La apuesta por la violencia

Editorial de El Nuevo Día.

Es difícil confiar en las supuestas intenciones de diálogo del Gobierno de Evo Morales, cuando en realidad todas las apuestas están hechas por la violencia. El presidente se esfuerza por consolidar la idea de un golpe de estado y no cesa en su afán de complicar las cosas con denuncias de terrorismo contra los miembros del Conalde.



La rebelión que comenzó hace un mes con bloqueos y tomas de instituciones y que se acentuó el 9 de septiembre en Santa Cruz no había cobrado ninguna víctima mortal hasta que entraron en escena los movimientos sociales que responden al MAS en el departamento de Pando. Una emboscada armada contra civiles en la localidad de El Porvenir, fue el detonador de toda una escalada de enfrentamientos que se agravó en la región amazónica y que tuvo sus réplicas en Santa Cruz y Tarija, donde también se dieron choques entre ciudadanos del campo y la ciudad.

Culpar al embajador de Estados Unidos de una presunta conspiración para derrocarlo y las amenazas de Hugo Chávez de enviar tropas para salvar al Gobierno de Morales le ayudaban al MAS a posicionar el mensaje de que algo más grave que un conflicto interno entre el gobierno central y las regiones estaba ocurriendo en Bolivia. Lula se ofreció para mediar entre las partes enfrentadas, pero había que rechazarlo, porque lo contrario habría sido aceptar de forma implícita que lo de aquí no es como lo pintan Evo y Chávez y, por supuesto, está lejos de ser un golpe de Estado.

La posición que fijaron el viernes las Fuerzas Armadas también contradicen la visión oficialista, que llegó a referirse a un caso de intervención extranjera, con la actuación de sicarios brasileños y peruanos. El máximo jefe de los militares lanzó duras advertencias en relación a las amenazas de Hugo Chávez y anunció que su accionar en esta crisis se limitará a proteger las instalaciones petroleras. El jefe castrense le aclaró a la ciudadanía que no usarán sus armas para reprimir, aunque sí mencionó que no tolerarían el accionar de grupos radicales. Ni el más suspicaz podría interpretar en el comunicado que leyó el general Luis Trigo una alusión al golpe de estado.

El Estado de sitio en Pando llegó cuando el prefecto de Tarija estaba por ingresar al Palacio de Gobierno para iniciar el diálogo con el presidente Morales, que por cierto, no estuvo presente en las conversaciones. En Cobija, el prefecto Fernández hacía esfuerzos por pacificar la región y había llegado a reunir a varios sectores para buscar la tranquilidad.

Con Pando controlado militarmente, Evo Morales tiene una excelente oportunidad de iniciar también el control político de uno de los departamentos rebeldes que pretendía volcarlo a su favor el 10 de agosto. Incentivar la violencia puede ser el pasaporte del MAS para penetrar también en todas las regiones que no logró conquistar con el voto y donde jamás podrá imponerse por la vía democrática. El problema es que la violencia engendra violencia.