A propósito de un artículo de Heinz Dieterich, asesor de Chavez

QUIÉN ES QUIEN Y DIME CON QUIÉN ANDAS QUE TE DIRÉ QUIÉN ERES

Adrián Conti Pérez

Para entender lo que dice Heinz Dieterich (asesor de Hugo Chávez) sobre la situación boliviana se debe entender (vaya pretensión) lo que es el MAS.



El MAS es el berenjenal más grande de la historia partidaria de Bolivia. Más complejo aún que el MNR. Está plagado de distintas corrientes y alimentado por diversas organizaciones. Sin embargo, tres son las más significativas en términos generales: Los indigenistas, los marxistas tradicionales y los cocaleros.

Los cocaleros pintan poco ideológicamente. Les interesa que les dejen cultivar tranquilos su coca y tener alguna que otra fabriquita de cocaína por aquí y por allá del modo más discreto posible. Su ideología es Evo. Evo les garantizó y les garantiza tener la coca; ergo, Evo es el objetivo, el método, la táctica, el lenguaje, etc. Por Evo harán todo, así arda Roma. Y ahí acaba su ideología. Su socialismo, el de los cocaleros, es lo que diga Evo que es socialismo, así sea, en los hechos, el más salvaje capitalismo.

Los otros dos grupos son los que han ingresado al campo del debate ideológico. Y han entrado en conflicto. Tal vez sea esta una de las principales razones del fracaso del MAS como propuesta para toda Bolivia.

¿Quién es quien? Primero los marxistas: Otro sub-berenjenal compuesto por una caterva de izquierdistas de todos los tonos, tendencias, partidos y matices. Desde extroskistas hasta socialdemócratas, pasando por comunistas pekineses y moscovitas. La figura más visible de este ala era el otrora dirigente sindical minero Filemón Escobar, quien mandó a la mierda a su discípulo político: el propio Evo y ahora anda quién sabe dónde.

¿Quién le sucede? Hay tres cabezas perceptibles (una en el legislativo y dos en el poder ejecutivo). De menos a más protagónicos: el Senador Santos Ramírez, principal nexo entre los dos poderes del Estado. Estuvo metidísimo en los jaleos de Sucre con todo el quilombo que se armó el mes pasado, interviniendo explícitamente en la Asamblea Constituyente. Fue presidente de la cámara de Senadores. Por otro lado, en el Ejecutivo está el aburrido Ministro de Gobierno Alfredo Rada, a cargo del aparato represor y de inteligencia. Reprime a quien no le gusta y deja hacer lo que sea a sus partidarios. Se ha confirmado, por voz del Vocero Oficial, que este ministerio está pinchando las llamadas telefónicas de la oposición. Y el tercero es el exmilico Juan Ramón Quintana, Ministro de la Presidencia, ex ‘vivo rojo’ (una especie de logia de militares de izquierda radical surgida años atrás), digo ‘ex’ porque ahora goza del dulce sabor del poder y todas sus comodidades. Él es el nexo con Venezuela. Como ex milico sintoniza con el otro ex milico: Chávez. Por vía de Quintana llegan los petrodólares y está vinculado al magnate norteamericano George Soros, de quien era su representante en Bolivia. Tal vez sea el más influyente de todos los ministros.

Todos los marxistas masistas saben que ahora tienen algo que nunca tuvieron antes: la posibilidad de tener dinero venezolano en abundancia para hacer política. Por tanto, los marxistas son chavistas.

Los indigenistas. La cabeza indiscutible de este bloque es el ‘comandante kalanchiri’, nombre de guerrillero del Vicepresidente de la República. Le siguen actores políticos como los constituyentes Raúl Prada y Roberto Aguilar y, en menor importancia, el ex ministro de Educación Félix Patzi.

Este grupo sostiene que el marxismo tradicional con su concepto de partido central e instrumento revolucionario ha fracasado en Bolivia. De igual modo, no existe proletariado que haga de sustento para la revolución. Lo que sí hay son indígenas. Muchos indígenas. Por tanto, son los indígenas, comandados por los aymaras, los que deban transformar esta sociedad tomando las riendas del poder. Y no para hacer una nueva Bolivia, ya que descreen del concepto ‘Bolivia’, sino para generar un Estado en el que las nacionalidades indígenas sean las que configuren la nueva sociedad, según ‘sus usos y costumbres’. La idea sería construir una suerte de comunitarismo capitalista andino. Suena raro pero así es.

Por lo tanto, esta idea se da de patadas con el marxismo Dietrichiano vestido de seda y llamado ‘socialismo del siglo XXI’. De hecho, las pugnas entre estos dos bandos son cotidianas y la confrontación García Linera versus Juan Ramón Quintana no son de poca monta. Evo está en el medio. Está jodido. O se inclina por los indígenas (y pone en riesgo la catarata de dinero venezolano) o se inclina por los marxistas (y pierde el sustento social de los indígenas).

Por esta razón es que Heiz Dieterich busca echarle la culpa de la debacle del proyecto masista a Álvaro García Linera, por no alinearse con la línea chavista.

