Bolivia, ya en tormenta perfecta

Christine Lagarde ya ha afirmado que existe el riesgo de que la crisis del Coronavirus termine provocando una crisis comparable a la de 2008 con la caída de Lehman Brothers. Y aunque sea extraño, solamente la Reserva Federal ha recortado tasas, seguido por el Banco de Inglaterra una semana después; hoy al BCE no ha recortado tasas, pero sí que ha inundado el mercado con liquidez.

¿Qué ha sucedido? Luego del anuncio de suspensión de vuelos de Europa a EEUU por un mes de Donald Trump, cuando tal vez se esperaba anuncios más específicos también sobre el sector bancario y financiero, las bolsas abrieron hoy con caídas récord del 7% que activaron circuit breakers por 15 minutos.



Las medidas tanto de la Fed como de Trump parecen improvisadas ante un fenómeno extraordinario, pero los mercados las interpretan como insuficientes o incluso equívocas cuando, por ejemplo, se ha visto cómo Corea del Sur ha logrado bajar la tasa de contagio sin recurrir a cuarentenas masivas como las de China, Italia o España, y cuando las tasas de interés extraordinariamente bajas no lograron estimular la desaceleración ya observada en 2019.

Pero la situación de Bolivia, que ya era especialmente desafiante, ha recibido una rebaja de calificación de riesgo de Moody’s, que ha provocado un desplome especialmente en los bonos soberanos con vencimiento en 2028, con lo que el país acaba de entrar ya en una tormenta perfecta:

  • Coronavirus
  • Desplome petrolero y bursátil
  • 53% de probabilidad de recesión en EEUU
  • Rebaja de calificación soberana
  • Dificultad para emitir más bonos
  • Capitales huyen a activos más seguros
  • Elevada intención de voto del MAS
  • Bajo nivel de liquidez y reservas
  • Incremento de la mora
  • Mal manejo de expectativas

Aprendiendo justamente de los aciertos y errores de la economía internacional ante el Coronavirus, urge primero la conformación de un comité de urgencia entre Hacienda, el BCB, Asoban y el resto de la CEPB, para que al menos transmitan un mensaje de confianza respecto de que se encuentran elaborando medidas coordinadas y conjuntas para lidiar con el desafío de una situación crítica por un modelo cerrado totalmente agotado.

Y luego están las acciones económicas concretas. Lo mejor no son inyecciones monetarias para incrementar el consumo y que los restaurantes se mantengan abiertos, sino tal vez recortes impositivos para ayudar a los restaurantes a sobrevivir la temporada. Por supuesto, al reducir la recaudación impositiva el déficit fiscal volvería a dispararse. Sin embargo, la realidad es que ahora el déficit debe ser reducido de manera drástica y ya no solo mediante recortes del gasto superfluo, sino modificando la propia estructura del gasto.En este sentido, urge, por ejemplo, liquidar las empresas estatales sin mayor cálculo político electoral, que constituye buena parte del gasto público y, por tanto, del déficit fiscal; la liquidez no puede producirse de manera artificial, sino que tiene que ser generada por la misma economía con sus propios mecanismos de adaptación a una nueva realidad.No obstante, si no están por el desafío, lo mínimo que se espera en un escenario aún más crítico que al cierre de 2019, es que cambien la estrategia de manejo de expectativas afirmando que “la situación es crítica, estamos trabajando a máxima capacidad y compromiso con las limitaciones de los 2/3 del MAS en la Asamblea, y esperamos que los candidatos tengan claras las reformas estructurales necesarias e inapelables”.Así pues, el día en que el equipo económico del actual gobierno, tanto en Hacienda como en el BCB, afirme sin rodeos que el modelo del MAS está agotado y que la solución no pasa por reemplazar unas fuentes de ingresos para el estímulo de la demanda interna con otras, sino por establecer un marco institucional favorable para generar riqueza desde el ámbito privado, tal vez merezca que se lo deje de cuestionar.Artículos relacionados:Coronavirus: en Bolivia ya “pasan cosas”Tormenta perfecta a la vistaUna devaluación interna para Bolivia al estilo letónUn plan económico ideal

Fuente: Mauricio Ríos García