¿Celebramos nuestra independencia?

Delmar MéndezNi independencia ni celebración caben en nuestro vocabulario. Santa Cruz es tierra avasallada; casi tres millones de hectáreas de sus bosques y reservas forestales han sido quemadas para dar cabida miles de campesinos no originarios de tierras bajas que no tienen ni cultura ni vocación agrícola, a fin de que se apropien de la llanura cruceña.El departamento ha sido inmisericordemente loteado. La finalidad es el rebalse de militancia política para imponer autoridades y cambiar la orientación electoral de un pueblo que ama la libertad.El propósito es imponer hegemonía política y suplantar una cultura y tradición; acabar con la identidad camba desde el corazón chiquitano.Han debilitado nuestras instituciones. Han dividido la familia cruceña. Han conseguido que nos miremos con desconfianza en nuestro propio vecindario… Han logrado que confundamos al enemigo.Han perseguido, judicializado y exiliado cientos de líderes, dirigentes; y amenazan, amedrentan a diario mediante la inseguridad jurídica que han creado en un sistema judicial, podrido por la corrupción y humillantemente sumiso al poder central.Han desobedecido el mandato popular de un referéndum, han destruido la economía haciéndonos creer que la extraordinaria bonanza que se vivió (y que se ahora se apaga) por las altas cotizaciones de las exportaciones de hidrocarburos era la consecuencia de una buena gestión.Han diseñado un fraude inconcebible para torcer la voluntad popular en octubre. Han creado condiciones para que creamos que hay candidaturas alternativas a fin de legitimar al candidato ilegal e inconstitucional.El Oriente ahora es un triste satélite del altiplano, cuya identidad agoniza en un proceso de aculturación inadmisible. El 24 de septiembre tendríamos que celebrar nuestra independencia. ¿Cuál independencia?