Seis textos bolivianos son Memoria del Mundo

Los documentos deben tener una adecuada conservación, son resguardados por distintas instituciones como la Biblioteca Municipal de La Paz, la Cinemateca, el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, y la Fundación Flavio Machicado.

El director de la Biblioteca de la Asamblea Legislativa, Luis Oporto, junto con los textos.
El director de la Biblioteca de la Asamblea Legislativa, Luis Oporto, junto con los textos. Foto: Miguel Carrasco
 

 

 



El Diario de Ernesto Che Guevara y la Prensa en Miniatura de Alasita son dos de los seis textos bolivianos inscritos en el Programa Memoria del Mundo Internacional de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

“Son tesoros históricos de Bolivia, tenemos mucho más por postular”, dijo el director de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional y presidente del Comité Regional de América Latina y el Caribe del Programa Memoria del Mundo de la Unesco-Mowlac, Luis Oporto.

Un recorrido al pasado. Oporto dio a La Razón algunos detalles de estos textos originales, como el Diario de Ernesto Che Guevara. Se trata de un boletín que narra las peripecias del guerrillero argentino en Bolivia.

Los documentos son resguardados por distintas instituciones como la Biblioteca Municipal de La Paz, la Cinemateca, el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, y la Fundación Flavio Machicado.

El segundo documento que es parte del Programa Memoria del Mundo (MoW, por el acróstico en inglés): La prensa escrita en miniatura de la Alasita de la ciudad de La Paz. Es una colección de la familia Rada de ejemplares de 1943 e impresiones de un periódico de 1928; fue inscrito en 2012.

La tercera pieza es la Colección de música colonial americana. Un ejemplo de riqueza documental. Bolivia, Colombia, México y Perú (XVI–XVIII). Esos documentos son parte de la historia cultural del Nuevo Mundo en sus facetas: religiosa y laica; civil y política; refinada y popular. Dan testimonio de la mezcla de los legados indígenas, africanos y europeos.

Por ejemplo está la música de La púrpura de la rosa, de Tomás de Torrejón y Velasco, maestro de capilla en la catedral de Lima, 1676-1728; en la actualidad es el único ejemplar de música dramática de América Latina durante el periodo del virreinato basado en el estilo barroco hispánico del siglo XVII. Por tanto, ésta es la primera ópera de las Américas.

El cuarto texto es el Diario histórico de todos los sucesos ocurridos en las propuestas de Sica Sica y Ayopaya durante la Guerra de la Independencia Americana, desde 1814 hasta 1825. Fue escrito por José Santos Vargas, un protagonista y testigo de los hechos, y de aquellos que averiguó desde su puesto de Secretario de Cartas y de Tambor Mayor; aunque muchos pasajes fueron averiguados y escritos después de la guerra.

TRASCENDENTALES. El quinto documento es el Fondo documental de la Corte de la Real Audiencia de La Plata Montevideo. Es el fondo documental más importante de la Colonia (1559-1825). Contiene importantes expedientes de abogados; despachos recibidos y expedidos; cuentas de cargo y data; expedientes civiles y criminales; libros de acuerdos; minas e ingenios; misiones de Mojos y Chiquitos; cédulas reales, entre otros.

El sexto documento que está dentro el MoW es el Legado cinematográfico latinoamericano de Jorge Ruiz. El nombramiento fue resultado de las gestiones de la Cinemateca porque su trabajo dio origen al cine indigenista andino en Bolivia, Ecuador y Perú.

Oporto explicó que para que los documentos sean inscritos en este programa, deben ser originales, tener una relevancia regional y un acceso universal. Añadió que al recibir los certificados de la Unesco implica que tengan una adecuada conservación.

El MoW fue instituido por la Unesco en 1992, año en el que se designó un Comité Consultivo Internacional para levantar un diagnóstico del estado de conservación y acceso sobre el patrimonio documental mundial.

¿Por qué?, Oporto explicó que dado el contexto de guerras y conflictos sociales en varios países empeoraba la situación de patrimonio documental mundial; a ello se sumó el saqueo, el comercio ilícito, la destrucción y la falta  de recursos económicos.

Es así que se plantearon tres objetivos. Primero, facilitar la preservación del patrimonio documental mundial; segundo, allanar su acceso universal; y tercero, crear una mayor conciencia de la existencia y la importancia del patrimonio documental.

“Lo más difícil es conmover a los niveles de decisión en esa conciencia para preservar y difundir nuestra memoria histórica. Todavía los niveles más superiores de la clase política, como el Ejecutivo y el Legislativo, aún no asumen esa responsabilidad total, porque ello implica financiar económicamente el trabajo de custodia de la memoria histórica de las naciones”, sostuvo el director.

Remarcó que en Bolivia, desde 2009, el Artículo 237 de la Constitución Política del Estado señala: “Son obligaciones para el ejercicio de la función pública: inventariar y custodiar en oficinas públicas los documentos propios de la función pública, sin que puedan sustraerlos ni destruirlos”.

En esa línea, Oporto destacó la creación del Comité Nacional, que en su criterio es más social porque se instituyó un mecanismo articulador a través de talleres en los que participan archivistas de todo el país. “Son los protagonistas que resguardan estos tesoros históricos del país”.

Hasta la fecha se organizaron cuatro eventos que permiten analizar la metodología para una postulación positiva en el MoW. Oporto adelantó que este año Bolivia será sede de una cita del Comité Regional de América Latina y el Caribe del Programa Memoria del Mundo de la Unesco-Mowlac, del 11 al 13 de septiembre.

Oporto destacó que además de los seis documentos inscritos, existen otros 14 que están reconocidos por el Mowlac… Sin duda, Bolivia seguirá aportando con más joyas históricas a la Memoria Internacional del Mundo.

La Razón / Ibeth Carvajal / La Paz