Un país absurdo

El Deber.

Pedro Shimose

«La política –dice Groucho Marx– es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados». Aunque parezca increíble, este humorista no asesora al Gobierno ni pertenece a ONG alguna.



A Groucho lo pillo comiendo masaco en la terraza del Club Progreso. Me dice que André Breton viajó a Caracas, a entrevistar al Presidente boliviano para un libro sobre el surrealismo chévere. Quedó encantado de Riberalta porque compró un loro que repetía como un loro: «¡Yo soy Robespierre! ¡Yo soy Robespierre!».

El pintor Salvador Dalí se fue a Manaos, a presenciar el estreno de la ópera surrealista 2+2 son 5 y al que no le guste que se aguante. Dalí se sentía incómodo en el Club Progreso porque él no cree en el progreso. Hoy debe de estar feliz en el Gran Casino de Manaos.

– ¿Y usted, Groucho?

– Yo creo en el progreso regresivo y en el cambio con marcha atrás, como el Gobierno de este país, donde el Gobierno no gobierna, la oposición no se opone y yo como masaco, mientras veo desfilar por las calles de Riberalta a la escolta presidencial sin Presidente.

– El Presidente ha convocado a los abogados del país para que legalicen la ilegalidad gubernamental, pues para eso han estudiado leyes.

– Su país es muy lindo. En ningún otro país un senador afirma que las leyes se hacen en la calle y no en el Parlamento, ni un Presidente de Gobierno proclama que gobierna con los movimientos sociales.

– ¿Y para qué están, entonces, el Parlamento y los ministerios?

– ¡No te enteras, muchacho! El Parlamento está para parlamentar y los ministerios para administrar los referéndums. Eso sí, cobrando, porque en el mundo ya no quedan patriotas.

– ¿No se siente incómodo en este país?

– Estoy en mi salsa, amigo mío. Nunca me he divertido tanto con el ruido de las motos y la polvareda que levantan. ¿No ve que ando con mi tubo de oxígeno y mi máscara antigás para proteger mis ojazos negros y seductores? Por la tarde, Riberalta parece Londres, por el ‘smog’ y la bruma que cubren con su manto a esta Orquídea del Manutata.

– Qué poético se ha puesto, Groucho.

– Me gusta Bolivia porque la parte contratante está de acuerdo en no estar de acuerdo con la parte contratada que está de acuerdo con la parte contratante en acordar con la parte contratada.

– ¿Por qué no te callas?

– Porque no soy el Presidente de Venezuela que anduvo por aquí como parte contratante de la parte contratada…

– También estuvo Lula, la parte contratada de la parte contratante…

– Un gran tipo este Lula. Lo veré en los próximos carnavales de Río. La última vez que bailé samba fue con Carmen Miranda. Daba gusto cenar con Carmen, porque tenías el postre asegurado, con tanta fruta que llevaba en la cabeza…

– Eso fue hace tiempo.

– No crea, el tiempo no existe. Y menos en Bolivia donde te dan plantón cada dos por tres. Aquí te citan y el que te cita aparece al día siguiente o no aparece nunca. Desde hace una semana estoy esperando a una viuda rica que me guiñó un ojo.

– ¿Dónde conoció a la viuda rica que le guiñó un ojo?

– En un karaoke. Entre trago y trago me dedicó la canción Si me querés, por qué no me tumbás. Fue una insinuación muy romántica.

– La viuda rica no vendrá ya. Han pasado tres días y tres noches y la viuda rica no aparece. Vámonos.

– ¿A dónde, si puede saberse?

– A votar el referéndum revocatorio.

– Vamos. He hecho tantas locuras en mi vida, que una más no importa. Oye, ¿cuál de mis siete cédulas de identidad crees que debo presentar?// Riberalta, 08/08/2008.

 

* Escritor