La miseria del populismo

Mauricio Aira

Cuando en mi sitio del Facebook apunté que debido a la angustia del pueblo boliviano, no podía conciliar el sueño, jamás pensé que tantos otros compatriotas padecían del mismo mal, indispuestos por la dramática realidad que se vive desde hace 30 días, en medio de una crisis que se explica por las miserias que está provocando un populismo ortodoxo, según describe con acierto Francisco López Rodríguez profesor universitario de León.

Si el populismo plantea justicia social, tiene como objetivo alcanzar el poder apoyado en sectores desvalidos, se trata de demagogia con liderazgo carismático y discurso emocional para la movilización popular, se apropia de pancartas ajenas, reales y ficticias y se insufla el odio regional, racial, religioso, cultural, idiomático, como viene sucediendo cada jornada, en base de mentiras, medias verdades o simplemente de intrigas y falsedades.



Populismo que ahuyenta las inversiones con su retórica antimperialista, sobredimensiona el rol del Estado, se apoya en el descontento de las clases bajas, en un sector sin cultura que condimenta con ilusionismo patético. Si en Europa la socialdemocracia encarnó el populismo se mostró que el fracaso del comunismo fue “tan estrepitoso cuando el comunismo los abandonó. Chávez, Maduro, los Castro, Correa, Morales, Rousseff, Iglesias son o fueron populistas por un continuo engaño basado en la miseria y en la explotación de los pobres.

Son promotores del bienestar con ideas y proyectos que destruyen la libertad de los ciudadanos y sus reales posibilidades de progreso. “El líder distingue el pueblo del antipueblo, fomenta el odio y divide la sociedad en buenos y malos. Recordar al Che Guevara, -el odio como factor de lucha- es estatista, dictatorial, copa el poder absoluto, es el salvador y la culpa de todos los males es de otros, los ricos, los de derecha, los gringos, el Imperio.

Seguimos la descripción de López Rodríguez, el populista es siempre la víctima que terminará con las oligarquías y los perversos capitalistas. Culpa a otros de los errores propios, mientras no deja de señalar al neoliberalismo de genio maligno, de paranoia que sumerge al pueblo en las tinieblas de la noche.

Su indefendible ambición de poder, es una trampa para justificarla, pretende destruir la democracia desde dentro, lleva su autoritarismo aprovechándose de los mecanismos electorales, hasta cuando se descubre el fraude que despierta al león dormido, que arremete con justa indignación contra el populismo opresor y dominante. Su populismo es igual a la miseria, los ricos pasan a ser pobres y los pobres pasan a la miseria como en Cuba y Venezuela.