Bolivia de país integrador se aproxima a una soledad de cien años

Hace pocos años todavía se hablaba de Bolivia como un país «bisagra» entre el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones, como el «eje de la integración energética en América del Sur», destacándose el papel que el país podía jugar en el proceso de integración regional debido a su posición geográfica privilegiada.

Sin embargo, en la Cancillería (entre los diplomáticos de carrera, se entiende), se afirma que Bolivia ha renunciado a jugar este papel y se prepara para asumir el nuevo rol que le ha sido asignado dentro de la política exterior venezolana diseñada por el presidente Hugo Chávez.

Las visitas a Libia e Irán son parte de la incorporación de Bolivia a una estrategia geopolítica que no solo no la beneficia en nada sino que la perjudica. Sin embargo los funcionarios de gobierno ensayan los argumentos más imaginativos para justificar un acercamiento que, según se ve, no nos beneficia en nada.



Se indica que Irán podría proporcionar Bolivia asesoramiento en temas agropecuarios. Sin duda alguna. Quizá podría hacerlo también en otros temas como el respeto a los derechos de la mujer y en reciprocidad Bolivia podría asesorarlos en tecnología espacial y energía nuclear. Es posible la ironía para no ponernos a llorar.

Para colmo, nuestro ingenuo Presidente acaba de firmar en Teherán una Declaración Conjunta, con su par de dicho país, donde «reconocen el derecho que tiene el gobierno de Irán para desarrollar un programa nuclear», aunque el comunicado agregue con «fines pacíficos», es una nueva metida de pata del gobierno boliviano que, sin duda, no cometería ningún país con mediana capacidad diplomática y relativa información de lo que piensan los países de la comunidad mundial en materia de control nuclear y terrorismo internacional.

Mientras tanto en el área tradicional de interés, es decir, en nuestro entorno más inmediato, las cosas no van muy bien, debido a la tendencia que ha mostrado el gobierno de Evo Morales a pretender que los organismos de integración como la OEA, Unasur, Mercosur y otros, sean manejados como un sindicato cocalero.