Una vez más la izquierda boliviana ha caído en sus dos eternas maldiciones, la pugna interna y el afán totalitario. La derecha, sin ser demasiado lúcida ni propositiva, ha puesto contra las cuerdas al MAS. Y argumentos no le faltan. La oposición ha tomado las banderas de la libertad, de la democracia y del respeto al estado de derecho.

Estos días, nadie lo dude, se aprobará la nueva Constitución, a trancas y barrancas, pero marcará un profundo quiebre en la historia de Bolivia. La otra mitad de Bolivia, la del oriente, no quiere el modelo de Estado y sociedad que plantea el MAS en su Constitución. Y digo explícitamente ‘la otra mitad de Bolivia’ y no la cantaleta barata de ‘la oligarquía cruceña’ que ya me tiene hasta el escroto.

Evo, aunque sigue siendo el principal líder político del país (lo dicen las encuestas y nadie puede discutirlo) está jodido por todas partes. Jodido por las luchas intestinas de su partido, jodido porque la oposición no le da respiro y jodido, aunque muchos no quieran admitirlo, porque no da la talla para el cargo de presidente.

WASHINGTON Y LA OLIGARQUÍA TRIUNFAN EN BOLIVIA: REFERENDO RATIFICA DESMEMBRAMIENTO DEL PAÍS

Por: Heinz Dieterich *

Fecha de publicación: 11/08/08

El referendo revocatorio del 10 de agosto en Bolivia, contrario a algunas interpretaciones triunfalistas, es una clara derrota del gobierno que no solo refuerza la división de facto del país, sino que le concede a la subversión separatista un halo de legalidad que antes no poseía.

La posición del gobierno no ha avanzado porque se sabía de antemano que Evo contaba con alrededor del 60 por ciento de las simpatías de la población. Quiénes sí se consolidaron y salieron potenciados son los prefectos de Santa Cruz, Rubén Costas, con casi el 70% de votos, y el de Beni, Ernesto Suárez, con alrededor del 68%, ambos (regionalmente) superior al voto de Evo. Como consecuencia de la votación, el separatismo gobierna ahora «legalmente» a cinco de los nueve departamentos (provincias) del país.

Rubén Costas, el indiscutible líder de la sedición, ha interpretado la votación como una «nueva ratificación a la autonomía departamental» y ha anunciado un programa de república autónoma que incluye la implementación de una Asamblea Legislativa propia; de normas como el «salario digno autonómico»; la elección por voto popular de subgobernadores y corregidores; el «control, la fiscalización y recaudación de los recursos del departamento que nos corresponden»; la creación de una agencia tributaria departamental y la constitución de una policía propia.

El debacle del referendo era previsible por dos razones: a) se conocía la fuerza social-administrativa de la subversión oligárquica-imperial y, b) se sabía que la subversión no iba a respetar ningún mandato democrático, tal como lo ha hecho durante los últimos dos años. ¿Qué sentido tenía entonces llevar a cabo un referendo en el cual no se iba a ganar nada y en el cual, al contrario, se legalizaba y legitimaba la sedición separatista de los últimos dieciocho meses?

La decisión de llevar a cabo el referendo revocatorio es típica del pensamiento liberal que hegemoniza la praxis del gobierno boliviano que se sigue aferrando a las ilusiones del régimen burgués y que sigue actuando en el campo de la legalidad y legitimidad burguesa frente a un enemigo fascistoide, mientras que pierde una bastión de poder real tras otra, hasta que tendrá que entregar el poder entero.

El gobierno boliviano, y los liberales nacionales e internacionales que lo asesoran, no quieren reconocer que la situación boliviana es la que sintetizó Mao Tse Tung en 1938, cuando decía que el «poder político nace de los cañones de los fusiles». En todo conflicto entre un poder democrático (el gobierno de Evo) y uno sedicioso-antidemocrático, decide la fuerza: en el caso boliviano, la organización y las armas de los dos adversarios.

Cuanto más tiempo pierden Evo Morales y Álvaro García Linera en reuniones y declaraciones de artistas e intelectuales, ratificaciones de constituciones, premios nobel de la paz o referendos, en lugar de organizar el poder real que decidirá el escenario boliviano —que evoluciona hacia la entrega del poder a los neoliberales o la guerra civil— más se debilita su posición.

La derrota del poder constitucional por el fáctico-sedicioso, en Bolivia, agrava la situación en el Cono sur que se ha generado con el fin del proyecto Kirchner en la Argentina. Ambas derrotas se deben a errores de las conducciones nacionales: soberbia de poder en el caso de Kirchner, hegemonía de pensamiento liberal y ausencia de visión de vanguardia popular-indígena en el gobierno de Evo y Álvaro.

La primera independencia 1808-1825, se perdió por las condiciones objetivas de la revolución latinoamericana que hicieron imposible ganarla duraderamente. Si se pierde la actual batalla por la Patria Grande será por las condiciones subjetivas: la falta de conciencia de las clases políticas latinoamericanas en el poder.

Aporrea.Org

*autor del libro «El socialismo del Siglo XXI», Asesor del gobierno de Hugo Chavez.