La verdad que el gobierno oculta

El gobierno no dictará ningún estado de sitio para «darle gusto a 500 o 600 malandrines» de la media luna, es el libreto que repiten los ministros Rada, Quintana y San Miguel, al tratar de ocultar que los conflictos desatados en cinco departamentos del país se radicalizan y amenazan la estabilidad de la administración masista.

Lo que no dicen los voceros oficiales es que existe malestar y cansancio en las Fuerzas Armadas y la Policía. Trascendió que cada vez hay más voces de protesta por el uso político que de estas instituciones hace el Presidente y su partido, además de la injerencia permanente del gobierno venezolano.

Militares y policías son desplazados, a veces en forma intempestiva, a diferentes puntos de conflicto, con deficiente material y preparación, bajo el argumento de la defensa del patrimonio nacional, cuando en realidad son usados para defender una visión política que se resiste a comprender a las dos terceras partes de la población del territorio nacional.



Los policías fueron los primeros en aprender en Sucre, lo que es la humillación frente a un pueblo cansado del abuso gubernamental. Ahora son los militares en el Beni, en Pando y en horas pasadas en Santa Cruz.

Como si fuera poco, en una reunión de gabinete convocada por el presidente, con participación de los altos mandos de las FFAA y de la policía, tras los violentos hechos ocurridos en Santa Cruz, a don Evo, que buscaba chivos expiatorios, no se le ocurrió nada mejor que reclamar por la «ineficiencia» de los militares para controlar a los unionistas. La réplica fue inmediata y en mal tono. Se sabe que un jefe militar le espetó: «señor presidente los militares estamos en condiciones de hacerlo, pero habrán muertos, así que firme usted una orden por escrito y hágase responsable de las consecuencias» .

Horas antes y cuando comenzaba el conflicto en la capital oriental, se sabe que el comandante departamental de la Policía, se había negado a movilizar a sus efectivos para enfrentar a los manifestantes. Ante la presión de La Paz, el coronel habría expresado su intención de renunciar o pedir su inmediato relevo. Por ello en la primera línea para repeler a los manifestantes estuvieron militares y conscriptos y no policías.

Se conoce que la principal preocupación del Presidente, en estas horas, es el de mantener la cohesión y la lealtad de militares y policías que, extrañamente, hoy representan uno de los pilares de la estabilidad de su gobierno.

El problema es que a don Evo, no le tembló la mano para promulgar decretos ilegales, pero dicen que esta aterrado ante la posibilidad de firmar memorandos ordenando como Capitán General acciones más enérgicas de los militares contra la población civil. Don Evo quiere retomar el control de las regiones en conflicto, pero sin ensuciarse las manos y echándole el fardo a militares y policías que, a estas alturas, todavía recuerdan lo que pasó en octubre del 2003, situación por la cual varios ex comandantes castrenses están procesados.

En estas condiciones el estado de sitio seria un fracaso para el gobierno. Las regiones en conflicto radicalizarían las medidas en franco desacato, y los militares y policías no están dispuestos a matar y cargar con responsabilidades que corresponden al poder político. Esa es la verdad.