero despachar la coca a Tarija, porque además sabes que ese traslado no será desviado a lo ilegal, o sea al narcotráfico”, relata Mamani.

José Luis Ocampo es dirigente de Adepcoca. El sindicalista recalca que el mercado de Villa Fátima comercializa la coca de manera legal y dice que el 91% de la hoja producida en el país pasa por este recinto de acopio.

“El productor llega a Adepcoca y obtiene una hoja de ruta para comercializar su producción en zonas autorizadas. Y hasta llegar al mercado de Villa Fátima, tienen que superar varios controles y obtener un permiso para poder venderla”, relata Ocampo.

Lo que pasa en Sacaba

Sucede lo mismo en Sacaba, pero en menor cantidad. En una mañana ingresa una docena de productores para dejar su mercadería. Las bolsas rojas que agrupan la coca también tienen el sello de la federación de cocaleros de Cochabamba. En el medio del mercado están dos balanzas y montones de coca seca. Una persona se dedica a embolsar la hoja y luego pesarla. Luego el producto está listo para su despacho, que generalmente es Santa Cruz.

El control del mercado de Sacaba está a cargo de la Dirección General de Comercialización de la Hoja de Coca e Industrialización (Digcoin), pero también tienen coordinación con los productores de la hoja de coca.

Era martes. Cuatro productores llegan al mercado de Sacaba. Una de las cocaleras dice que su producción es de Yungas de Chapare, lugar donde existen plantaciones ilegales. Aún así, las hojas son recibidas y depositadas al medio del tinglado. Ocho personas la mezclan y luego la embolsan en yutes de color rojo. A ellos se les paga aparte. Luego se pesan los bultos y son enviados al fondo del centro de acopio.

Matilde Laura llegó de los Yungas de Bandiola a Sacaba. Quiere vender su producción e irse nuevamente a su región. Muestra las hojas, que son muy diferentes a las de La Paz. Son más grandes. Ella explica que existen intermediarios y minoristas que compran su mercadería. Al final, desconoce dónde va su producción, pero sospecha que su destino es la ciudad de Santa Cruz.

“Nosotros cumplimos en traer acá (Sacaba) nuestra coca. Acá la vendemos y de ahí no sabemos dónde va. La pueden llevar a Santa Cruz o tal vez al exterior, eso no sabemos”, dice Laura.

Y es ese periplo el que se quiere evitar desde Chapare. Leonardo Loza, dirigente de la zona, comenta que se instalaron mercados legales en varias localidades del trópico, por ejemplo, en Shinahota. La idea es disminuir costos de traslado hasta Sacaba, a tres horas y media de Chapare, para llegar directo a Santa Cruz.

Fuente: eldeber.com.bo