El caos sincero

Humberto Vacaflor Ganam

La fuga fue tan imprevista, que los prófugos dejaron todo tal como lo tenían, en un desorden absoluto. No tuvieron tiempo para, por lo menos, poner algo debajo de las alfombras. Es que el caos era la ley, la vocación.

Se los pilló en calzoncillos. No fueron capaces de diseñar, ni siquiera, un esquema para que la sucesión presidencial recayera en alguien del partido.



Tal era el susto que solo pensaron en huir. Quizá hubieran estado decididos a huir solo para escapar del caos que ellos mismos habían creado.

¡Es el colmo! Les ha ganado Nicolás Maduro, que tiene minoría en el parlamento de Venezuela pero controla el gobierno. Los fugados bolivianos tienen mayoría en el parlamento pero no pueden controlar el gobierno.Tan inútiles son!! ¡Maduro es más inteligente que ellos!!! Ese ya es motivo para el suicidio.

Estaban demasiado asustados y fugaron con lo puesto, aunque, ya en el avión mexicano, recordaron que en Asunción del Paraguay podían recoger algunos caudales, que se sumarían a los que, a las apuradas, habían recogido del Banco Central en las últimas horas del derrumbe.

Los caudales quedaron esparcidos en todas partes, incluso en bancos bolivianos. Nadie había previsto nada. Es que estaban seguros de que se quedarían para siempre. Todo estaba expuesto.

Una pobre señora, de nombre María Palacios, quedó a cargo de unos caudales que, supuestamente, eran de la quebrada PDVSA, aunque en realidad eran del ministro que había sido capaz de organizar matanzas en Santa Cruz, Beni y Pando pero se mostró incapaz de organizar las cuentas de la fortuna que había acumulado. Había ido a la Escuela de las Américas pero se ve que se aplazó en las clases de inteligencia, porque se metió en un refugio que es una cárcel natural, un “condominio” rodeado por cerros del que jamás podría escapar.¡El muy imbécil! Esto pone en duda el prestigio de la Escuela de las Américas, si alguna vez lo tuvo.

Presumían de tener buenos estrategas, que les habría permitido quedarse tanto tiempo en el gobierno, pero ahora se observa que solo tenían dinero. Y tenían, eso sí, un control absoluto de los medios de comunicación.

Si algo fallaba, si era demasiado evidente un negociado, un fracaso, un nexo con el narcotráfico, la solución era aumentar la propaganda. Lo importante no era la realidad, sino el reflejo de esa realidad en los medios, en el muro de la caverna.

Tan imprevista fue la  fuga que el poderoso ministro de gobierno quedó al descubierto y a merced de los fiscales y jueces que él mismo manejaba con displicencia, ordenando castigos para unos y  bendiciones para otros. Ni siquiera ha podido entender que ahora no puede seguir mirando con actitud de amenaza y de mando a los policías que deben conducirlo a las celdas. No controla ni siquiera sus miradas.

Y se fueron, solo después de catorce años.  Decían que se quedarían 500 años. El déficit de 486 años lo tendrán que cobrar en el próximo milenio. Que no cuenten conmigo.

Fuente: Siglo21bolivia.com