Espías para todos los gustos

José Luis Bolívar AparicioUna amiga allegada a la familia, nos presentó en determinada oportunidad a su papá, quién resulto ser un amigo de mi madre, aunque lejano, amigo al fin, por lo que la tertulia no fue forzada en la reunión, sino más bien bastante amena.Hacía muy pocos días que en las salas del cine se había estrenado la última película de Paolo Agazzi, “El Atraco”, un thriller basado en el robo de la remesa de la COMIBOL, que protagonizaron dos hermanos pertenecientes a la Policía Boliviana.La cinta es muy buena, sin embargo, como suele pasar con la mayoría de los guiones adaptados, por diferentes motivos, estos se alejan tanto de la historia real, que la misma se distorsiona por completo. Por todo ello, aquella tarde en especial, la charla tuvo como objetivo principal, el saber la verdadera historia del “atraco de Calamarca”, a partir de una persona que por razones laborales, estuvo enterada de todos los tejemenejes del robo que cortó como navaja la historia de la institución del orden.Mi madre tenía un estilo para narrar historias maravilloso, y cuando tenía un auditorio expectante, se lucía con los detalles y anécdotas que profundizaban el misterio y creaban una tremenda ansiedad por conocer el final, pero lastimosamente, este fantástico relato, tuvo esa tarde a un singular destructor. Uno de los presentes (el papá de mi amiga), resultó ser una persona urgida por ser el centro de atención, y para lograrlo, no le importaba en lo más mínimo, inventarse lo que sea, incluso ser partícipe de situaciones en las que lógicamente no podía haber estado presente.Por si fuera poco, interrumpía todo el tiempo tratando de ser parte del relato a como dé lugar y arruinándonos a todos la tarde, la historia y el hígado.Debe ser singularmente triste no poder tener historias personales, que hagan de una vida algo interesante de relatar, al extremo de tratar de vivir de fantasías y de paso contarlas para poder ser algo o alguien, sin embargo en Bolivia, hubo una persona, que protagonizó historias tan rocambolescas e inverosímiles, que pareciera que estoy hablando desde la mente aquel molesto interlocutor, pero no, se trata de una persona que realmente existió, cuya vida estuvo rodeada de acontecimientos que marcaron no solo la historia del país, sino de muchas naciones vecinas y otras no tanto.Álvaro Alarcón Azcui, fue un todólogo, que pasó su vida, entre varias personificaciones que iban desde profesor de colegio, catedrático universitario, Doctor PHD, pastor evangélico, profesor de inglés, fotógrafo profesional, jefe militar y muchas otras en las que se mimetizó para cumplir la principal de sus funciones, espiar.Nacido en Bolivia, su padre, un descendiente de alemanes, lo encaminó muy joven a tareas riesgosas y en el año 1942, mientras la Segunda Guerra Mundial estaba en su auge, durante dos años se formó entre las juventudes hitlerianas latinoamericanas, que iban a ser la cabecera de playa, una vez que los nazis pongan sus ojos en América, para terminar de conquistar el mundo. Retornó en 1944 para esperar órdenes que lógicamente, por cómo se desarrollaron los hechos, nunca llegaron, pero la formación obtenida, sobre todo en cuanto a inteligencia y contrainteligencia, le sirvieron para el resto de su vida.Quienes lo conocieron en su faceta de catedrático, cuentan que tenía una forma peculiar de dar sus clases, siendo incisivo con muchos alumnos, destacaban en el su facilidad con los idiomas y sus juegos de palabras con el alemán, el inglés, el quechua, el aymara y hasta el latín.Solía tejer historias en las que involucraba desde los nazis hasta las grandes multinacionales, que permanentemente tramaban conspiraciones globales y durante la época de la UDP, fue columnista en varios periódicos bajo el seudónimo de Ivan Petrovich, dando rienda suelta a su vena socialista y atacando a quienes conspiraban contra el gobierno, pese a haber estado vinculado, incluso como oficial asimilado, en los últimos golpes militares.Skorpios (su distintivo como espía) dio a conocer su identidad en un libro que parecía ser su testamento político, en el que no solo se dedicó a tejer conspiraciones a manera de profecías, sino también a contar sus experiencias como doble agente, en episodios mundiales de gran trascendencia, como la devolución del Canal de Panamá durante la gestión de Torrijos en Panamá, o su aporte en la derrota de varios procesos guerrilleros en Sud América, incluida la caída de Sendero Luminoso en el Perú.Un atentado contra su vida y el certificado vaticinio del octubre negro de 2003 forman parte de este singular personaje boliviano, que más parecía un Robin Hood del destino, siendo parte de todo y de nada a la vez.Algo tan diferente a lo que hizo Julian Paul Assange, un aústralo-ecuatoriano, que jugó a chismoso divino y dejó en calzoncillos a los servicios secretos y el gobierno de los Estados Unidos, con la información brindada por cientos de espías alrededor del mundo, entre ellos Chelsea Manning (anteriormente Edward Manning), quien no tuvo mejor idea que robarle a su país, al que servía como soldado especialista en informática en Afghanistan y venderle datos ultra secretos al mejor postor.Quizás si la información únicamente nos hubiera abierto los ojos, sobre lo mal que se portan los gringos alrededor del mundo (chocolate por la noticia), lo que agravan todos estos datos, es que en muchos casos afectan la seguridad interna de las naciones, la seguridad personal de muchos seres humanos y por último, fiel a la práctica izquierdista, generan inestabilidad política, buscando que el mando cambie de manos, mejor si es a cargo de alguien de conducta siniestra.Tras la decisión de quien ha sido calificado como el mayor traidor de la historia del Ecuador, don Lenin Moreno, la izquierda universal ha salido a defender a su héroe caído y a idealizarlo como el paladín de la libertad de expresión, cosa que en lo personal siento y sostengo que no se trata nada más que de cosechador de chisme clasificado, jugando a ser el dueño del mundo.El espionaje, es en todos los países de la tierra (incluidos los de izquierda) un delito, y como tal se debe pagar, no sé si con la vida como en tiempos de guerra, pero al que le guste celeste, que le cueste y punto, ya que fue valiente para jugar con lo que no debía, ahora que asuma las responsabilidades que si debe, el Skorpio australiano.