Los pobres de Bolivia son los más castigados por la inflación

Las personas que tienen menos dinero invierten más en comida que las otras, el Gobierno admite el hecho.

Estudio revela que la inflación fue más alta para pobres en 2%

La Prensa



La inflación fue más alta en 2 por ciento para las personas con menos recursos económicos que para el resto de la población. Así lo señala un reciente estudio de la Fundación Jubileo. El Gobierno admitió que el encarecimiento de los alimentos golpeó los bolsillos de la gente, pero que «pudo ser peor» si no aplicaba medidas de fomento a la producción.

De acuerdo con el estudio, entre enero y julio de este año la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue en promedio general de 9,3 por ciento, pero que en los hogares con menor nivel de ingresos llegó a 11,3 por ciento. La diferencia es de 2 por ciento (ver infografía).

En 2007, para esas mismas familias, la inflación llegó al 13,4 por ciento, mayor en 1,7 por ciento respecto del indicador general publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que fue de 11,7 por ciento.

Según el estudio, la diferencia radica en que los pobres destinaron una mayor parte de su ingreso a costear su alimentación, a diferencia de los otros, lo cual se agravó más con el encarecimiento de los productos de la canasta familiar. Por ejemplo, cinco litros de aceite vegetal llegaron a costar 65 bolivianos, pero antes valían 48; el quintal de arroz, más de 300 bolivianos, después de que se cotizara entre 220 y 240; el tomate, de 1,50 bolivianos la libra hasta el doble.

Jubileo precisó que las personas de escasos fondos, por ejemplo, con un salario de 740 bolivianos mensuales, invierten hasta el 50 por ciento en la compra de comida, el 24 por ciento en vivienda y servicios para el hogar y 9 por ciento en transporte y comunicación, entre otros.

En cambio, quienes tienen más ingresos, por ejemplo, arriba de los 5.000 bolivianos mensuales, destinan 24 por ciento a su alimentación; 37 por ciento al pago de alquileres de vivienda, agua, electricidad y servicios para el hogar; 9 por ciento para la salud, y al transporte, 13 por ciento.

«En los hogares con el menor nivel de ingreso hay más miembros en la familia —seis personas como promedio—, y si se advierte que los hogares pobres destinan la mitad de sus ingresos a la compra de sus alimentos, el incremento de los precios implica que este sector de la población verá comprometido su derecho a la seguridad alimentaria».

Según la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (UDAPE), entre 2006 y 2007, alrededor de 5,9 millones de personas en Bolivia vivían en situación de pobreza moderada, lo que representaba el 60 por ciento de la población nacional.

En el área urbana, la pobreza moderada llegaba a 50,9 por ciento y a 73,3 en el área rural.

El ministro de Hacienda, Luis Arce, aseguró que, a 12 meses, la inflación acumulada de alimentos «fue alta». «Los alimentos explican el 95 y 97 por ciento de la inflación en el país. En el mundo, el alza de precios de los alimentos subió 2 por ciento a mediados del año pasado y ahora aumentó al 40 por ciento. Por lo tanto, hay una inflación mundial de alimentos».

«En Bolivia —agregó— subió de 8 a 9 por ciento el año pasado a 22 por ciento hasta julio, eso significa que en el exterior está más alto. Pero gran parte es por la especulación en la carne y el aceite y por los fenómenos climáticos y es indudable que castiga el bolsillo de la gente».

Según el INE, la inflación a julio de este año llegó al 8,85 por ciento, cuando la meta inicial era 7,07 por ciento; luego se calculó cerrar con entre 8 y 10 por ciento, pero finalmente el Banco Central de Bolivia (BCB) estableció una nueva meta, de 12 por ciento.

El Ministro consideró que la situación se habría complicado, mucho más si es que el Gobierno no aplicaba medidas para frenar esa expansión. Entre ellas, la creación de un fondo de 600 millones de dólares para el sector productivo y para la reconstrucción de las viviendas que fueron dañadas por el fenómeno climático de El Niño.

A eso se suma la creación de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa), que compra arroz a los pequeños productores y lo vende a precios más bajos que los del mercado. También hizo lo mismo con la carne. Además, el Gobierno fomentó la importación de granos.