¿Planes de gobierno, promesas electorales?

Resultado de imagen para silueta mujer(*) Por Lilian Loayza Ojeda

A pocos días de las elecciones presidenciales en el país, surgen ciertas preguntas sobre cual es la mejor opción a elegir, sin duda es importante analizar nuestra situación actual y donde queremos estar en 5 años.

Dando una mirada a los planes de gobierno de las fórmulas habilitadas, existen varios cuestionamientos sobre las propuestas ahí plasmadas, algunas soñadoras, unas más concretas, otras que en el fondo no dicen nada, lo cierto es que los bolivianos necesitamos saber cómo se pretenden ejecutar todas esas promesas y qué de todo ello nos conviene más a todos los bolivianos.



Dentro de los temas más relevantes, existen algunos polémicos como dar continuidad o no a los bonos sociales, la implementación de la salud gratuita y la reducción de impuestos entre otros; la mayoría de las propuestas, si no son todas, necesitan recursos económicos para su puesta en marcha, una de las primeras preguntas es ¿cómo se financiarán?, ¿de dónde saldrá el dinero para cubrir esas obligaciones propuestas si se pretende reducir impuestos? Lo cierto es que es necesario analizar los datos actuales y contrastar las propuestas con la realidad.Una de las principales críticas al oficialismo es a su modelo económico, basado principalmente en el desarrollo social, el cual implementó transferencias condicionadas conocidas como la Renta Dignidad, Bono Juancito Pinto y Bono Juana Azurduy, si bien la aplicación de las mismas fue criticada, los resultados generales mostraron cambios importantes respecto a los indicadores sociales reflejados en el país, entre ellos la reducción de la mortalidad infantil, de igual forma se redujo la deserción escolar, y se generó mayor inclusión de los adultos mayores. En las propuestas opositoras, se mantienen los citados bonos, pero entonces ¿qué es lo que cambia? aparentemente nada, en algún plan de gobierno se puede apreciar el cambio de la fuente de financiamiento, es decir que para cubrir su costo, se sacará el dinero de otro bolsillo; si consideramos que todo el dinero del cual dispone un Estado forma parte de una misma bolsa, mejorará en algo cambiar dicha fuente de financiamiento?, ¿se podrá llegar a más beneficiarios de esa manera? Ninguno de los planes aclara ese aspecto, más al contrario, siguen la línea establecida por el actual modelo económico.Particularmente, si hablamos de educación, se menciona la ampliación de los beneficiarios del bono Juancito Pinto a niños de pre-escolar (valga la aclaración, ya aplicada en el Municipio de El Alto); lo propio sucede en cuanto al tema salud, se habla de una atención gratuita, universal para todos los bolivianos, la pregunta es ¿qué diferencia existirá con el actual Seguro Único de Salud (SUS)?

Ahora, tenemos claro que cualquier propuesta nueva o ya existente, requiere de recursos económicos para ser puesta en marcha, sin embargo, contrariamente también se aprecia en los planes de gobierno iniciativas para reducir los impuestos; al respecto, preocupa que las propuestas sean contrarias entre sí, en el sentido que se habla se genera más servicios, ampliación de beneficiarios, por ende, se requerirá más recursos, pero, si paralelamente se propone la reducción de una de las principales fuentes de financiamiento (la tributaria), con la cual se cubre no solo este tipo de gastos sino otros gastos corrientes imprescindibles como el pago de maestros, médicos, policías, o la misma inversión pública, puntual del crecimiento económico ¿serán estos sostenibles o creíbles? ¿o internamente se planeará el recorte de este personal o la reducción de sueldos y salarios?

Queda claro que, de la revisión de las propuestas, lo único real es la ambigüedad respecto a la continuidad de la política social emprendida, que sin duda sigue presentando retos para los nuevos mandatarios, pero que a la fecha según datos de organismos internacionales tuvo resultados interesantes, logrando reducir la desigualdad y la pobreza extrema de forma significativa, cifras que sin duda serán el nuevo punto de partida, pero no tan drástico como en gestiones pasadas.

Bajo este escenario global, dónde no se proponen cambios reales y no se sustentan las formas de llevar adelante la solvencia económica y social del país, ¿tendrá sentido optar por alternativas que solo buscan un cambio de rostro? ligado a posiciones racista, eufóricas, etc., o ¿valdrá la pena continuar e impulsar lo que hasta la fecha se ha logrado? Si ya avanzamos hasta ahora, donde queremos estar situados como país en cinco años más.

(*) La autora es economista