¡Le mete nomás!, pero…

Entre paréntesis…

Por: Cayetano Llobet T. *

Las lágrimas sobre un fraude espectacular y descarado, la intervención extranjera, la careta de la OEA, las trampas gubernamentales, el alcahueterío de Jorge Quiroga y de Podemos, la ausencia previa y permanente de control de constitucionalidad, la pecaminosa y reiterada comisión de «exenidades», las inexplicables idas y venidas de prefectos… son llanto sobre la leche derramada. ¡Tendría que ser muy estúpido el Gobierno si no aprovecha sus resultados!



Hasta un ciego podría ver. Las acciones ofensivas del Gobierno y del MAS son reiteradas, rápidas, atropelladoras y, al parecer, inclementes. Es el ejercicio de la iniciativa política en plenitud, sin el reconocimiento de ningún tipo de obstáculo. Y sus voceros, de cualquier laya y condición, disfrutan sin límite su propio cinismo. Los esfuerzos de los periodistas —»los sucios»— para obligarlos a reconocer dobles discursos y atropellos oficiales chocan con la tranquila sonrisa de funcionarios seguros de la fuerza de su embestida. Su «Constitución» ya está anticipadamente proclamada, y consagrado el 7 de diciembre como la fecha de coronación.

Por su parte —sólo un fanático no lo reconocería—, la oposición regional carece de rumbo, de dirección y de estrategia. Se dispara a los pies en una sucesión de errores inexplicables. Huelgas de hambre que no conducen a nada —como normalmente sucede con esas huelgas—, paros que afectan su propia economía y que no hacen cosquillas al Gobierno, castigo carnicero a los votantes del occidente profundizando la brecha regional y renunciando a la vocación nacional, bloqueos que terminan impidiendo su propia provisión de carburantes y, finalmente, la repetición del mismo anuncio que hicieron en Tarija el 23 de junio, «no al referéndum», que resultó un solemne y mentiroso saludo a la bandera.

Pero también tendría que ser muy estúpido el Gobierno si cree que «al meterle nomás» ha dado por terminada su batalla. Las coronas de laurel que se anticipan a las victorias son las que ocultan los peligros. Primero, porque las grandes ofensivas —no importa las dimensiones de su fuerza— nunca son garantía suficiente de ocupación del territorio adverso. Pregúntenle a los gringos: ellos ya saben lo que ha sido Irak…. ¡para no hablar de Vietnam! Evo Morales debería saber —a pesar del cerco de sus aduladores— que las resistencias que parecen débiles se vuelven fortalezas. El Embajador de Cuba les puede dar un curso completito… ¡y gratis!

La desagregación social y la consiguiente fragmentación —ahora consagrada con la elección de subprefectos— encierran el problema de ocupación territorial. Y por eso se da la paradoja: puede tener dos tercios de votación nacional, ¡pero no puede aterrizar en una pista del Beni o llegar a la capital de la República! ¿Cómo va a implantar su nueva Constitución al conjunto? Y el problema es muy jodido, porque traducir su cantidad en dominio territorial supone, nada más y nada menos, que el uso de la fuerza… ¿estará dispuesto a contar muertos?

Estoy absolutamente convencido de que la «refundación», el nuevo orden constitucional del MAS, es la consolidación de la desagregación. Es la negación de Estado apostando al momento del caudillo. Evo Morales canaliza, sin duda, la suma de frustraciones y fracasos nacionales. No es fruto de la casualidad, sino una consecuencia. Lástima profunda y paradoja feroz que al mismo tiempo, y a pesar de las apariencias, ¡represente la ausencia de futuro!

* Analista político

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