Estamos a tiempo

Editorial. El Nuevo Día.

La realidad de las regiones opositoras al Gobierno ha comenzado a ser considerada por líderes internacionales, de forma algo tardía, pero con el tiempo suficiente como para llamar la atención de Evo Morales, a quien le han pedido ya que deje de desconocer y ningunear a quienes se oponen a la refundación del nuevo tahuantinsuyo, pensado para destruir cualquier vestigio de civilización parido después del 12 de octubre de 1492.

Invocaciones al diálogo ha habido muchas, pero por primera vez, el jefe de la diplomacia brasileña, Celso Amorim, le pide a Evo Morales que reconozca lo que está sucediendo en las regiones contrarias a su régimen. Thomas Shannon, el número dos del Departamento de Estado de Estados Unidos se tomó la libertad de sugerirle a la presidenta argentina Cristina Fernández que haga una evaluación más equilibrada de lo que ocurre en Bolivia y deje de actuar con displicencia en relación a los líderes opositores.



La mirada al conflicto boliviano cambia justamente después del referéndum revocatorio, cuyos resultados le sirvieron al presidente Morales para apretar el acelerador autoritario. Basurear a las leyes, acentuar el discurso amenazante y lanzar un decreto inimaginable en un periodo democrático, han conseguido agitar las aguas como nunca antes y el país parece prepararse para días muy negros.

La preocupación brasileña se justifica porque el conflicto está concentrado en el Chaco, donde están los inmensos yacimientos de gas que abastecen a las industrias paulistas y a gran parte del territorio de Brasil. Las palabras de Amorim están muy lejos de las descalificaciones que lanzó el principal asesor de Lula, Marco Aurelio García, hace unos meses contra las regiones que demandaban autonomía. La presidenta argentina, que seguramente supo ganarse muy bien el consejo de Shannon, actuó con una gran falta de respeto hacia la democracia boliviana, cuando facilitó el acarreo de votantes el 10 de agosto.

La OEA, a la cabeza del izquierdista Dante Caputo, se movilizó en los días previos al cabildo de Santa Cruz del 4 de mayo, habló con los prefectos opositores y la dirigencia cívica, reconociendo de esa manera la existencia de otro interlocutor preponderante en Bolivia, además del Gobierno, por supuesto. Los desesperaba la idea de que las consultas autonómicas puedan desestabilizar a Evo Morales, hecho que se disipó cuando de la Caja de Pandora surgió el referéndum revocatorio, iniciativa ilegal y fraudulenta que el organismo internacional avaló de pies a cabeza, incluso en la fase vergonzosa del matonaje electoral, al que un observador con mucha estirpe calificó como “prácticas culturales”.

Lamentablemente, la realidad de las regiones, que a su demanda autonómica ahora también le suman el pedido de libertad y democracia, comienza a invocarse con signos positivos, cuando las armas están emplazadas y ambos bandos están ocupando sus trincheras. Todavía hay tiempo de que los líderes mundiales visualicen el desastre que se avecina, si Evo Morales decide seguir en la ruta de la imposición.

La mirada al conflicto boliviano cambia después del revocatorio, cuyos resultados le sirvieron al Presidente para apretar el acelerador autoritario. Basurear a las leyes, acentuar el discurso amenazante y lanzar un decreto inimaginable en un periodo democrático, han logrado agitar las aguas.